Todo empezó con zapatero. Y Sánchez ha perfeccionado el sistema. Se trató desde el principio de conseguir odiarse entre sí y conseguir una polarización de tal calibre que los votantes de izquierda no cambiaran su voto, hicieran lo que hicieran gobernando. Lo han conseguido en parte. Sabían que consiguiendo la esclavización de su voto podrían gobernar eternamente con el apoyo de aquellos con los que la derecha no pactaría jamás. A la izquierda siempre le ha escocido la democracia. Eso de perder el poder con la alternancia no le la sentado bien.
Cuando está en el poder intenta comprar el mayor número de votos posible. Colectivo lgtbi, inmigrantes, jubilados, funcionarios, amas de casa, jóvenes, a través de subidas, subvenciones y ayudas. Entre eso y el odio y la cesión de lo que haga falta, sobreviven. Sumado a la toma de las instituciones y medios de comunicación, se nos queda un pastel incomestible. No contentos con este panorama, el pasito siguiente es, en un exceso hemorrágico incontenible de entusiasmo estalinista aspiran a intervenir el poder judicial y los medios de comunicación no afines. Preludio todo, probablemente, de algún tipo de conflicto civil de proporciones no mensurables. Este es el rojerío que resurge de sus cenizas postguerracivilistas