El nuevo pensamiento único

Yo sigo denunciando la vergonzante supremacía masculina que hay en España en el terreno de la construcción. Pero estoy solo. Al parecer, a nadie más le preocupa la inexistencia de albañilas, y cómo los machirulos han convertido ese terreno en un trabajo solo para hombres.

Que queréis que os diga. Seré raro. A la exigencia de igualdad tan solo en términos de comodidad y beneficio, en mi casa no lo llamamos igualdad, sino privilegios.
 
En mi curro tampoco hay mujeres en el taller de producción de carpintería metálica. Ni una soldadora o montadora de aluminio... todas a oficinas, técnicas o logística. Y mira que entran chavalines piltrafillas. Que no será por físico
 
Ya estuvo anoche el Coronel Inodorev con Fortes diciendo lo mismo.

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Ya estamos listos para ser eliminados por dios. Se constata el fracaso de la creación.del ser humano. El libre albedrío sólo ha generado que una obra cumbre de convierta en un asco. La podredumbre del hombre. Se baja el telón.
 
A poco que lo pienses, la estrategia es brillante. Vas minando hasta cargarte la religión, con lo que dejas a la gente sin esperanza, sin una meta, sin límites morales. Ya vale todo. Luego, vas también cargándote poco a poco la familia. La conviertes en algo anticuado, obsoleto, un estorbo para tus metas terrenales (las otras se las han ventilado). Los hijos no sirven, dedícate a tu presente. Ya da igual con quien te encames, no es necesario dejar un legado. Disfruta de la vida.

Pero al mismo tiempo, culpabilízate por todo lo que pasa. Eres responsable del cambio climático, eres responsable de la violencia, eres un blanco heteropatriarcal opresor. Pide perdón. Entrégalo todo. No necesitas nada para ser feliz, salvo lo que te digamos nosotros. Entréganos tu dinero, es necesario para luchar por el planeta, por la igualdad, por la concordia, por la paz en el mundo, para parar al fascismo.

Si eres mujer, te diremos de qué tener miedo, te diremos quién te ataca, acurrúcate, laméntate, déjanos que te protejamos, que te digamos como debes vivir y a quién debes abrazar. Déjalo en nuestras manos. Empodérate y dánoslo todo.

Y si tu, elemento discordante, no te pliegas a estos nuevos mantras y a esta nueva forma de vida, eres un paria, un fascista, no mereces la vida ni abrir la boca para expresar tu opinión. Eso si, te acogeremos encantados cuando reconozcas tu culpa y evangelices en nuestro nombre, porque solo así formarás parte de nuestra religión, o al menos lo intentarás. Mientras tanto, solo mereces ser señalado, arrinconado, acosado y exterminado. Hasta que no quede ni uno.

Y por ahora, van a todo tren hacia el éxito. Solo nos queda ponernos en medio de la vía y rezar para poder parar el convoy si somos los suficientes. Que me parece que no.
 
A poco que lo pienses, la estrategia es brillante. Vas minando hasta cargarte la religión, con lo que dejas a la gente sin esperanza, sin una meta, sin límites morales. Ya vale todo. Luego, vas también cargándote poco a poco la familia. La conviertes en algo anticuado, obsoleto, un estorbo para tus metas terrenales (las otras se las han ventilado). Los hijos no sirven, dedícate a tu presente. Ya da igual con quien te encames, no es necesario dejar un legado. Disfruta de la vida.

Pero al mismo tiempo, culpabilízate por todo lo que pasa. Eres responsable del cambio climático, eres responsable de la violencia, eres un blanco heteropatriarcal opresor. Pide perdón. Entrégalo todo. No necesitas nada para ser feliz, salvo lo que te digamos nosotros. Entréganos tu dinero, es necesario para luchar por el planeta, por la igualdad, por la concordia, por la paz en el mundo, para parar al fascismo.

Si eres mujer, te diremos de qué tener miedo, te diremos quién te ataca, acurrúcate, laméntate, déjanos que te protejamos, que te digamos como debes vivir y a quién debes abrazar. Déjalo en nuestras manos. Empodérate y dánoslo todo.

Y si tu, elemento discordante, no te pliegas a estos nuevos mantras y a esta nueva forma de vida, eres un paria, un fascista, no mereces la vida ni abrir la boca para expresar tu opinión. Eso si, te acogeremos encantados cuando reconozcas tu culpa y evangelices en nuestro nombre, porque solo así formarás parte de nuestra religión, o al menos lo intentarás. Mientras tanto, solo mereces ser señalado, arrinconado, acosado y exterminado. Hasta que no quede ni uno.

Y por ahora, van a todo tren hacia el éxito. Solo nos queda ponernos en medio de la vía y rezar para poder parar el convoy si somos los suficientes. Que me parece que no.
Ha sido leerte y he pensado en hacerte una...y luego he caído que he caído en la trampa del gilipollas del vídeo anterior. Compartir el amor interseccional bigenero no es el camino, con aplaudir como un descosido es suficiente.
 
De todas maneras, ustedes tranquilos que dentro de nada podrán compensar sus emisiones de Dióxido de Carbono mientras aclaras como es tu familia, te tienes que aprender los géneros, chutarte tranquilizantes para la ecoansiedad, hacer que el cuarenta por ciento de tu consejo de administración sean Charos, y poner más impuestos porque la culpa de todo es de lorricos.
 
A poco que lo pienses, la estrategia es brillante. Vas minando hasta cargarte la religión, con lo que dejas a la gente sin esperanza, sin una meta, sin límites morales. Ya vale todo. Luego, vas también cargándote poco a poco la familia. La conviertes en algo anticuado, obsoleto, un estorbo para tus metas terrenales (las otras se las han ventilado). Los hijos no sirven, dedícate a tu presente. Ya da igual con quien te encames, no es necesario dejar un legado. Disfruta de la vida.

Pero al mismo tiempo, culpabilízate por todo lo que pasa. Eres responsable del cambio climático, eres responsable de la violencia, eres un blanco heteropatriarcal opresor. Pide perdón. Entrégalo todo. No necesitas nada para ser feliz, salvo lo que te digamos nosotros. Entréganos tu dinero, es necesario para luchar por el planeta, por la igualdad, por la concordia, por la paz en el mundo, para parar al fascismo.

Si eres mujer, te diremos de qué tener miedo, te diremos quién te ataca, acurrúcate, laméntate, déjanos que te protejamos, que te digamos como debes vivir y a quién debes abrazar. Déjalo en nuestras manos. Empodérate y dánoslo todo.

Y si tu, elemento discordante, no te pliegas a estos nuevos mantras y a esta nueva forma de vida, eres un paria, un fascista, no mereces la vida ni abrir la boca para expresar tu opinión. Eso si, te acogeremos encantados cuando reconozcas tu culpa y evangelices en nuestro nombre, porque solo así formarás parte de nuestra religión, o al menos lo intentarás. Mientras tanto, solo mereces ser señalado, arrinconado, acosado y exterminado. Hasta que no quede ni uno.

Y por ahora, van a todo tren hacia el éxito. Solo nos queda ponernos en medio de la vía y rezar para poder parar el convoy si somos los suficientes. Que me parece que no.
Hasta religión he leído....
 
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