El verdadero motivo son dos. Ayuso, como ya conté en día, quiere ser la sucesora de Feijoo cuando este se carbonice como un pinchito moruno. Desde el descabezamiento de Casado, ese era su objetivo. Para ello, tiene que seguir dos líneas:
1) El PP tiene que seguir siendo lo que es hoy en día el PP: la putita del PSOE. Un partido acomplejado, tibio y miedoso, que alcance el poder por pura inacción, y una vez en el mismo, muestre bien a las claras su incompetencia, lo que le lleve a un desengaño de su masa electoral, que exija volver a una línea más clásica, donde está situada... Ayuso. Ahora mismo, no le interesa alinearse en contra de las medidas de izquierda más allá de las apariencias, y de enseñar periódicamente al mundo que ella es la gran esperanza blanca. Pero no va a llevarle la contraria a la dirección actual del PP, y si estos quieren partir relaciones con Vox, ella encantada. Y si llegan generales, las gana el PP por poco margen, y Vox les hace un corte de mangas... miel sobre hojuelas. Ya llegará ella para solucionar el desastre y dar al partido un nuevo rumbo.
2) A Ayuso no le interesa un Vox fuerte y consolidado. Están ocupando un espacio que ella aspira a conquistar. Les da carrete, pero solo el necesario. Los quiere vivos, pero controlados. No quiere gobernar con ellos, quiere una mayoría absoluta. Quiere ser la Meloni española. Y Para eso, Vox debe ser marginal. Si hay que atizarles, se les atiza.
No me cabe la menor duda de ninguna de estas dos teorías.