Lo del tema de negociar o regatear precios es una mierda, pero pensándolo bien, es mejor tener al menos la oportunidad de comprar con descuento que saber qué es imposible tener descuento.
Pasa con demasiadas cosas: préstamos, seguros, reformas...
Cuando tuve claro que iba a comprar el Miata llamé por teléfono a los principales concesionarios Mazda de Cataluña para saber cuales tenían un Soft Top 2.0 en stock. Solo encontré dos y a ambos fui. Ninguno tenía el coche en color que quería, pero al menos pude ir a ver y tocar.
Tanto por teléfono como por email, todos decían que el precio era el PVP, pero cuando vas en persona y empiezas a hablar y luego te sientas en la mesa, es donde comienzas a ver cómo funciona el tinglado.
Hay que decir que un coche como el Miata no tiene margen de negociación porque el coche no se fabrica nunca sin que haya un pedido formal, es decir, no hay stock de la marca, los pocos coches que hay son compras del propio concesionario, pero no existen coches almacenados en campas. La marca abre periodo de recepción de pedidos, y llegado a las unidades que tienen capacidad de fabricar, cierran pedidos y se ponen a hacerlos. Con ese panorama las cosas se forman difíciles.
Pero luego está toda la historia de créditos, regalos y rebajas con lo que los japos llaman "accesorios". Acostumbrado a los coches alemanes donde tú pides el coche a la carta y dale tal cual de fábrica, en los japos de fábrica solo sale con tapicería, color exterior y motor que hayas elegido. Todo lo demás te lo personalizan en el concesionario una vez que llega el coche, cosa que es odiosa, la peor opción del mundo, pero que es justo la puerta para poder arañar euros.
Y es que al final, los buenos márgenes en la automoción están en los opcionales y en las financiaciones. Todo lo demás tiene el margen demasiado estrecho.
Al final no deja de ser curioso que diferentes compradores de un mismo modelo de coche, todos hayan pagado un precio distinto. Pasa incluso en marcas que no hacen descuento, pero donde la propia marca cambia con mucha frecuencia precios, pudiendo hacer que en pocos meses de diferencia cause que dos compradores hayan igualmente pagado algo distinto por el mismo producto.
Las subvenciones, y rara es la vez que no es así, sirve como reclamo y elemento publicitario, terminando por incrementar sustancialmente y de forma artificial el precio de un bien hasta el punto de reducir ese ahorro.
Pero claro, no todo es tan fácil. Las subvenciones pueden ser necesarias o buenas en determinados momentos puntuales de coyuntura económica (pocas veces). Estoy cansado de verlo en primera persona, es demasiado fácil pervertir el sistema para "chupar del bote" y rara vez el ganador es el comprador final.