Otro clavo más en el ataúd de esta Segunda Restauración.
Si la noticia se confirma, significa el funeral de la política de división social que ha manejado la élite políticoeconómica desde los Pactos de la Moncloa y que venía a ser, básicamente, dividir al enemigo (los trabajadores).
a)
De 1977 a 1993, con una expansión de la administración pública que contrarrestara el impacto del desempleo generado por la
Reconversión Industrial (sic), la segunda oleada de la crisis del petróleo y el aumento de la población activa por la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral. Si no llega a ser por ese
crecimiento espectacular del empleo público (que ha dado la forma clientelar hoy conocida al movimiento sindical y nutrió de millones de votos al PSOE), aquí se habría liado gorda en la década de 1980.
b)
De 1993 a 2002, fase en la que se sale de la crisis con un ataque frontal a los trabajadores realizado con la complicidad de las centrales sindicales. Aquí el instrumento de ataque no fue la eliminación de sectores industriales concretos (aunque la privatización de los restos de la empresa pública se completó), sino la
precarización laboral (temporalidad, ETT's, bajos salarios). Y aquí se divide a los trabajadores entre los que ya estaban en el mercado laboral entonces (a los que no se les toca ni una coma de sus condiciones actuales) y los que vienen detrás, que empezaron a aceptar sobrevivir en la cultura de la precariedad permanente. Se crea así una aristocracia obrera y sindical que se desentiende de las condiciones laborales de los que acceden al mercado laboral después que ellos. Hay, por tanto, un elemento generacional muy marcado en esta técnica de división.
c)
De 2000 a 2012: aquí el elemento de agresión a las condiciones del trabajo viene dado por la
importación masiva de mano de obra inmigrante e ilegal que provoca el derrumbamiento de los salarios. La estrategia de la división ha llegado al máximo entre los trabajadores: inmigrantes vs. nacionales, trabajadores del sector público vs. trabajadores del sector privado, aristocracia obrera vs. trabajadores precarizados, pensionistas vs. trabajadores en activo.
d)
A partir de 2012: ya no es posible mantener diferencias sustanciales entre distintos grupos. El deterioro de la hacienda pública y el hundimiento de la raquítica estructura económica española hace tabla rasa de todos los trabajadores y comienza a atacarlos por igual. Se disuelven cada vez más las diferencias anteriores y la élite políticoempresarial tiene enfrente, cada vez más, a un adversario único, con los mismos intereses y los mismos oponentes.
Bienvenidos al principio del fin