Con spoilers (cuidadín para aquel que no la haya visto y quiera darle un tiento). Gracias.
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The Great Gatsby, Baz Luhrmann, 2013)
Los alocados años 20 bajo la (excesiva) mirada de Luhrmann
Si algo por lo que el director siente verdadera pasión son por los romances imposibles. Esos romances que nunca acabarán bien, que por mucho que sus protagonistas intenten lo imposible algo sucederá que acabará por destruirlo todo, como si de una tragedia griega de proporciones épicas se tratase. Ya sucedió en "Romeo + Julieta", lo mismo sucedía en "Moulin Rouge" y no podía ser menos en "El gran Gatsby". Porque al igual que la vida es compleja, las circunstancias de los personajes de las películas de Luhrmann lo son. Y aunque el dinero lo puede comprar todo, cuando se trata del amor las cosas no son tan sencillas ni mucho menos tan simples.
Después de la fallida "Australia" vuelve por sus fueros y derroteros, sin alejarse ni un ápice de su estilo tan particular y cerrado, cuya cámara nerviosa y montaje ecléctico, adulterado, donde lo visual prima y la forma apabulla nos adentramos en los años 20 donde la vida parecía no tener límite, donde las fiestas, el lujo, los excesos, la dilapidación de fortunas en fiestas, alcohol, bailes y vidas vacías que se suplían con charlas vacías y sin reparar en tiempo y dinero, pues incluso la Primera Guerra Mundial, al menos bajo la mirada del director, se torna como algo lejano, algo ajeno, algo que tiene vida a través de las cartas escritas y donde la pobreza y miseria no tiene cabida más allá de algunos pequeños planos. Aquí se trata de envolver la vacuidad de esas vidas en forma de grandes lujos, fiestas fastuosas, lujos desenfrenados, locales repletos de mujeres sugerentes y bailes provocativos.
Como ya sucedía en Moulin Rouge, la narración se contempla y se sigue a través de la letra de una máquina de escribir. Gatsby no es el protagonista en esta historia sino la víctima. Tobey Maguire será el que nos irá plasmando todas y cada una de las vivencias, matices, virtudes, excesos y fallos del protagonista de esta historia: Jay Gatsby. Un personaje cargado de mitos, leyendas, rumores, verdades y mentiras que no hará acto de presencia de una forma clara sino que se nos presentará a través de siluetas, manos con anillos, sombras y demás, como si de un personaje místico o como si fuese un fantasma que nadie cree conocer pero nadie se niega a asistir a sus fiestas, símbolo de egocentrismo y vidas vacías. Porque todo el mundo acude pero nadie tiene contacto con él.
Y a poco que uno analice la película se dará cuenta que Gatsby estará siempre solo, no tendrá amigos más allá de uno que escoge él personalmente y ese no es otro que el que interpreta Tobey Maguire. Porque la película trata sobre el romance, el amor no correspondido pero a su vez uno se dará cuenta que también trata sobre la falsa amistad, la soledad del ser humano, que no todo lo compra el dinero, que los lujos y excesos esconden una falta de cariño, que el interés egoísta nunca tiene fin. Y aquí tiene forma en Daisy. Carey Mulligan consigue ser ese objeto del deseo, ese amor no correspondido, esa criatura egoísta que no dudará en dejar en la estacada a Gatsby siendo un personaje que no quiere problemas, que la ausencia absoluta de amor hacia él lo dejará en un callejón sin salida.
Lástima que Luhrmann no sepa exprimir mejor el momento definitivo como es el caso del hotel donde ella debe decidir y decantarse. Porque ahí se demuestra tal y como es, ahí se demuestra la realidad que se oculta tras esa chica frágil y ahí se demuestra hasta donde alcanza su poder de engaño ante una pose de “chica bonita tonta”, como ella bien expone en un momento concreto de la película. Prefiere no enfrentarse a la realidad, no quiere tomar partido, no quiere posicionarse, aún sabiendo que su marido la engaña constantemente. Es interesante como en todo momento ha estado jugando con ellos, no le ha importado jugar con los sentimientos ajenos y más aún con Gatsby, quien construye todo un imperio para atraer su atención y tenerla a su lado. Y más aún sin importarle un instante que la vida de Gatsby esté en peligro una vez sucede el accidente automovilístico. Interesante, cuanto menos, es ver como ella ha estado jugando con él en todo momento aunque hubiesen indicios de romance verdadero (siendo el punto de partida ese reinicio de tortolitos enamorados en la casa de Maguire).
Luhrmann emplea un metraje dilatado (dos horas y media) tanto para plasmar como eran los días de aquellos alocados años 20, previos al crack del 29, donde vuelve a reincidir y sin apartarse ni un paso de su estilo tan característico, como para dar forma a un romance trágico y a todo cuanto lo rodea haciendo hincapié en los matices y sobretodo jugando con el resultado en un montaje magnífico, ecléctico, dando incluso cabida a que los personajes se desdoblen en un alarde de exceso, desmedida, sobreabundancia y estética lograda donde imagen y música van de la mano. Sirva como ejemplo los momentos donde todos comparten plano y escena en el piso de arriba dando rienda suelta al desenfreno de la época y que concatena con las fiestas suntuosas y excesivas de Gatsby (impecable uso de la banda sonora, una vez más).
Un diseño de producción trabajado, donde el uso del color es imprescindible en una fotografía digital deliciosa, para dar forma a la obra de F. Scott Fitzgerald en un uso del art decó, el barroquismo, la extravagancia y la inyección de dar razón de peso a todos y cada uno de los dólares empleados para concebir esta extrema puesta al día de un cine de corte clásico que va envuelto en los lujos y miserias, las luces y las sombras de los ricos (tanto nuevos como los que ya vienen de lejos) donde aquí no hay buenos ni villanos sino ricos con problemas de ricos donde el amor no se compra ni se vende sino simplemente se acomoda. Pero mientras tanto nosotros miramos de lejos y en cierta medida deseamos, aunque sea por unos instantes, poderlos sufrir también mientras lanzamos camisas desde lo alto del vestidor y la mañana aparece y la casa está hasta arriba de síntomas de una vida que sólo el dinero puede ofrecer.