El Confidencial
CON LUPA
Terapia de choque: el 15% del PIB para salvar al enfermo más sano del mundo
Jesús Cacho 14/19/2008
Rodríguez Zapatero vivió ayer su auténtico día de gloria. Al explicar ante las cámaras de televisión las medidas tomadas en socorro de nuestro sistema financiero, el presidente se puso estupendo, ahuecando la voz, la mirada tierna, el gesto sombrío, de pronto risueño, las brazos abiertos en plan sacerdotal -el micrófono por cáliz, la prensa por parroquia-, como si de un monseñor se tratara a punto de consagrar. En su salsa. Pasaron los días en que, relegado al papel de comparsa por sus pares europeos, nuestro hombre no sabía qué hacer ni por dónde tirar. Sarkozy, el gran Sarko, no le invitó a la minicumbre de París del primer fin de semana de octubre, y ahí se plantó. Decidió que tenía que jugar a líder de os grandes expressos europeus si no quería arruinar su carrera. Había que sorprender con medidas contundentes, y hacerlo sin necesidad de llamarse Nicolás o apellidarse Merkel. Y ha descubierto que puede, y además que no necesita la ayuda de nadie para hacerlo, ni siquiera la de su vicepresidente y ministro de Economía.
Porque, 24 horas antes, ese mismo ministro había dicho que España no necesitaba comprar acciones de sus bancos, porque sus entidades financieras no necesitan recapitalizarse. Y, nada por aquí, nada por allá, el presidente del Gobierno se ha descolgado con la octava maravilla del mundo: el Plan Paulson (50.000 millones de euros para la compra de activos) y el Plan del Eurogrupo (100.000 millones en avales para emisiones de deuda, más la posibilidad de entrar en el capital de las entidades intoxicadas) juntos, en apoyo de bancos y Cajas de Ahorros. El 15% del PIB español para socorrer al sistema financiero más sano y sólido del mundo. Átenme esa mosca por el rabo.
Zapatero pone cara de señor concernido por la importancia histórica del momento, aunque en realidad íntimamente convencido de estar escribiendo una página insólita en la historia económica española. Ni Franco tuvo tanto poder económico como estos Decretos le otorgan, aunque tal vez sería mejor decir le autoconceden. Para ZP no es momento de pensar en las consecuencias de lo acordado, en la trascendencia de la iniciativa. Alguien ha debido convencerle de que esta fiesta también sale gratis, como la de la burbuja inmobiliaria, la del pisito, y no va a tener coste alguno para el bienestar de los españoles porque “se trata simplemente de avales”, de modo que da lo mismo ocho que ochenta.
Y bien, seamos serios, pongámonos trascendentes, intentemos vencer el pánico que nos produce tan astronómica cantidad de dinero empleada en curar una enfermedad cuyo diagnóstico no conocemos -nos movemos en el mayor de los secretismos-, tratemos incluso de vencer la indignación de que tanta pasta pública vaya a ser destinada a pagar vicios privados, y aceptemos religiosamente la teoría del mal menor. Asumamos que Zapatero ha acertado. Deseémoslo incluso. “Yo creo que esto es horrible”, me decía ayer una persona cuyo criterio admiro, “pero la alternativa es peor: admitiendo que de la recesión no nos salva nadie, se trata de aguantar el chaparrón del ajuste con caídas del PIB del 1% o del 2% durante un par de años y paro del 15%, pero evitando la catástrofe que supondría decrecer al 5%, con tasas de paro del 30%, porque eso no podríamos soportarlo...”.
Sí, es verdad, un mundo poblado por 6.000 millones de personas no puede vivir sin bancos, sin intermediarios financieros, de la misma forma que no puede vivir sin médicos, maestros y electricistas. También lo es que frente a la autonomía de que disfruta la economía productiva en el marco del libre mercado, los ciudadanos de los países desarrollados hace tiempo encomendamos a los Estados, a través de los Bancos Centrales, la supervisión y vigilancia del sistema financiero, conscientes desde antes de la Gran Depresión del riesgo que para el común de los mortales supone su querencia, tal vez su tentación, a la formación de burbujas especulativas seguidas del correspondiente pinchazo y crisis más o menos brutales. Es obvio que los bancos centrales (FED, BCE y demás reguladores) han fallado en su labor de policía del sistema, poniendo la gasolina monetaria en manos de los golfos que han quemado el monte. Pero ahora llega el momento de los ciudadanos. El momento en que los hombres libres deben decir hasta aquí hemos llegado, de acuerdo, acepto el sacrificio, pero a cambio usted, Gobierno, se ha de comportar con la transparencia debida, porque esto no puede ser nunca un cheque en blanco.
