el artículo de salvador sostres sobre el cierre de can fabes
Una muerte muy lejana
El restaurante Can Fabes, del fallecido cocinero Santi Santamaria, comunicó ayer a sus clientes y al publico en general que cerrará definitivamente el 31 de agosto.
Tal como Santi Santamaria no murió en Shanghai ni en 2011, sino 15 años antes y en Montjoi, atropellado por la esferificación, la deconstrucción, la cocción en frío, las espumas, los aires y la infinita alegría y esperanza con que El Bulli y Ferran Adrià legaron a la Humanidad; su restaurante feneció también entonces, arrasado por un talento infinito, por una inteligencia superior y por la indiferencia del mundo.
Santamaria fue un intérprete discreto de la alta cocina francesa, justo en el momento que ésta empezaba a naufragar en su charco de crema de leche y mantequilla. Su restaurante, pomposo, fue desde el principio decadente, y la prueba es que ha dado un solo discipulo, Xavier Pellicer, igual de mediocre y oscuro que su maestro y cuya carrera profesional ha sido lo contrario del éxito.
Cuando Santamaria traspasó, Pellicer volvió a Can Fabes para tomar las riendas de la casa, y fue un fracaso más en su trayectoria y la estocada definitiva para el restaurante.
Cierra un restaurante que siempre tuvo mas pasado que futuro, que no ha aportado ninguna idea, ningún paso adelante en la Historia de la Gastronomía, y que no ha proyectado en ninguno de sus platos el deseo de un mundo mejor. Cierra un restaurante que llevaba muchos años cerrado, sentenciado, difunto.
Así como El Bulli ha sido capaz de dar Tickets, Pakta, Dos Palillos, Kru, o Comerç 24, entre otros grandes restaurantes, y en él se han formado grandes cocineros como Albert Raurich, Carles Abellan, Eduard Xatruch, Oriol Castro o Sergi Arola, Can Fabes no ha dado nada, ni a ningún cocinero remarcable, ni nadie ha mostrado el menor interés en seguir su estela. Cierra solo, tan solo como ha vivido los diez últimos años de su vida. Tendrá un párrafo en la Historia de la Gastronomía catalana, sobre todo si lo escriben los chiflados que hacen la critica de restaurantes de La Vanguardia, o esa legión de críticos que en lugar de pagar, cobran de los restaurantes. En la Historia de la Gastronomía española tendrá una linea, por las exageradísimas tres estrellas
Michelín que tuvo desde 1994 hasta 2012. La Historia de la Gastronomía mundial va a saltárselo.
Can Fabes anuncio ayer que a finales de agosto cerrará definitivamente. Su muerte es muy lejana. Este restaurante y su chef emblemático intentaron detener el progreso y destruir la belleza que Ferran Adrià y El Bulli crearon y consolidaron, y que han hecho del mundo un lugar mejor.
Intentásteis acabar conmigo y la Historia ha acabado con vosotros. Me alegro. Adios.