Esto lo veo más como la segunda parte de una película de seis horas que como algo independiente, porque la propuesta es idéntica, como idénticos son los aciertos y los defectos; un díptico que aspira a lo que haría un Fritz Lang del siglo XXI con un cine de género donde una puesta en escena concentrada, de espacios indeterminados, de brumas de arena y depuradas arquitecturas futuristas, estaría al servicio de unos héroes-villanos que se debaten en la eterna telaraña del destino, del rígido determinismo que rige la política y la economía, la religión y la manipulación de masas, la ecología, y en definitiva, la metafísica tan intrincada y por momentos inabarcable del universo de Herbert.
Ya más en serio (si es que algo de esto es serio), los sentimientos son contrapuestos y sigue siendo un eterno quiero y no puedo, un proyecto sumamente ambicioso que se salda con fogonazos de inspiración y con resultados fallidos en general. En términos narrativos le pasa lo que a mucho cine de ahora, parece que estuviera confeccionada a retales inconclusos, pese a la larga duración, o a modo de resumen de una serie; primero un rato muy largo con los fremen en el desierto, luego entran los malos cuando parece que llevamos media peli, y así con todo.
El segundo tramo es donde todo lo que llevamos visto estalla, alcanza su conclusión y ahí lo veo más centrado y alcanzando la intensidad que le faltaba. Vemos el surgimiento de una fe, la naturaleza corruptora del poder y cómo una persona debe de algún modo morir y dejar atrás su yo para renacer en forma de leyenda al servicio de una causa superior y de la renovación de una estirpe decadente. Un ser un tanto inhumano que tiene que hacer lo que debe por encima de intereses personales, y aquí las dos mujeres son las que personifican esas dos tensiones de su personalidad. Todo esto se intuye y supone, creo yo, lo interesante que aportar al tan manido y maniqueo viaje del héroe; este tío no es un héroe, o no está claro que lo sea (besar la bota, besar el anillo), pues es delgado el límite entre el idealismo, los sueños legítimos de un mundo mejor para los desposeídos… y el carácter despiadado de la política y sus difíciles equilibrios; la guerra, el genocidio, la destrucción total asegurada.
La cuestión es si esto tiene cabida en el mainstream actual, cobarde, simplón y acomodado. La película se sirve de su coartada de pretendido cine “adulto” para pasar por todos sus peajes; poco amor, poca muerte y desde luego nada de sexo ni de excentricidades. A nivel de adaptación se resume, elimina, etc. para dar quizá más sentido a cosas (ese giro familiar culebronesco), simplificar la (demencial) trama, y ya de paso, deshacerse de los aspectos que pudieran resultar más bizarros e incómodos (Alia Atreides). Pese a todo, el argumento sigue siendo incomprensible, o al menos, enrevesado ¿Y qué importa? Si tenemos a 500 youtubers haciendo sus vídeos de teorías, análisis y explicaciones; seguro que quienes han hecho la peli cuentan con ello.
Yo no he visto lo que hay que ver, pero al final, miento si digo que no me quiero ir con esta gente a hacer la guerra santa y a cortar cabezas por toda la galaxia; normal, con este mesías tan guapo… yo es que quiero ser tu Zendaya, Muad’dib, yo quiero cabalgar contigo el gusano de arena o lo que haga falta, Timoteo... Y el otro menda no le anda a la zaga, desprendiendo morbazo incluso siendo un puto calvo albino. Pero me desvío de lo importante (¿Seguro?). Bardem, la gran revelación; no es que haga una gran actuación, es que es el único que parece humano y que no tiene un palo metido en el culo. Los demás son figurantes deluxe: la Seydoux, de juzgado de guardia, y la Taylor, pues un anuncio de Cacharel muy bonico.
Pocos momentos en que la película respira, aunque los hay; cierta poética del desierto, los instantes cotidianos de la vida fremen, con sus propias divergencias y tensiones internas, ese plano cenital del mesías moviéndose entre la multitud cual célula diminuta, la sacada de chorra en blanco y negro… Incluso la parejita cumple, tan serios los dos. Sobre las escenas de acción-espectáculo, sobresale la de cabalgar el gusano, el duelo final a cuchillo, el ataque del tóptero, que cuanto menos es un intento de componer buenas secuencias con desarrollo y estructura interna, que ofrezca tensión y juego con elementos escénicos. Pero predominan las típicas de plano corto, movimiento, confusión, todo oscuro y poca gama cromática, así como el uso atronador de la banda sonora para epatar; de nuevo, modos de hacer muy actuales. Villanos en el fondo muy genéricos (¿Cuántas veces se repite en ellos el cabreo que pagan con un subordinado?), si funcionan es más por presencia física que por otra cosa (lo de hacer al barón sexualmente ambiguo ni que decir tiene que sería tabú total).
Conclusión en forma de cliffhanger descarado otra vez y a por la franquicia y la trilogía; también es lo lógico, porque es el siguiente libro de la saga el realmente conclusivo, casi más un epílogo o añadido; con muchos clones, fetos en tarros, ciegos que en realidad ven, gente muy fumada... yo es que a veces pienso en la saga Dune como una gran comedia cósmica y no nos habíamos enterado, seguro que mejoraba vista en esa clave, aunque con Villanueva al frente, desde luego nunca veremos algo así.