Respuesta: El cine nos ofrece un bastión artístico ineludible: Inglourious Basterds
Tarantino puede que tenga eso que llaman "la flor en el culo". Muchos lo tachan de que se le perdona todo, se le pasa por otro rasero, que es el niño mimado de Hollywood y quizás, sólo quizás, puede que sea así pero...
una vez visto a estos Malditos Bastardos en acción uno comprende que en este caso hay razón para ello, para darle una palmada en la espalda al director susodicho y decirle: "Quentin, lo has vuelto a hacer". Nadie tiene porqué disfrutarla sino quiere, es verdad, ni nadie debe estar obligado a decirle al director que su última obra es buena cuando a uno no se lo parece o que si la película es floja no tiene porqué autoengañarse para decir lo contrario.
Cuando uno ya más o menos conoce la forma de rodar, la forma de mover y la forma de narrar de cierto director y encima disfruta con ello, no es extraño decir que en cada nuevo título quiere encontrarse con ese estilo tan particular. Claro está, mis cávalas y mis razonamientos me llevaban a una paradoja pues: ¿cómo iba a hacer Tarantino las cosas para que su estilo cuadrase en una película bélica? No es moco de pavo y tampoco es tan fácil pero Tarantino, como dije tiempo atrás, lo ha vuelto a hacer y aunque las tenía todas conmigo aún quedaba esa pequeñita duda de: ¿y si la caga esta vez? (pues todos sabemos que últimamente ni nuestros directores favoritos son infalibles ni clavados en su menester).
Como le gusta a nuestro Tarantino hacer sus películas por capítulos, se le nota un montón (pero se le perdona, ¿no?). Con ese primer capítulo ya me convenció. Esa narración, esos diálogos pausados, llenos de tensión porque son reales, la situación es real, todo es real. Pero lo mejor de todo es que Tarantino no es tonto y así como el trailer le daba un empaque y un empuje a la presentación de los Bastardos como los auténticos protagonistas la película me ha dejado claro que no es así, para nada. Aquí el protagonista absoluto es ese retorcido Hans Landa, el roba escenas magnífico, apodado "El cazajudíos". Su presencia abruma, aterra e incomoda. Pero sobretodo nos hace aplaudir por dos motivos: porque es un personaje creíble pero sobre todo por saber que aún hay actores como los que (casi) ya no quedan. Todo el capítulo de Landa y la familia francesa es realmente triste y conmueve (quizás la que más para mi). Pero sobre todo Tarantino, con esa huída desesperada y luchando por el último aliento de vida (futura) por parte de Soshanna, nos plantea y remarca una venganza (ese grito de: "¡Aurvour, Shosanna!" (perdonar mi francés) de Landa es bestial de lo mezquino que se puede llegar a ser).
Y así, poco a poco, la película, a fuego lento, se va caldeando una historia con sus pros y contras, con sus aciertos y muy pocos fallos, para ir a todo lo que el universo Tarantino nos ofrece y nos enseña. La violencia está ahí, latente, patente y perceptible. No hay engaños, no hay trampa ni cartón. Todo es así, todo es 100% made in Tarantino. Y sin dejarme llevar por el entusiasmo huelga decir que el tempo de la película es muy correcto, acertado (aunque quizás en el capítulo del bar, con el juego de las cartas un poco menos de metraje no le hubiese ido mal) por lo demás es un puro deleite: la presentación de Los Bastardos, con cada uno de sus elementos e integrantes, de los cuales hablaré más adelante, o el plan urdido por Soshana por volar todo por los aires en medio de un fuego vengativo, o ese descubrimiento por parte de Landa del engaño de Bridget von Hammersmark y esa falsa escayola... y así hasta no parar. Otro momento impagable: el de Landa con Soshanna en el restaurante. Ella tensa al estar ante el sicario, verdugo y asesino de su familia mientras él, más o menos intuye quien es ella. O la manera de como llevan a cabo su venganza en el cine con todos los artífices, técnicas y montajes posibles sin que ninguno sobre o falle (me encanta esa cámara lenta cuando se cargan a los dos guardas de la puerta).
¿Y los Bastardos? Uno no puede darles de lado o quedarse igual. Brad Pitt se marca y se transforma en un personaje de pose y modelo. Un Aldo Raine que no eclipsa ni intenta ser el protagonista absoluto, pudiéndolo haber sido si quería apoyándose en su apellido de divo. No, Pitt no ha jugado en esa liga. Su personaje es lo que queda, sus acciones son las que quedan y su actuación es lo que queda (ayudado también con esa bacilada de la cicatriz en forma de esbástica en la frente con ese cuchillo... si Rambo marcó tendencia con su cuchillo en los 80 Aldo lo consigue en este 2009). Eli Roth, con su "Oso Judío" otro tanto (atención a esa expresión cuando dispara contra los nazis del cine), Til Schweiger tres cuartos de lo mismo (su puño asesino no se olvida fácilmente, la verdad). Lo cierto es que forman un conjunto especial, increíble y sobre todo con una iconografía cinematográfica perfecta.
Luego están personajes secundarios como el de Diane Krugger o el de Soshanna. Incluso el de Bruhl. O el ayudante de Soshanna en el cine, o los altos cargos nazis... todos, en su justa medida, están sublimes. Es una película de actores, de set pieces, de situaciones, de frases, de diálogos... es una gran película. No una obra maestra como quiere intuir la última frase (ingeniosa) del final pero sí una para recomendarla, sin dudarlo y sin temer por la respuesta.
Como dije, Tarantino se ha marcado una seña más en el cinturón (y en el curriculum). Una seña distintiva de que estamos ante un director que sabe lo que hace y que las largas esperas que nos pegamos valen, como mínimo, la pena.