Respuesta: Interasconomía
De todos modos Ramón ante sentimientos que son propios de poca identificación con tu nacionalidad, lo bueno es diálogar de forma no cínica y también tratar de ver y observar como son y viven en otros lugares de tu país. Absorverlo de alguna forma.
Error. Estoy tremendamente identificado en lo que yo llamo mi nacionalidad, que es la catalana. Per no puedo hacer bandera de ello, puesto que aunque queramos -o no- el concepto de nación catalana no va más allá de una simple frase en un estatuto ahora en juicio. Si nos centramos, además, en el ámbito legal y constitucional, tampoco me desanima no sentirme o no identificarme como "español", en cuanto el simple echo de yo existir rompe con esta dinámica. Y no es malo. Ni mucho menos. Es un echo.
Me refiero a tratar de ver una oportunidad y no una imposición como muchas veces todo se tacha desde allí y aquí con la soltura que tenemos, pues la fastidiamos aún más en vez de ser consecuentes y buscar puntos en común.
De joven, aunque no tanto, la imposición era una manera de luchar contra el sistema (en minúsculas) a la vez que dejábamos en paz al Sistema (el del poder, en mayúsculas). El punto en común más fuerte es, sin duda, la constitución, pues es la carta que nos define como nación y, a su vez, como elemento de trabajo unitario, ahora, frente y con Europa. Si debe existir (y me gustaría) un proceso de independencia entre Catalunya y España que exista... pero no por ello debemos menospreciar, día a día, el resto de políticas necesarias para el susdicho día a día: educación, sanidad, economía... son ejes indivisibles a los que estamos sometidos y que sin duda importan mucho más que el simple echo diferencial catalán, vasco, gallego o español. Cuesta llegar a este punto y para muchos (sobretodo catalanes-independentistas) suele sonar como renuncia a tus convicciones, incluso a traición. Puede ser, pero quizá porque estoy sometido a las vicisitudes de esta crisis económica, imperan ahora unos mecanismos de restitución que para nada entran en el sentimiento de separación.
Tuve la inmensa fortuna como sabes de visitar Barcelona en Octubre. Me encantó, literalmente. Me encantó hablar con los compañeros catalanes, me encantó conocerlos (menos a Txus que su móvil me dejó más gilipolas de lo que soy
) y probablemente si fuera catalán sería el más rádical de todos los independentistas. Seguramente. Pero desde mi posición como castellano fue algo enriquecedor que espero repetir algún día. Pero claro, no vale tampoco un fin de semana vs trasladarte a vivir a Andalucia. El cambio es notable, aunque seguramente habrá cosas allí que no encuentres en Barcelona. Puntos de vista y demás.
Bueno, no suelo dar (y no te inoportunes) importancia a este tipo de experiencias al uso de "estuve un fin de semana en BCN...". Yo levo medio año en Andalucía y aún sigo sin comprender muchas de las idosincrasias de esta comunidad. Pero te entiendo. De hecho, otra de mi lucha (interna y externa) es entender que no hay mejor independentista catalán que el nacionalista español y, si de buscar puntos en común se trata, bien deberíamos empezar por aquí. Pero volvemos a irnos a otro discurso.
Muy de acuerdo en todo lo demás que dices (hablando nos entendemos), cada vez que un político español habla de democracia y libertad muere un gatito. Cada vez que un empresarío de una gran empresa hace lo mismo, muere otro gatito.
Aquí empieza el error. Y no entra en liza ni el independentismo ni el nacionalismo, sino generalidades como "políticos" y "empresarios", aunque, sinceramente, existe entre ambos una diferencia enorme, descomunal. Los políticos, para entendernos, son parte de una entidad pública; los empresarios viven en su mundo privado. Es tremendamente curioso analizar el recientemente reformado Código Penal y observar que ahora las personas jurídicas son responsables de sus actos, pero no -todavía- los entes públicos. Y te doy un ejemplo: si por el motivo que sea una empresa financia ilegalmente a un partido político, la ley permitirá enjuiciar a la empresa (privada), restando impotente a con el partido. Seguramente, la financiación será algo tremendamente similar a una especie de "impuesto revolucionario", más acorde al fin político que al pivado... No debería estremecernos esta situación, en tanto que son los propios políticos los que, motivados por según qué fin, legislan conscientes de que deben protegerse. ¡Cómo van ellos a castigarse a sí mismos! Y ese el, realmente, el problema de facto. O eso creo yo (idea que, por cierto, estoy empezando a desarrollar y entender). Des de hace años, más allá de los de mi memoria, el sistema político nunca ha respondido a la verdadera función pactada: la de administrar. La clarísima división entre la sociedad (la civil, tu, yo... todos) y el sistema político es enorme, a la vez que pragmática. Nos hemos educado en este abismo, hasta tal punto que nos parece "normal". Y cuando alguien alza la voz, amén de aplaudirlo, nos quedamos todos de brazos cruzados.
El salto del PP al poder en 1996 (creo) se debió, como creo todos podemos afirmar, al desgaste personal y político de Felipe González. A la incapacidad del PSOE ya no sólo de apoyar a un Felipe González desmoralizado, sino incapaz de atraer a sus propios dirigentes. Fue el PSEO quien perdió las elecciones y, además, conscientemente. Sólo falta mirar los resultados de las elecciones previas a la crisis del 93 para ver que el PP, incluso con Aznar al frente, apenas rezumaba olor a victoria. Y cuando lo hizo en el 96 (y en las restantes) siempre ha sido por un puñado de votos (tanto unos como otros). Esta bipolarización nos es muy mala. No supimos reaccionar (la sociedad civil) de manera correcta (bueno, yo entonces estaba por los 20 años) y aprovechar esa crisis para crear un tercer partido político, puesto que la maestría del Sistema (en mayúsculas) supo contener cualquier acto en ello. Así las cosas, seguimos discutiendo en vano, seguimos aceptando estas nefastas reglas del juego, sin darnos cuenta que más lento o más rápido, el Sistema nos absorve... Sí que podemos hacer, de hecho sabemos qué hacer... pero parece que no nos da la gana.
