De Palma post

¿ Cuál es vuestro film preferido de Brian De Palma?

  • Hermanas

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  • Vestida para matar

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  • Doble cuerpo

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  • Wise Guys

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  • Corazones de hierro

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  • La hoguera de las vanidades

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  • Snake eyes

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  • Misiòn a Marte

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  • La dalia negra

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  • Votantes totales
    52
es de mis favs, junto con la que puso ayer en Phenomena

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Marcado por la muerte de su esposa durante un secuestro que se resolvió fatalmente, un adinerado constructor de Nueva Orleans conoce en Florencia a una mujer que es el vivo retrato de la difunta. Convencido de que el destino le brinda una segunda oportunidad para empezar de nuevo y enmendar errores pasados, cae en una espiral psicológica de pérdida de contacto con lo real.

De Palma prosigue con Fascinación su amorío particular con Hitchcock apropiándose aquí de “Vértigo” y “Rebeca”, lo que le valió, como de costumbre, la acusación de plagio, cuando no de ejercicio de virtuosismo técnico excesivo y vacuo. En realidad no se queda en la mera imitación, sino que este descaro a la hora de homenajear ciertos títulos no es sino un intento de prolongar hasta el límite la filosofía del cineasta inglés en torno a las imágenes, que de algún modo alcanza el metacine; una película sobre la copia, que a su vez es una copia de otras películas.

El obsesionado es el protagonista y lo es el propio De Palma con su referente, cuyos pasos sigue una y otra vez en sus sofisticadas puestas en escena; obsesionado con el hechizo de la mirada, que transforma la realidad y transforma al que mira, y con el instrumento capaz tanto de atraparla como de dirigirla; el cine, colosal laberinto de espejismos por el que nos guían, nos engañan y nos extravían, el arte de la manipulación, la mentira más allá del simple realismo, el juego con reglas propias que el gordo entendió mejor que nadie (y Brian entendió mejor que nadie al gordo). Una mirada que se vuelve perversa, mórbida, que es capaz de expresarlo prácticamente todo; miedo, amor, deseo… fascinación.

Puros arquetipos: ricachón, amigo fiel, malvado con pintas, femme fatale, damisela en apuros. Actores inexpresivos como corresponde a sus roles; ella, más un ideal que una persona de carne y hueso, él, un tipo ausente que habita en otro tiempo… quizá Lithgow es el más “miscasting” en sus turbias apariencias, que delatan por dónde irán los tiros de su personaje. Trama retorcida, sin rubor a caer en el dislate puro, cargada de una vena poética, necrófila, de un romanticismo exagerado y teñido de carácter incestuoso, en torno a unos seres heridos por el trauma. Especular, con situaciones idénticas (las aspas del barco girando implacables), teñida de irrealidad gracias a las notas de un Herrmann que a su vez, remakea su propio trabajo, o a una labor fotográfica de apariencia difuminada. El plano final es algo que conocemos y esperamos, que resulta brutal cuando llega por fin; cada uno, viendo lo que quiere ver en el otro, amor como distorsión, conjuración de un fantasma que sólo habita en nuestras cabezas, en nuestra mirada.

Representación: un panteón que replica un lugar real, presidido por obras de arte, una fotografía, un espejo. Maletines vacíos y llenos. El trampantojo de la iglesia y la falsa amante de Dante. La vieja Europa y el sur estadounidense de las viejas tradiciones, frente al comercio internacional. Ante todo, destacar cómo se funden los espacios con quienes los habitan, el habitual alarde visual en forma de zooms de acercamiento y alejamiento, travellings laterales, grandes planos generales y toda índole de recursos que parecen empeñados en delatar, una y otra vez, el artificio de lo que estamos viendo.
 
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Marcado por la muerte de su esposa durante un secuestro que se resolvió fatalmente, un adinerado constructor de Nueva Orleans conoce en Florencia a una mujer que es el vivo retrato de la difunta. Convencido de que el destino le brinda una segunda oportunidad para empezar de nuevo y enmendar errores pasados, cae en una espiral psicológica de pérdida de contacto con lo real.

De Palma prosigue con Fascinación su amorío particular con Hitchcock apropiándose aquí de “Vértigo” y “Rebeca”, lo que le valió, como de costumbre, la acusación de plagio, cuando no de ejercicio de virtuosismo técnico excesivo y vacuo. En realidad no se queda en la mera imitación, sino que este descaro a la hora de homenajear ciertos títulos no es sino un intento de prolongar hasta el límite la filosofía del cineasta inglés en torno a las imágenes, que de algún modo alcanza el metacine; una película sobre la copia, que a su vez es una copia de otras películas.

El obsesionado es el protagonista y lo es el propio De Palma con su referente, cuyos pasos sigue una y otra vez en sus sofisticadas puestas en escena; obsesionado con el hechizo de la mirada, que transforma la realidad y transforma al que mira, y con el instrumento capaz tanto de atraparla como de dirigirla; el cine, colosal laberinto de espejismos por el que nos guían, nos engañan y nos extravían, el arte de la manipulación, la mentira más allá del simple realismo, el juego con reglas propias que el gordo entendió mejor que nadie (y Brian entendió mejor que nadie al gordo). Una mirada que se vuelve perversa, mórbida, que es capaz de expresarlo prácticamente todo; miedo, amor, deseo… fascinación.

Puros arquetipos: ricachón, amigo fiel, malvado con pintas, femme fatale, damisela en apuros. Actores inexpresivos como corresponde a sus roles; ella, más un ideal que una persona de carne y hueso, él, un tipo ausente que habita en otro tiempo… quizá Lithgow es el más “miscasting” en sus turbias apariencias, que delatan por dónde irán los tiros de su personaje. Trama retorcida, sin rubor a caer en el dislate puro, cargada de una vena poética, necrófila, de un romanticismo exagerado y teñido de carácter incestuoso, en torno a unos seres heridos por el trauma. Especular, con situaciones idénticas (las aspas del barco girando implacables), teñida de irrealidad gracias a las notas de un Herrmann que a su vez, remakea su propio trabajo, o a una labor fotográfica de apariencia difuminada. El plano final es algo que conocemos y esperamos, que resulta brutal cuando llega por fin; cada uno, viendo lo que quiere ver en el otro, amor como distorsión, conjuración de un fantasma que sólo habita en nuestras cabezas, en nuestra mirada.

Representación: un panteón que replica un lugar real, presidido por obras de arte, una fotografía, un espejo. Maletines vacíos y llenos. El trampantojo de la iglesia y la falsa amante de Dante. La vieja Europa y el sur estadounidense de las viejas tradiciones, frente al comercio internacional. Ante todo, destacar cómo se funden los espacios con quienes los habitan, el habitual alarde visual en forma de zooms de acercamiento y alejamiento, travellings laterales, grandes planos generales y toda índole de recursos que parecen empeñados en delatar, una y otra vez, el artificio de lo que estamos viendo.
La película me gusta, pero Cliff Robertson es miscasting total
 
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