Esta vez, el Gobierno se ha visto obligado a hacer cesiones exprés a los rivales políticos y líderes autonómicos para poder sacar adelante la cuarta prórroga
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De esta votación,
la guardia pretoriana de Moncloa ha de extraer algunas conclusiones. Primero, que aun siendo necesaria —sobre todo, en lo que a la restricción de movimientos se refiere—, la prórroga del estado de alarma no se podía conceder 'gratis et amore' ni servir de coartada para congelar el sistema de garantías constitucionales. La segunda conclusión tiene que ver con la inconsistencia de sus socios de gobierno. No solo porque algunos le den la espalda en votaciones mollares
como la de hoy, caso de ERC, tan preocupado por la crisis territorial como por la crisis sanitaria, o
porque el PNV se mueva en una calculada ambigüedad. También por el quebradero de cabeza que supone Iglesias. El PSOE debería ir asumiendo que, más pronto que tarde,
deberá romper con la formación morada e intentar un acercamiento a PP y Ciudadanos con la aprobación de unos Presupuestos 'ad hoc' para la pandemia. Pactos inéditos para situaciones excepcionales.
No habrá más prórrogas. Dentro de 15 días,
el Congreso estará más polarizado que hoy, con unos partidos pensando más en los puntos de intención de voto y en cómo mutualizar el desastre de
la gestión del covid que en el interés general.
Los tres países más golpeados de la Unión Europea, esto es,
España, Italia y Francia, son también los que tienen más oposición y contestación parlamentaria como consecuencia de la deficiente gestión del virus y las secuelas económicas. En los tres países, se atisban algo más que cambios.