Transparencia. Luz y taquígrafos. La exigencia es particularmente pertinente en un país como España, asolado por una corrupción galopante, y una democracia en muy delicado estado de salud. No es que la oposición haya sido ignorada a la hora de pergeñar este gigantesco plan de rescate, porque de eso hablamos, de un plan de rescate a lo bestia, es que parece que también lo ha sido el propio Gobierno o una parte de él -caso de Solbes-, por no hablar del partido socialista. Es la sombra de una nueva y gigantesca Rumasa, con corrupción y amiguismo al por mayor, lo que se cierne sobre la memoria de aquellos españoles que la siguen conservando. ¿Quién va a gestionar esas gigantescas sumas? ¿Un par de amigos del Presidente del Gobierno? ¿Dónde está el Parlamento de la nación? Meter las manos en la masa, nunca mejor dicho, puede resultar fácil; sacarlas después, muy difícil. Hoy mismo, con motivo de la visita de Rajoy a la Moncloa, tendremos ocasión de comprobar las intenciones de Zapatero al respecto. Crucemos los dedos.
Al cabo de los años descubro con estupor que Jesús Cacho es más inocente que un cubo. Rumasa, dice. Crucemos los dedos, dice. Infeliz.
Este trinque va a hacer historia. Los convolutos de la EXPO de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona van a ser un juego de niños con el megapelotazo que banqueros y PSOE, PSOE y banqueros, van a conseguir cuando se cubran esos avales que no se van a cubrir.
"Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie." (Carmen Calvo, ex-ministra, explicando el catecismo económico socialista)
CON LUPA
Terapia de choque: el 15% del PIB para salvar al enfermo más sano del mundo
Jesús Cacho 14/19/2008
Rodríguez Zapatero vivió ayer su auténtico día de gloria. Al explicar ante las cámaras de televisión las medidas tomadas en socorro de nuestro sistema financiero, el presidente se puso estupendo, ahuecando la voz, la mirada tierna, el gesto sombrío, de pronto risueño, las brazos abiertos en plan sacerdotal -el micrófono por cáliz, la prensa por parroquia-, como si de un monseñor se tratara a punto de consagrar. En su salsa. Pasaron los días en que, relegado al papel de comparsa por sus pares europeos, nuestro hombre no sabía qué hacer ni por dónde tirar. Sarkozy, el gran Sarko, no le invitó a la minicumbre de París del primer fin de semana de octubre, y ahí se plantó. Decidió que tenía que jugar a líder de os grandes expressos europeus si no quería arruinar su carrera. Había que sorprender con medidas contundentes, y hacerlo sin necesidad de llamarse Nicolás o apellidarse Merkel. Y ha descubierto que puede, y además que no necesita la ayuda de nadie para hacerlo, ni siquiera la de su vicepresidente y ministro de Economía.
Porque, 24 horas antes, ese mismo ministro había dicho que España no necesitaba comprar acciones de sus bancos, porque sus entidades financieras no necesitan recapitalizarse. Y, nada por aquí, nada por allá, el presidente del Gobierno se ha descolgado con la octava maravilla del mundo: el Plan Paulson (50.000 millones de euros para la compra de activos) y el Plan del Eurogrupo (100.000 millones en avales para emisiones de deuda, más la posibilidad de entrar en el capital de las entidades intoxicadas) juntos, en apoyo de bancos y Cajas de Ahorros. El 15% del PIB español para socorrer al sistema financiero más sano y sólido del mundo. Átenme esa mosca por el rabo.
