"En aquellos momentos, saliera lo que saliera —algo que no estaba predeterminado, sino en
nuestras manos—, parecía claro que necesitábamos ir construyendo la confianza entre nosotros. En
aquel entonces, la verdad, un tono más pausado de Pablo Iglesias nos hubiera ayudado mucho. Claro
que teníamos nuestras heridas internas, pero no necesitábamos que nos echaran sal en ellas y, en
general, es mejor para un político no inmiscuirse en los problemas orgánicos de los otros. Sin
embargo, por encima de todos los obstáculos, era consciente de que nuestras responsabilidades
respectivas nos obligaban a tratar de construir una relación personal y, como dijo Einstein, solo hay
una forma de saber si puedes confiar en una persona: confiar".