Respuesta: El cine nos ofrece un bastión artístico ineludible: Inglourious Basterds
Criticar ese personaje me parece igual de ilógico que cuando se criticaba la actitud de Stuntman Mike.
Entonces paremos esto y no comentemos nada de la película, ni bueno ni malo, pues también es ilógico. Estaría bien que si "soportamos" piropo tras piropo, fuésemos capaces de soportar, en la dirección contraria, algún cuestionamiento de la "supuesta perfección", pues tan gratuito es piropear cómo criticar algo que no hemos hecho ninguno de nosotros y que ignoramos el verdadero mecanismo que ha llevado a eso, voluntariamente o no.
Yo sólo digo que el personaje de Landa (y en general, la película) empieza con un registro, o al menos yo así lo aprecio (o creí apreciar en el primer capítulo), bastante "creíble" aunque cabrón. Su visita al francés tiene un punto que paulatinamente va transformámdose en caricatura al final del metraje. Vamos, para entendernos, empieza como Hanibal Lecter o Amon Leopold Goeth y acaba como el Dr. Strangelove. Pero esto es algo que se extiende bastante a todo el conjunto: por un lado tenemos momentos que pretender epatar dramáticamente (la matanza de la familia de Shosanna) y por otro tenemos otros que se plantean en plan gracieta (el personaje de Aldo Raine, el aplastamiento de cabezas nazis, el interrogatorio de Landa a Raine o el marcado final de Landa).
Vamos, es como si en
Sin perdón, Eastwood hubiera planteado como chiste la paliza de Little Bill a English Bob, o hubiera mostrado la cabeza de Little Bill reventando con su disparo final a bocajarro. Uno no sabría a qué coño venía todo eso. Aquí, como estamos ante Tarantino, todo puede explicarse porque es voluntad del altísimo, que es un genio y hace lo que quiere (que puede estar bien y que puede valer para aceptar pulpo) pero a otros, mi caso, me resulta una frivolidad, disfrutable, pero sin ninguna implicación emocional. Por eso decía, mensajes atrás, que no veo cuestionamiento de la violencia en ningún sitio, porque no hay un todo que conduzca el discurso hacia ahí, como sí sucede en
Sin perdón, y sin tanto artificio formal.
Y para que no se diga, otra crítica positiva, esta vez a cargo de Miguel Angel Refoyo en su web,
Un mundo desde el abismo.