¡Vaya día! Viendo la televisión hoy, me he acordado de aquella escena de El chico de oro en la que el pobre chaval está rodeado de gentuza que trata de doblegar su voluntad (recitando mantras infernales) para que se coma la puñetera y grumosa papilla (con sorpresa sanguinolenta) que le tienen preparada. La caza de brujas mediática que se está desatando contra Vox (o contra cualquiera que se aparte lo más mínimo del pensamiento colmena que tratan de imponer) está alcanzando niveles verdaderamente grotescos. Mi reacción, claro, ha sido espetarle al Sardo Numspa de turno: ¡¡¡BÉSAME EL CULO!!!! A cualquiera que ame la libertad le ha tenido que parecer lamentable (y vergonzoso) el show que le han montado hoy a Ortega-Smith (muy espontáneo todo...).
Por cierto, ayer (re)visioné Las cicatrices de Drácula (salió hace poco en bd) y no pude evitar pensar que, tal y como está el patio, y sólo por la cachonda escena de la hija del burgomaestre, nunca más se emitirá esa película por televisión. El hecho de que la muy "empoderada" no dude en acusar a su adulado amante de violador (cuando su padre los sorprende en pelota picada) y que, para más inri, esboce una sonrisa cuando la guardia persiga al pobre desdichado para prenderlo, convierten a este título en sacrílego para la inquisición femiprogre actual (directa a la hoguera, vamos... porque las mujeres son todas unas santas, que me lo ha dicho Carmen Calvo).
En resumen, que si la única disyuntiva que me plantean es la que le ofrecían a Leodegrance ("estás con nosotres o contra nosotres"; muy democrático todo...), responderé (airado) como él ("¡¡¡¡¡CONTRA VOSOTROS!!!!!").