Las negociaciones entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana quedaron enterradas el pasado martes. La mesa de diálogo instalada en
República Dominicana, el último intento para tratar de buscar una salida a la grave crisis social, económica y política que atraviesa el país caribeño, fue dinamitada por un acuerdo unilateral elaborado por el régimen.
El chavismo, que nunca se avino a hacer concesiones, mantuvo las riendas del proceso para tratar de imponer sus condiciones. Las fuerzas opositoras, sin candidato y con unos líderes inhabilitados o privados de libertad, se negaron a suscribir el documento que diseña la celebración de unos comicios sin garantías democráticas. Pocas horas después de que se consumara el fracaso de las negociaciones, el Consejo Nacional Electoral, controlado por Maduro, fijó para el 22 de abril la celebración de unos comicios con unas reglas del juego y unos tiempos que favorecen al chavismo.
José Luis Rodríguez Zapatero es una de las figuras de este fracaso. El expresidente español, mediador entre dos partes enfrentadas, terminó, según las fuentes consultadas, por inclinarse hacia un lado, el de Maduro, después de dos años volcado en un proceso que cerró la mayoría de puertas.
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