Master and commander: Al otro lado del mundo
El género de aventuras en su más pura expresión, con un grupo humano enfrentado a todo tipo de peligros y un retrato a fondo de la vida en un barco de guerra; mientras tanto, Napoleón se adueña de Europa a cientos de kilómetros de distancia. Espectáculo visual y sonoro de primer orden que merece ser visto en pantalla grande y (sobra decirlo) lección tanto de guión (con todo calculado al milímetro y cada detalle sumando algo) como de narrativa visual que recupera el legado de los clásicos, en su momento una rara avis, y ya no digamos en el actual. El comienzo, con la aparición de un navío enemigo que será a partir de entonces un barco fantasma, parece de cine fantástico. Y el sentido de lo maravilloso, del descubrimiento de nuevos horizontes (conforme a los nuevos tiempos e ideas que estaban llegando tras la revolución francesa) y de culturas distantes, está muy presente, contagiándose al espectador, filmándose de manera muy viva la naturaleza y los elementos (en forma de niebla, tormentas, calor y sed extremos, nieve…), más que como simple escenario… todo ello denota en el australiano (quien se propuso prescindir de efectos digitales en todo lo posible) una sensibilidad muy próxima a la de los poetas románticos, dejándonos imágenes (tanto las más paisajísticas como las del interior de la nave -los marineros subidos al velamen-) que permanecen en la retina, músicas (con Boccherini y otros maestros a la cabeza) que nos siguen acompañando.
Se alternan la calma, el profundizar en motivaciones y en la parte humana, con una aproximación directa y realista, incluso febril, a la acción y las batallas, en las que el riesgo y la muerte se perciben con claridad. Se va de lo inabarcable a lo diminuto, y para muestra, el plano que relaciona a un escarabajo con el temible Acheron. El capitan, chapado a la antigua, con su fidelidad al rey y a las órdenes recibidas, representa tanto la experiencia y la astucia humana enfrentada a la técnica como el apego por las jerarquías. Apenas un par de detalles bastan para saber lo que ha sacrificado y dejado en tierra en favor de una causa superior. En el extremo contrario está el doctor, el nuevo hombre ilustrado y positivista que rechaza la anterior mentalidad y no forma parte del mismo mundo. Amigos pese a sus diferencias, se acaban aportando mucho y no son tan diferentes (incluso el capitán gabacho demuestra caballerosidad ante el rival, con ese gesto de entrega de la espada). La subtrama del pobre tipo rechazado por los demás refleja también la intolerancia y las consecuencias de la superstición, en contra de esa visión más idílica de una sociedad. Una tremenda iniciación la del niño, que atraviesa experiencias durísimas y sigue entero (hombres a la antigua usanza y de otra pasta, que diría alguien -sí que es cierto que estamos ante una película rotundamente masculina). Muy novelesco el giro final: esta gente nunca descansa, el final es el principio de otra aventura.