Ayer tuve que ir al centro comercial a cambiar un jersey, regalo de reyes que me estaba grande.
Por un segundo, al entrar pensé: ya está, ya ha empezado la revolución, el apocalipsis zombie, el Mad Maxismo va a llegar... pero no. Solo que soy gilipollas yendo a las ocho de la tarde. Cuando todo el mundo aprovecha para ir entre semana. Y allí estaba, el género humano en todo su esplendor. La especie dominante del planeta Tierra haciendo lo que mejor sabe: estrujar, empujar, gritar, y colarse. ¿Seguro que me he metido en un centro comercial, y no en un documental en 3D sobre rituales de alguna ignota tribu africana de chimpancés?
De verdad... mi odio por los centros comerciales aumenta con el paso de los años. Hasta hace unos años iba con mi wat y era un suplicio, no hay ni una puta tienda en todo el centro comercial donde ir a dar de comer al cerebro. Si no te gusta mirar, probarte y desechar ropa o zapatos, tu única opción es sentarte en un mini cojín de la tienda, o en bancos de hierro que hay fuera en los pasillos, en los cuales siempre hace mucho frío o mucho calor, y 4 de cada 5 veces que voy huele a muerto por todo el lugar.
Ya hace años me sentía impaciente y aburrido, pero lo toleraba (no sé como) intercambiando SMS con los amigos, o dejando volar la imaginación. Pero mi tolerancia hacia estas situaciones baja a pasos agigantados conforme me hago viejo. Grupúsculos de seres humanos que parecen ignorar por completo la existencia de otros, y de cualquier mínima regla de urbanidad: niños gritando o dándose hostias contra los escaparates sin mucha vigilancia (que es lo único que me parece normal, no es de recibo meter a un crío en un centro comercial durante horas) todo el mundo chocándose por ir con el puto móvil mientras andan, hablan, compran, pagan... ¿¿¿cagan??? Colas kilométricas para cambiar un puto jersey... música machacona y sin sentido...
Cuando voy de compras con la wat a Alicante, aún aún, hay consenso: yo me jodo un rato mientras ella mira ropa, y luego ella se jode un rato mientras yo estoy en la FNAC, ok. Pero aquí en el pueblo el ÚNICO centro comercial solo tiene tiendas de ropa, de zapatos y complementos, pubs y Burguer Kings, y los multicines monstruosos: ni una tienda de discos, ni una sección de películas o una librería, ni siquiera un triste quiosco para meterte a mirar periódicos... NA-DA. La única opción es irte a Carrefour, que está al lado, cruzando una carretera bastante chunga, ¿y para qué? Si hay cuatro pelis, cuatro libros y cuatro discos que me los sé de memoria...
Que triste, de verdad. Y que esto cada vez sea más la norma, que las opciones se vayan reduciendo más y más. Que cada vez las conversaciones se apaguen en pos de los chateos de wasap por móvil y cada vez sea más difícil encontrar espécimenes potencialmente humanos en esos lugares. ¿Seré yo el que sobra, oh señor?