Alguna cosita más.
Sale un estudio que te dice que un alimento, lo que sea, el pan, la lechuga, el vino... es buenísimo para la salud. Y a los 10 años resulta que salen estudios que dicen lo contrario, que llevas 10 años creyendo que comías sano, y estabas comiendo poco menos que veneno. Y viceversa, así continuamente. Por no hablar de las escuelas de pensamiento que van saliendo, que si lo único sano es el ayuno intermitente, que si dietas a base de líquidos, que si mil cosas distintas.
A ver, esto es producto de dos cosas: la naturaleza propia de la ciencia y las campañas de desinformación de los medios de comunicación.
Por una parte, la naturaleza propia del conocimiento científico, que se va adquiriendo de forma progresiva y acumulativa. En ciencia es relativamente frecuente que la evidencia empírica en un momento dado contradiga la evidencia empírica anterior. Es decir, cuando se han hecho 5 estudios sobre un tema, puede que la evidencia apunte a una determinada dirección, pero cuando se han hecho 50 estudios y, por tanto, se disponen de muchos más datos, el tema se puede interpretar mucho mejor y se pueden corregir errores de interpretación y sesgos que se habían cometido anteriormente.
Un caso paradigmático es el de los huevos, que durante muchos años se estuvo desaconsejando su consumo, porque eran ricos en colesterol y claro, la evidencia empírica había demostrado que el colesterol tenía un importante papel en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Con el paso del tiempo, se descubrió que, aunque en efecto los huevos fuesen ricos en colesterol, su consumo no elevaba significativamente los niveles de colesterol en sangre y por otra parte eran muy ricos en nutrientes, por lo que su demonización había sido claramente exagerada. Otro caso que todos recordamos es el de ciertos pescados que durante años se desaconsejó su consumo porque eran muy ricos en grasas y, nuevamente, las grasas provocaban problemas cardiovasculares. Pero a medida que se avanzó en el estudio de las grasas, se fue descubriendo que no todas las grasas eran iguales, y que había grasas que eran muy malas (como las grasas saturadas y las grasas trans) y otras que eran muy buenas (como las poliinsaturadas). Y vaya, resultaba que aquellos pescados ricos en grasas eran ricos en grasas buenas, por lo que no había razón para desaconsejarlos.
Obviamente estas contradicciones a lo largo del tiempo son un problema, porque confunden a los consumidores y les dejan con la sensación de "los científicos no tienen ni idea". No obstante, el deber de los profesionales sanitarios es ofrecer las recomendaciones de salud acordes a los datos empíricos acumulados hasta la fecha. Es posible que los datos futuros contradigan las recomendaciones actuales, pero en ese aspecto poco se puede hacer, puesto que no somos adivinos.
Ahora bien, este problema se ve enormemente agravado por el tratamiento a menudo sensacionalista que se hace de los temas de salud en los medios encargados de difundir los descubrimientos científicos entre la población general. En ese sentido, los medios de comunicación, muchas veces en vez de informar, desinforman. En parte, porque hasta hace pocos años, la gente encargada de informar sobre estos temas no sabía de salud e interpretaba mal los resultados de los estudios. Y en parte, porque muchas veces las conclusiones de los estudios científicos le interesan poco o nada al ciudadano medio, y para llamar su atención hay que exagerar a lo bestia. No cabe duda que la noticia "La coca-cola da cáncer" llama mucho más la atención que "Un grupo de investigadores han descubierto que ratas que han ingerido en cantidades industriales un aditivo que lleva la coca-cola (en cantidades ridículas) han desarrollado tumores". El mejor ejemplo de esto es que no pasa un día sin el que los medios no den la noticia de que se ha descubierto la cura casi definitiva contra el cáncer. Si solo hiciésemos caso a los titulares de los medios, el cáncer hace bastantes años que ya debería haber sido erradicado.
No obstante, más allá de las contradicciones que haya podido haber a lo largo del tiempo en cuanto a algunos alimentos concretos, no quita que a día de hoy tengamos una amplia y sólida evidencia de lo que significa "comer sano" y que los principios básicos de alimentación que he enumerado en mi post anterior son recomendaciones que valen hoy, valían hace 100 años y muy seguramente valgan dentro de otros 100.
Por no hablar de las escuelas de pensamiento que van saliendo, que si lo único sano es el ayuno intermitente, que si dietas a base de líquidos, que si mil cosas distintas.
Bueno, es que esto yo creo que ni siquiera se les puede llamar "escuelas de pensamiento", son simples modas pasajeras que a menudo tienen la misma credibilidad que las dietas milagro, independientemente de que algunas de ellas estén apoyadas en una débil evidencia empírica.