Sánchez, en lugar de acercarse a Alemania, que siempre gana, ha jugado a crear una nueva mayoría con Macron para afear a
Rivera en clave de política interna. Y, al final, como no podía ser de otra manera, Francia y Alemania —con el apoyo en la trastienda del iliberal y nacionalista
Viktor Orbán— han hecho piña.
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Sánchez ganó las primarias abriéndose a Podemos: "Miremos a nuestros hermanos portugueses", dijo en el
mitin que lo entronizó como líder del PSOE en el Ifema de Madrid en junio de 2017, pero cuando ha tenido la oportunidad de materializar esa idea 'a la portuguesa' —al margen de la
conveniencia para el país que cada uno dirá— la ha dejado descarrilar por eso tacticismo implícito a la actual política que él ha querido llevar a Bruselas y del que ha salido escaldado.
Entre otras cosas, porque aliarse con Macron es olvidar que, entre España y Alemania,
Francia elegirá siempre a Alemania, como así ha sucedido. Es lo que ocurre cuando se buscan
alianzas artificiales, que suelen estallar a las primeras de cambio.