Cuanto más tienes más quieres. Es un dicho que vale para todo el mundo. Nadie se conforma con lo que tiene, nadie. Ni con las posesiones, ni con el dinero, ni con el amor, ni con los deseos, ni con los regalos, ni con las ayudas, ni con los sueños siquiera. El hombre, incluso los buenos hombres, en mayor o menor medida, tienen algo de ambición y codicia.
Hay que diferenciar entre los que se ganan las cosas y aquellos a los que se las dan. Los que se ganan las cosas saben el valor que tienen, lo que cuesta ganarlas y protegen lo que ganan. Podrán querer más, pero como saben lo que cuesta, saben lo que hay que hacer. A aquellos a los que regalan las cosas o se las dan, lo que reciben siempre les sabe a poco. Con excepciones, casi siempre se exige más y se agradece poco lo que se les da. Ven las ayudas raquíticas pero en ningún momento se para a pensar lo que cuesta ganar lo que se les da. Subvencionar es lastrar, es ponerte un grillete con una bola de acero. No impide moverse pero una vez puesta ya no te mueves como antes. Cuando te dan cosas por nada, volver a querer ganarlas da pereza. Y cuando dejas de ganarlas, lo que te dan, que nunca es lo que podrías ganar ganándotelo, te empieza a saber a poco y te acabas quejando de lo poco que te dan. Un supuesto relator, si no fuera bobo, debería saber que preguntar a los que viven de los demás, es improductivo e inútil porque la respuesta será siempre la misma. Lo que tendría que hacer el relator, si no fuera bobo, es comparar las ayudas entre los diferentes estados, incluido el suyo, que sin saber cual es seguro que es mucho más inhumano que el que critica. Comparando a quien se ayuda, con cuánto se ayuda, requisitos para la ayuda y cuantos tipos de ayuda hay. Mientras no haga eso es un brindis al sol y un trabajo propio de un bobo.
Decir en españa que uno se siente abandonado es propio de cínicos desagradecidos. Los que se sienten desamparados lo son porque se aíslan, no porque el estado no tenga mecanismos de ayuda para atender todas las necesidades de sus ciudadanos. La educación es gratuita, la sanidad es gratuita, hay asistencia social, comedores sociales, entidades caritativas, hay ayudas económicas de todo tipo y algunas son acumulables, hay subvenciones a destajo para cualquier cosa. Si uno quiere, que hay que querer, no está abandonado. Como en ningún país del mundo. Y a mucha distancia.
Lo que pasa es que a una parte ingente de los que reciben esas ayudas todo les sabe a poco. En vez de dar las gracias por lo que reciben del esfuerzo ajeno, gracias que no se reclaman aunque es de educados agradecer lo que te dan, la gente se queja, aduciendo inventados derechos a tener de todo. La velocidad a la que se inventan derechos en civilizaciones avanzadas, es asombrosa. Así nos va, que cada vez hay más derechos y menos obligaciones. Y nada de agradecimiento.