A modo de anécdota y vivencia de abuelo cebolleta...
Cuando era crío, siempre pasaba mis vacaciones en Almazora (Castellón), en casa de mis abuelos. En una masía que era el centro neurálgico de una plantación de mandarinos que teníamos, en una "barriada" compuesta de decenas de otros pequeños agricultores. Toda la comarca vivía de los cítricos. El sistema de riego, puede que no fuera el más eficiente, pero si que daba magníficos resultados, era por inmersión (literal) de los árboles (bueno, de su base). Era un espectáculo, me encantaba ver como abrían las compuertas, y todo se inundaba. Glorioso.
Puede parecer un desperdicio, pero en realidad se desperdiciaba poco. El agua que se filtraba por la tierra volvía al nivel freático. Había una red inmensa de acequias, y unos mega-pozos que las abastecían reciclando el agua una y otra vez. Una comunidad de regantes que ponía orden, personal que las mantenía, y como resultado, unos árboles sanísimos que rara vez enfermaban, y daban unas naranjas del copón bendito. Todo sin fertilizantes ni plaguicidas (no eran necesarios). Para que os hagáis una idea de lo ecológico que era todo, en las acequias había renacuajos, peces... e incluso angulas. Lo juro. Las cogíamos a puñados. En esa época nadie quería "eso".
Pero un buen dia empezó a bajar la demanda. Los marroquíes vendían sus naranjas mucho más baratas. Que cojones, incluso traían naranjas de Sudáfrica... y eran también más baratas. Eran bastante malas, pero la pela es la pela. Así que se acordó abandonar el "ineficiente" sistema de acequias y usar riego por goteo. A la larga es más barato, dijeron. Y podréis competir. Hay más de cien mentiras en esas dos simples frases.
No, no fue más barato. Pasaron de pagar una cuota mensual fija por el riego, a pagar por cada litro consumido. Y siempre era más. Cada vez más. Los pozos, abandonados a su suerte, se secaron. Las acequias se cayeron. La producción era escasa, y de inferior calidad. Había que usar abonos químicos. Los árboles, tan sanos antaño, estaban ahora tristes y enfermizos. Llegaron las plagas. Una de ellas (el minador), acabó con buena parte de los naranjales. Se replantaron con variedades modificadas más resistentes a las plagas, sin pepitas para los pijos, más fáciles de pelar, más bonitas, más brillantes, más gordas... pero que saben a jarabe para la tos. Los terrenos se vendieron a las azulejeras, que contaminaban el aire y el agua. Hacían falta más tratamientos, Más fertilizantes. Los costes se disparaban, los precios seguían cayendo. Los extranjeros, que antaño nos compraban todo lo que producíamos, dejaron de hacerlo. Para qué, nuestra mierda era igual que la marroquí, y más cara. Y muchos años, ni siquiera compensaba recoger la cosecha. Te pagaban menos de lo que costaba el salario de los jornaleros. No podían competir.
Y en esa espiral seguimos metidos, matando poco a poco un sector que era la envidia de todo el mundo.
Como colofón, y enlazando con el tema que nos ocupa, antes cuando ibas a "vora mar", la parte de costa de los pueblos, las rieras (desembocaduras naturales de los excesos de agua de las lluvias y demás) eran puros vergeles, donde íbamos a pescar y disfrutar de la naturaleza. Hoy en día son páramos donde van a parar todas las mierdas que se echan al campo, que han matado toda la vida allí. Da miedo acercarse.
Así que no me cuenten historias con el Mar Menor, que esta la he vivido y sé lo que pasa.