Recupero una intervención anónima (entiendan la gilipoyuá) que he leído no sé dónde:
Yo estoy encantado con el coronavirus:
- Hemos descubierto que tenemos el mejor gobierno del planeta
- Vamos a tener pagas sin tener que ir a trabajar
- Vamos a acabar con la pobreza del mundo, porque vendrán a por la paga
- Nuestros niños van a tener aprobado general
- Ya no va a haber bulos nunca más
- Han dejado de aparecer féretros por la tele, de ningún tipo
- En televisión, en vez de una catástrofe, parece que retransmiten un gran partido de fútbol
- Nos dejan salir a la calle (a ratos)
- Cada vez está más cerca el paraíso (socialista)
- No van a "dar" miles de millones de euros los países europeos
- Y podemos aplaudir hasta hartarnos.
Aislarse empieza a ser una cuestión de higiene mental, de supervivencia. Si hemos degenerado hasta acercarnos al punto crítico de no retorno, ha llegado el momento de salvar los muebles personales y olvidar el resto. Nunca ha estado más claro por qué los alemanes del este se jugaban la vida saltando la Ebertstraße o por qué los marielitos tienen tan digno nombre en todas partes salvo en Cuba.
El pueblo, en general, puede que sea imbécil, pero eso no justifica que tú, al pertenecer al mismo, lo tengas también que ser.