Los hermanos siguen haciendo un cine lleno de negrura, haciendo gala de los mismos tics que de costumbre en cuanto a situaciones, personajes, guiños privados y excentricidades varias, con un protagonista puteado hasta las últimas consecuencias. Como película, parece que recoge el testigo de “Un tipo serio” por todo ésto que digo... comedia tan jodida que ya ni es comedia, que se convierte en un drama sobre perdedores en toda regla. Y con la diferencia de que el tal Llewyn Davis ya ni se pregunta qué ha hecho mal para merecer lo que le ocurre. Pues si en “El gran Lebowski” veíamos a un perdedor al que no le importaba serlo, elevado incluso a la categoría de héroe, lo que nos encontramos aquí duele. Me parece (al menos me lo ha parecido en un primer visionado) que la propia película no juzga el talento del protagonista, en qué medida éste es un artista mediocre, talentoso, incomprendido... si hace bien o no al asumir un destino fracasado, o si realmente podría triunfar sin el compañero fallecido. Yo me quedo con que no es malo, aunque hay cien como él, y en cualquier caso, la intención que tiene es de ser más personal, profundo, etc. que otros, más dados a la comercialidad, a las letras facilonas y a las caras bonitas.
Como juguete visual no tiene precio, la atmósfera, la fotografía (y la fuerte irrealidad que contagia), la dirección, revelan a unos maestros del cine actual y que han ido madurando película tras película. La parte de “road movie” con un Goodman esperpéntico, una genialidad, así como el momento nocturno con la ópera sonando. Consiguen, en definitiva, amalgamar lirismo, tragedia, humor absurdo, misterio, etc. de una manera única. Lo del principio, un gran flashforward tras el cual hay un recorrido por el pasado hasta llegar a tal situación, en un intento por iluminarla desde un nuevo prisma; la irrupción de Dylan parece algo esperanzador, la música folk no se salvará gracias a Llewyn, pero sí gracias a Bob (¿Lo que podría haber llegado a ser de esforzarse?). Y el final, sin comentarios; el recibir semejante somanta de palos es el más insignificante de los problemas para nuestro héroe. Me ha llamado la atención algo que puede estar también en el resto de filmografía de los Coen, pero no había caído; la negatividad con que son retratados los personajes femeninos. La Mulligan está más dudosa porque al final parece que le aprecia, pero por ejemplo la hermana... la impresión, así de primeras, es desagradable y de “todas putas”, no sé qué pensar.
Pareciera que han evolucionado hasta hacerse más oscuros, crípticos, misántropos, etc. pero el caso es que estos dos no han perdido la capacidad para emocionar, conmigo lo han logrado.