Zapatero pone cara de señor concernido por la importancia histórica del momento, aunque en realidad íntimamente convencido de estar escribiendo una página insólita en la historia económica española. Ni Franco tuvo tanto poder económico como estos Decretos le otorgan, aunque tal vez sería mejor decir le autoconceden. Para ZP no es momento de pensar en las consecuencias de lo acordado, en la trascendencia de la iniciativa. Alguien ha debido convencerle de que esta fiesta también sale gratis, como la de la burbuja inmobiliaria, la del pisito, y no va a tener coste alguno para el bienestar de los españoles porque “se trata simplemente de avales”, de modo que da lo mismo ocho que ochenta.
Y bien, seamos serios, pongámonos trascendentes, intentemos vencer el pánico que nos produce tan astronómica cantidad de dinero empleada en curar una enfermedad cuyo diagnóstico no conocemos -nos movemos en el mayor de los secretismos-, tratemos incluso de vencer la indignación de que tanta pasta pública vaya a ser destinada a pagar vicios privados, y aceptemos religiosamente la teoría del mal menor. Asumamos que Zapatero ha acertado. Deseémoslo incluso. “Yo creo que esto es horrible”, me decía ayer una persona cuyo criterio admiro, “pero la alternativa es peor: admitiendo que de la recesión no nos salva nadie, se trata de aguantar el chaparrón del ajuste con caídas del PIB del 1% o del 2% durante un par de años y paro del 15%, pero evitando la catástrofe que supondría decrecer al 5%, con tasas de paro del 30%, porque eso no podríamos soportarlo...”.
Sí, es verdad, un mundo poblado por 6.000 millones de personas no puede vivir sin bancos, sin intermediarios financieros, de la misma forma que no puede vivir sin médicos, maestros y electricistas. También lo es que frente a la autonomía de que disfruta la economía productiva en el marco del libre mercado, los ciudadanos de los países desarrollados hace tiempo encomendamos a los Estados, a través de los Bancos Centrales, la supervisión y vigilancia del sistema financiero, conscientes desde antes de la Gran Depresión del riesgo que para el común de los mortales supone su querencia, tal vez su tentación, a la formación de burbujas especulativas seguidas del correspondiente pinchazo y crisis más o menos brutales. Es obvio que los bancos centrales (FED, BCE y demás reguladores) han fallado en su labor de policía del sistema, poniendo la gasolina monetaria en manos de los golfos que han quemado el monte. Pero ahora llega el momento de los ciudadanos. El momento en que los hombres libres deben decir hasta aquí hemos llegado, de acuerdo, acepto el sacrificio, pero a cambio usted, Gobierno, se ha de comportar con la transparencia debida, porque esto no puede ser nunca un cheque en blanco.
Transparencia. Luz y taquígrafos. La exigencia es particularmente pertinente en un país como España, asolado por una corrupción galopante, y una democracia en muy delicado estado de salud. No es que la oposición haya sido ignorada a la hora de pergeñar este gigantesco plan de rescate, porque de eso hablamos, de un plan de rescate a lo bestia, es que parece que también lo ha sido el propio Gobierno o una parte de él -caso de Solbes-, por no hablar del partido socialista. Es la sombra de una nueva y gigantesca Rumasa, con corrupción y amiguismo al por mayor, lo que se cierne sobre la memoria de aquellos españoles que la siguen conservando. ¿Quién va a gestionar esas gigantescas sumas? ¿Un par de amigos del Presidente del Gobierno? ¿Dónde está el Parlamento de la nación? Meter las manos en la masa, nunca mejor dicho, puede resultar fácil; sacarlas después, muy difícil. Hoy mismo, con motivo de la visita de Rajoy a la Moncloa, tendremos ocasión de comprobar las intenciones de Zapatero al respecto. Crucemos los dedos.
Al cabo de los años descubro con estupor que Jesús Cacho es más inocente que un cubo. Rumasa, dice. Crucemos los dedos, dice. Infeliz.
Este trinque va a hacer historia. Los convolutos de la EXPO de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona van a ser un juego de niños con el megapelotazo que banqueros y PSOE, PSOE y banqueros, van a conseguir cuando se cubran esos avales que no se van a cubrir.
"Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie." (Carmen Calvo, ex-ministra, explicando el catecismo económico socialista)