Temporalidad – y 2
Santiago Niño Becerra - Viernes, 17 de Septiembre de 2010
Hoy estamos viviendo una situación que no es más que la evolución de esta que ayer hablamos, pero con una variante fundamental.
En los primeros 2000 había margen para continuar yendo ‘a más’ porque la capacidad de endeudamiento de personas estatales, físicas y jurídicas tenía margen de aumento; pero hoy ese margen está agotado, luego el consumo tiende a la baja, las facturaciones de las empresas también, al igual que la recaudación fiscal y, por ello, la capacidad de protección social. Las empresas buscan desaforadamente reducciones de costes ya que es crecientemente difícil aumentar los ingresos, y, por ello, reclaman bajadas en las contribuciones fiscales de todo tipo: el objetivo ha dejado de ser crecer para pasar a ser sobrevivir.
Bien. En ese entorno, ¿creen realmente que una compañía, en el caso de que necesite más factor trabajo, va a aumentar sus contrataciones indefinidas aunque la protección de ese factor trabajo que precisa se haya reducido?. El razonamiento a fin de que la ciudadanía acepte la reducción de la protección es ingenioso: como el factor trabajo se compra, si se reducen las garantía de ese factor trabajo que debe pagar quien lo compra, comprará más; es ingenioso y fácil de entender, es decir, de vender; pero no es cierto: se compra el factor trabajo que se necesita durante el tiempo que se necesita, porque siempre se busca la máxima productividad dado un entorno de fabricación determinado; la Reforma Laboral acometida recientemente en España avala este razonamiento, ¡y eso que la estructura del PIB español es de bajo valor!. Y si, la consecuencia es que sobra factor trabajo, y más va a sobrar a medida que la productividad vaya aumentando.
¿Qué va a suceder?, pues que los niveles de protección van a caer: está cantado.
En España la cosa tiene más miga: el 94% de los contratos de trabajo firmados en Agosto fueron no-indefinidos; en el próximo pasado ese porcentaje se superó en Agosto de 1998: justo cuando España ya ‘iba bien’.
El caso de España es doblemente negativo en la pretensión de reducir la temporalidad: la estructura del PIB español está asociada a la ocupación no-indefinida y, además, la crisis supone una menor necesidad de empleo permanente. El Gobierno dice otra cosa, ya, y la oposición replica utilizando otros argumentos, claro: el uno no tiene otra cosa que decir y la otra estuvo fomentando desde el Gobierno la temporalidad. ¡Menudo cocktail!.
En este escenario ‘cuentan, dicen, aseguran’ que en Febrero del 2011 se va a poner fin a la ayuda de 426 euros a toda aquella persona desempleada que haya agotado su prestación, puede que se haga, pero pienso que se restablecerá pronto, entonces, ¿por qué se va a tomar tal decisión?, pues para agarrar el gasto público.
Todas las economías en general y España en particular tienen un doble problema: el gasto público tiende a crecer debido a la menor actividad económica, pero, por ese mismo motivo, los ingresos públicos tienden a disminuir. Aumentar los ingresos es prácticamente imposible por lo que la única vía pasa por reducir el gasto, pero existen gastos y gastos.
Hacer una carretera genera PIB, mantener en funcionamiento un hospital produce sensación de normalidad, dejar de pagar a unos miles de personas desempleadas y desperdigadas por la geografía española puede generar un rosario de maldiciones e improperios, pero poco más. No hacer una carretera supone un parón en la actividad, detener la marcha de un hospital crea muy mal ambiente en la ciudadanía, dejar de pagar a unos parados supone que sus familias les ayuden o que ‘se busquen la vida’ como sea. Lo hemos visto recientemente: se van a indultar 700 millones de gasto en obra pública, pero se van a eliminar los 426 euros de ayuda al parado sin prestación.
El desempleo va a continuar creciendo porque al irse deteniendo la actividad cada vez será necesaria una menor población ocupada (y la población activa no va a descender porque miembros de una familia no activos buscarán sustitutos a la renta perdida por el miembro familiar desempleado), no subsidiar en absoluto a esa población desempleada y difícilmente ocupable por no necesaria es un caldo de cultivo propenso a que en el críen pensamientos malsanos y actitudes negativas, lo que no es conveniente; ya, pero la recaudación descenderá, entonces, ¿de donde sacar los fondos para ese subsidio de 426 euros?, pues de reducir todos los demás.
Pienso que falta un eslabón más para cerrar el círculo de eso que se ha dado en llamar ‘reforma laboral’: el despido, la contratación, las pensiones, la prestación por desempleo. Además, reducir la prestación media supone otra cosa: de nuevo se reducen los costes para las empresas y pueden crecer unos eurillos las remuneraciones de quienes se hallan ocupados; para que los números cuadren tan sólo es necesario que la reducción sea superior a la suma de personas que van a percibir los 426 euros, y, además, haciendo eso podría salir por la tele un político y decir: ‘El 100% de los parados españoles se hallan cubiertos’, lo que sería completamente cierto.
(¿Recuerdan que comentamos que muy bien podría modificarse la definición de ‘desempleo’ a fin de que las cifras fuesen menos duras y, previendo su endurecimiento en un próximo futuro, que cuando el momento llegue lo sean menos?, pues pienso que vamos por ahí. El Presidente del Gobierno del reino en Oslo el pasado Lunes: “El presidente aboga por cambiar la perspectiva sobre qué es el desempleo ya que un parado “está formándose, está trabajando para un país””(
http://www.elpais.com/articulo/econ...s/final/ano/elpepueco/20100913elpepueco_1/Tes). Pienso que, en todo caso, eso será así si, 1) la formación que recibe esa persona está orientada a la generación de PIB, 2) esa formación es necesaria para el país, y 3) su empleabilidad claramente va a mejorar con la formación que reciba de tal modo que en un horizonte acotado esa persona pase a formar parte de la población ocupada . Digo esto porque si se va a formar a los desempleados en plan masivo igual sucede que la cifra de parados se reduce en dos millones de personas que resulta están formándose. ¿Lo comido por lo servido?).
(Se publicó ayer: la tasa de pobreza en USA: alcanza al 14,3% de la población, 44 millones de personas (
http://uspoverty.change.org/). En los años 60, el presidente Lyndon Johnson puso en marcha un programa: Great Society, su objetivo fue, precisamente, luchar contra una pobreza enquistada en el maravilloso modelo USA. Nunca anteriormente se había abordado un programa de esa extensión, y nunca después volvió a abordarse. Great Society ha sido lo mas cerca que USA ha estado del modelo de protección social europeo. Ahora las cosas sociales han vuelto a la casilla de salida: es como si USA, en lo social, hubiese retrocedido 50 años. ¿Por qué se ha llegado a esto?. Le van a echar la culpa al presidente Obama, pero aunque Mr. Obama tiene la culpa de muchas cosas de esto no la tiene. Han sido años de recortes en los siempre ajustados gastos sociales USA, recortes que, precisamente, de verdad, de verdad empezaron con Bill Clinton y siguieron con George Bush. Pero más allá de esa mostruosa masa de pobres, de una tasa de desempleo real de más del 15%, lo que pone de manifiesto esta tasa de pobreza es una situación de crisis que no tiene vuelta atrás, y menos en USA, y con un agravante: la pobreza irá a más a no ser que cambien los varemos a fin de maquillar unas estadísticas sangrantes (pienso que se hará, allá y aquí), irá a más porque vamos-a-menos, luego ...).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.