He tenido una noche rara, una noche de advenimiento, de descubrimiento místico. Mis sueños han sido reveladores, de un nuevo yo, de un nuevo tú, de un nuevo nosotros, de un nuevo mundo. Imbuido por la nueva ley transgénero y sus doce posibilidades de elección de qué quieres ser, de qué te sientes en ún momentos dado, tuve un instante de posesión en el que mi alma se sacudió y trangredió el plano espiritual, siendo transformado físicamente el cuerpo, con gran dolor, en los doce géneros. La pesadilla fue larga, y el proceso traumático, porque mi yo no se encontraba a gusto, igual me salían pechos, que desaparecía el pene, que salía vulva, que se combinaban los dos, la mejor opción si he de ser sincero, que me salía nuez, que se ponían caderas, culo, barriga, papada. Un Cristo. Pero yo no estaba contento. Y exploté, Basta, grité con voz aguda de mujer. Basta, grité con voz grave de hombre. Basta, grité con voz de mezzosoprano de no binario hermafrodita. Y caí de rodillas sollozando por el bucle de mis pesadillas, Y estuve arrodillado en silencio meditando en que me habían dicho que podía escoger, que era cuestión de libertad, era mi elección, podía ser lo que yo quisiera, lo que yo sintiera, por primera vez en mi vida nadie tenía el derecho a decidir por mi, yo decido......yo decido........mi libertad........será posible......y decidí, yo escogí.
- guau, guau.....guau- ladraba bien. Seré un bichón, que es un perro de mariquitas, como yo. Seré un perro. Nunca más volveré hablar. Quiero que me traten como un perro pero con los derechos de un humano, claro. Un humandog, una nueva especie. Ladraré por los derechos de los hombres, hombras y hombres, uy, eso ya lo he dicho , perro.....
-Juan.....ven a desayunar- bramó su madre de no muy buen humor,demostrando que aquella mañana acumulaba probablemente alguna que otra mala noticia.
-guau, guau....guau....-zanjó, Juanito, queriendo decir, sin que su madre no entendiera que no quería desayunar, que ya estaba henchido de todo lo que necesitaba en esta vida, que se había encontrado a sí mismo.
- que vengas ya- vociferó de nuevo con menos paciencia que antes doña Ernestina.
- guau, guau, guau, guau.....-se le acercó Juanito, que a un palmo de la cara de su agridulce madre le dedicó sus dos últimos ladridos- guau....guau
La mano de doña Ernestina surcó mares, océanos, nubes y tempestades hasta que llegó desatada hasta el rostro desprevenido de Juanito que se llevó la bofetada más tremebunda de su vida. Se estampó contra la pared y cayó como un saco contra el suelo mientras oía...a mitúno me ladras a la cara.