Hilo va, leedlo todo que es muy clarificador y si algún barcelones tiene algo que desmentir, somos todo orejas
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Yo no soy barcelonés, pero es raro el mes que no voy alguna vez. Incluso llegué a alquilar un apartamento porque me salía más barato que coger hotel cada vez que iba. Mis estancias se contabilizaban en semanas, más que en días. Y estuve a punto de irme a vivir, hasta que el típico prepotente independentista rompió ese sueño, pero esa es otra historia.
El caso es que suscribo palabra por palabra lo dicho por Cristian Campos, y creo que incluso se queda corto. No por que haya más píntadas, o más zonas degradadas (que también), sino por el ambiente que se respira. La que era una ciudad acogedora, cosmopolita, culta, con señorío y grandeza, se ha convertido en un agujero inmundo en el que campan a sus anchas la tristeza, la incultura, la degradación moral y económica, el derrotismo, el odio y la penuria. Esa ciudad que antes te levantaba el ánimo, hoy te pone una losa en los pies. Y te cuesta la misma vida recorrerla, sobre todo si tienes en el corazón lo que fué.
De verdad, siento una inmensa pena cada vez que voy. Y si por algo odio el independentismo, no es por lo que piensen (allá cada uno con sus creeencias), sino por el inmenso daño que le han hecho a gente que quiero, y el destrozo que han ocasionado en un pedazo de tierra que considero tan mio como suyo y al que tengo un especial cariño. Así revienten todos.