Decepción absoluta. Después del tráiler y de leer tantas alabanzas preparé la previa viendo la primera, que había ignorado hasta ahora (muy juiciosamente porque me ha parecido horrorosa).
Esta secuela arranca regular (el mapa con los puntos de luz e imágenes de archivo resumiendo la catástrofe es una buena idea -algo manida; otra Dawn, la de Snyder, hace algo similar pero mejor...de hecho, es lo único bueno de esa película- pero estropeada por una ambientación musical inadecuada y una composición de imagen efectista); comienza espectacular (el primerísimo primer plano de Caesar agarrado al árbol, que va abriéndose poco a poco... por cierto, muy bien lo de acabar la película igual pero en sentido inverso) y con esa cacería a ritmo tribal... hasta que la excelente composición musical se vuelve loca, a los pocos segundos, y cambia el tono salvaje y de misticismo por un peregrino ritmo aventurero completamente inadecuado (que arruina, a los pocos segundos, una escena de enorme potencial); pero todo lo que sigue a continuación es una letanía de tópicos insoportable (de ritmo plomizo) donde la sensiblería más barata vuelve a campar a sus anchas, como lo hizo en la primera parte.
Por ejemplo, la escena del jefe mono llegando a la aldea y visitando a su mujer convaleciente; veamos: subrayados musicales (basta ya de encontrarnos siempre las mismas solitarias notas de piano que nos dicen lo que deberíamos sentir), esa desnudez de sentimientos tan de mentira (nos abrazamos lentamente... sutilidad cero), esas mujeres con un adorno en la cabeza tipo danza del vientre para que las identifiquemos (brainstorming del bueno), ese hijo con cara de pánfilo (toda la película), ese antagonista con cara de cabrón (toda la película... con una justificación sin desarrollar), ese orangután de cara apacible haciendo de profesor (con frases escritas en la pared tipo Dr. Moreau "Mono no mata mono"... ¡madre mía!... pero luego conversan con gestos... hasta que se les da por hablar...A GRITOS, que son monos muy machos y hay que despertar al espectador que se haya quedado dormido).
Y luego aparecen los humanos, otro pegote... el malo que se ríe de los buenos ("ecologistas", se mofa) y que se acojona y dispara a unos monos de metro ochenta con lanzas y que le gruñen (¡a quién se le ocurre!). El santo barón generoso, abnegado, valiente, honrado y yo que se que más que con su nueva mujer (médico... y tan perfecta y sufrida como él) y su hijo (un artista de gran sensibilidad...que parece que ni siente ni padece) es la gran esperanza de la humanidad. El veterano militar traumado (porque observa unas fotos...y llora... llora mucho...manteniendo el plano... casi con mocos y todo como en Gladiator) que quiere cargárselos porque está acojonado y sólo son animales y tal y... ¡¡¡¡¡Ahhhhhhh!!!!!! No podían faltar los típicos rednecks a los que les encanta disparar, emborracharse, emborrachar a monos y reírse de ellos, claro....
¿La trama?: los buenos se hacen amigos... pero los malos lo mandan todo al carajo. Media hora para arrancar la puñetera presa, suspense nulo (lo ves venir TODO, pero leeeeentaaaaaameeeenteeee... lo del fulano encontrando al hijo de Caesar mientras escapa con el instrumental médico es de traca), sentimentalismo que te aparta en vez de acercarte, secuencias de acción inverosímiles (el asalto parece, conceptualmente, una ochentada tipo Gremlins, con el mono malo a caballo disparando dos metralletas... que no recarga nunca ni nadie le ha enseñado a manejar).
Estoy exhausto sólo recordándola... ¿Qué se salva? Pues numerosas soluciones de realización (como la del comienzo en la cacería, lo del tanque...) o hermosos planos de transición (con esa potente imagen de los simios cabalgando a caballo entre la floresta, armados con lanzas y con cara de pocos amigos), además de ciertas virguerías técnicas en otros apartados... pero al servicio de la NADA.
Cuando acabé de verla estaban emitiendo por tv. La amenaza de Andrómeda... y pensé que si la rodaran hoy en día, no faltaría una escena con los científicos despidiéndose por teléfono de sus hijos, llorando a lágrima viva y con unas desgarradoras y solitarias notas de piano ambientando la función...