Me da la impresión de que el sistema educativo actual considera el fracaso como un terrible trauma impeditivo que castiga y mortifica al niño. Por ello, se pretende fingir de común acuerdo, que el fracaso no existe y que el intentarlo es ya la meta, el éxito. Ambas cosas son mentira.
En el colegio, cuando uno tenía un mal resultado, se nos decía que era un punto entre lo que éramos capaces de hacer cuando llegamos al colegio, y lo que sabríamos hacer cuando nos fuéramos. Una mala nota o un examen suspenso no eran "miren todos, un subnormal", sino "puedes dar más de ti y puedes hacerlo mejor, aunque te cueste". No era algo que lamentar, era algo que TRABAJAR. La motivación, la auto-disciplina y la confianza en uno mismo que podías ganar cuando conseguías superar una materia que te costaba, te formaban como persona.