Yo trabajo en un sector profesional altamente feminizado. En mi empresa somos aproximadamente un 30% de hombres frente a un 70% de mujeres. Mis mejores amigos son casi todos mujeres. Y dos de las páginas web que más leo son Weloversize y Women's Right News, dos comunidades formadas mayoritariamente por mujeres. Resumiendo, me paso la inmensa mayoría del tiempo en compañía de mujeres y escuchando y leyendo a mujeres, quitando NosoloHD que es el único reducto en el que puedo sacar mi lado más cavernícola . Y te digo una cosa: la inmensa mayoría de las mujeres que conozco tienen una manera de pensar más parecida a la que tenemos Edgtho, Christian Troy, Manu 1001, Henry Morrison y un servidor que a esa gente que se considera abanderada del feminismo contemporáneo. Es más, en numerosas ocasiones, los "machirulos" del foro hemos dado voz en este hilo a numerosas mujeres que piensan como nosotros: Camille Paglia, Erin Pizzey, Christina Hoff Sommers, Susan Pinker, Helena Cronin, Jessa Crispin, Cassie Jaye, Sarah Winter, Betsy Cairo, Allie Stuckey, Karen Straughan, Barbara Pease, Lindsay Shepherd, Lauren Southern, Barbara Horvat, Roaming Millennial, Blaire White, A Bit of Britt, Catherine Deneuve, Marta Iglesias Julios, Yobana Carril, Rocío Monasterio, Alicia Rubio, Prado Esteban, Rosa Cuevas-Mons, Elena Berberana, Cayetana Álvarez de Toledo, Berta Vias Mahou, Leyre Khyal, Cuca Casado, María Teresa González Cortés, Guadalupe Sánchez Baena, Bebe, Valentina Ortiz, Gemma Goldie, Balderouge, Anima, Leisy, Zooropina, Opresora Kawaii... mujeres a las que muchos de nosotros escuchamos y leemos con gran atención, mujeres que critican y se burlan de las estupideces del feminismo radical igual que los "machirulos" de este foro. Y supongo que no será porque tengan problemas para meterse en la piel de una mujer precisamente. Igual es simplemente porque muchos de los abanderados del feminismo actual no dejan de decir paridas una tras otra, y una parida es una parida tanto a los ojos de un hombre como a los ojos de una mujer, no hace falta pertenecer a un sexo concreto para detectar y criticar gilipolleces.Claramente no has estado en una situación y estás lejos de comprenderlo. (...) Si no os ponéis en el lugar del otro seréis incapaces de escuchar y entender a la otra parte
No somos nosotros los que lo llevamos al chiste: son ellos. Cuando alguien escribe un trabajo fin de máster afirmando que "la heterosexualidad es una construcción social", cuando alguien escribe una noticia diciendo que "el aire acondicionado es machista" o que el tamaño de los teléfonos móviles es heteropatriarcal o critica las minifaldas como "instrumento de opresión machista" mientras que reivindica el hiyab como símbolo de empoderamiento y rebelión, o que la utilización de una determinada vocal invisibiliza a la mujer, o responsabiliza exclusivamente a los hombres de la llamada "brecha orgásmica", o la vicepresidenta de una nación sale diciendo que quiere incluir en el Código Penal el concepto de "violación negligente" mientras una ministra dice que la maternidad es una forma de esclavitud instaurada y promovida por los hombres... no queda otra que tomárselo a cachondeo.Llevarlo al chiste es patético (...) Si cada vez que se pone un artículo se intenta ridiculizar en vez de mirar más allá, no entenderéis de que va la película
Y no es una cuestión de falta de empatía con las mujeres. Detrás de cada uno de las cuestiones arriba señaladas se esconde una problemática que afecta a las mujeres en mayor medida que a los hombres. Pero en vez de analizar cada una de esas problemáticas con rigor y objetividad en busca de soluciones a las que puedan llegar mujeres y hombres trabajando en equipo se aprovecha la ocasión para lanzar el trillado discursito de que vivimos en un heteropatriarcado en el que los hombres son unos privilegiados que disfrutan oprimiendo a las mujeres. Y por ahí sí que no vamos a ninguna parte.
Cojamos por ejemplo el tema del aire acondicionado. No cabe duda que en un entorno de trabajo en el que trabajan varias personas es muy complicado encontrar unas condiciones térmicas que satisfagan a todos los trabajadores y que, en términos generales, las diferencias biológicas entre hombres y mujeres hacen que ambos colectivos necesiten temperaturas diferentes para alcanzar la comodidad térmica. En invierno yo y uno de mis compañeros estamos en camiseta en la oficina mientras nuestras compañeras llevan jersey. En ese sentido reconozco que la temperatura que tenemos en invierno nos beneficia a los hombres, que podemos estar más cómodos al llevar menos ropa. Pero ¿qué pasaría si pusiesen el termostato a una temperatura apta para que las mujeres pudieran ir a la oficina en camiseta? Que yo y mi compañero nos moriríamos de calor. Y partiendo del hecho que es imposible conseguir una temperatura óptima para todos, hay que tener en cuenta una cosa: que cuando hace frío es fácil alcanzar la comodidad térmica poniéndose ropa, pero cuando hace calor la única manera de lograr la comodidad es quitándose la ropa... y llega un punto en el que uno no se puede sacar más ropa, especialmente cuando trabaja en una oficina con más personas y existen unas ciertas normas de etiqueta (por ejemplo, prohibición de llevar pantalón corto). En verano, tres cuartos de lo mismo: los hombres, que nos morimos de calor, preferimos el aire acondicionado a tope, mientras que las mujeres lo prefieren al mínimo o apagado directamente. ¿Cómo satisfacemos a todos? Pues dialogando entre nosotros y llegando a acuerdos que satisfagan a todas las partes. Por ejemplo, encendiendo el aire acondicionado un rato y tenerlo apagado otro rato y así conseguir durante toda la jornada laboral una temperatura fresca con la que tanto hombres como mujeres se sientan a gusto. Esto es lo que hacen las personas normales: dialogar y llegar a acuerdos. Y luego están los ofendidos profesionales, que van por ahí de víctimas criminalizando al resto, haciendo campaña de que el aire acondicionado es un instrumento de opresión heteropatriarcal... patatín, patatán.
Los que intentamos llegar al fondo de las cosas y mirar más allá en vez de ridiculizar somos nosotros. Pero si ellos empiezan reduciendo las cosas al absurdo nosotros tenemos el derecho a tomárnoslo a guasa y a replicar de manera satírica.
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