La verdad es que cada vez ese concepto de libertad está más diluido y las oportunidades de vivir como uno quiera ninguna. No hay mayor insulto en una sociedad como la nuestra que ser uno mismo. Tener tu propia percepción, tu propio punto de vista y tus propias valoraciones. No, aquí cada uno es el editorial de El País o El Mundo y vive de acuerdo nos han enseñado a vivir, con una serie de valores de saldo donde lo primordial es el egoismo y el individualismo que se vende, que nos enseñan a mamar desde crios independientemente de la educación que nos den nuestros padres. No se puede luchar contra según que ideas te meten en la cabeza, no se puede luchar contra según que ídolos de barro te imponen como modelo social o chico de tus sueños. No.
Exacto. No se puede... porque nos han dicho y nos hemos creído que NO podemos. Pero podemos. Vean ustedes, por ejemplo, el caso de Mondragon (Eroski). No únicamente la política puede hacer política.
Y hoy ha pasado esto. PP y PSOE en contra de suprimir los sueldos vitalicios. Y seguiremos votando. Pero también pasa una cosa, a un tío que sea un crack en el sector privado no le interesa entrar en política. No se puede atraer a esa gente, cobran más en ese sector privado y en cosas como corporaciones locales, pues no interesa estar cuatro años sin trabajar, no hay empresa que soporte esas bajas menos el Estado. ¿Al final qué tenemos en Política? Funcionarios de perfil bajo, profesores y demás que se meten en política pero que no son gestores por la Universidad de Harvard ni nada de eso, simplemente maman una ideología, la defienden a muerte y si las cosas no van bien dadas vuelven a su puesto.
Exacto. Pero con matices. Si comparto contigo que los ejes del mal (PP y PSOE) parecen tenerlo todo bajo control. Pero estamos otra vez en la situación de 1993-1996. Des de el 2008, el inicio de esa crisis, los desajustes políticos son más crispados, pero no podemos olvidarnos de las grandes crisis empresariales (también factos de poder, parte del Sistema). Y aquí es donde podría entrar Intereconomía. Vuelvo al origen del post. Intereconomía nos puede parecer una basura, y quizá lo es (como también lo puede ser Pedro J., ¿porqué no?). Esto entra en el campo de lo subjetivo. Pero Intereconomía está arrancando poco a poco parte de ese Sistema, puesto que empieza a decir las cosas como son, o como ellos quieren que sea... tanto me da. Es un nuevo medio de comunicación que está consiguiendo buenas cuotas de audiencia (ronda normalmente el 3%, que es mucho) y despierta nuevos sentimientos entre la sociedad. Nuevos no significa buenos... ni tampoco malos.
En Catalunya, de joven, chillaba eso de "Canya contra Espanya" e Intereconomía está haciendo eso. Caña. Tengo la esperanza de que poco a poco el PP se desgrane y se situe donde quiere estar, que es esa derecha extrema que tanto propugna. Porque el PP es de muy derechas, aunque utiliza la bandera del liberalismo para atrae a esa INGENTE (porque es INGENTE) cantidad de, sobretodo, empresarios y civiles de a pie que no encuentran su lugar en algo llamado izquierda (obrero). Incluso el concepto "obrero" que propugna el PSOE (y forma parte de sus siglas) empieza a desmoronarse, viendo que gran parte de esos socialistas de obrero hoy no tienen nada (Grupo Zeta).
Estoy convencido, y ojalá no me equivoque, que tarde o temprano un nuevo partido político deberá salir a la palestra. Una especie de cooperación industrial y económica copada por los grandes intereses económicos de este país (el de España), puesto que los grandes empresarios necesitan de España y de sus ciudadanos para desarrollarse. El Santander, el de Botín, necesita del pueblo (de la ciudadanía) para sobrevivir, puesto que de ello vive. Necesita la creación de empleo, de que la economía subsista de manera correcta para poder desarrollar su negocio que no es otro que negociar y vender dinero. Le será fácil tener dinero, puesto que los activos que le corresponden son magníficos, pero por mucho dinero que tenga si no genera más (y éste es el éxito de su empresa) no podrá contentar a sus accionistas. ¿Porqué querré yo tener mis ahorros en acciones del Santander si éste no es capaz de generarme dividendos? Lo mismo con las otras grandes industrias que conforman España.
Cada vez que un político se mira al ombligo, un presidente empresarial o su correspondiente Consejo, se cabrea un poco más. Y quizá deberán pasar años para que terminen del todo cabreados. Pero no dudo que reaccionarán. Y nos llevaremos muchas sorpresas. Muchísimas.
Porque en ese momento deberá (como cambio necesario) modelarse una nueva figura de político: el de adminsitrador. Intentad crear cualquier empresa y os daréis cuenta del intervencionismo político abrumante al que estás sometido. La cantida de normas e impuestos a los que debes hacer frente es sencillamente descomunal. Incluso con bonificaciones tributarias terminas trabajando para el estado más de la mitad de tu tiempo. Y en este caso, el conflicto reside en que no somos capaces de entender al Estado como un elemento de ayuda, sino como un elemento de persuasión. Si destino una cantidad ingente de mis beneficios a una empresa que se llama estado tengo todo el derecho de pedirle explicaciones. Y, desde hace años, aquí nadie dice nada.
Hay cambios significativos, aunque prudentes, en Catalunya. Mas ha colocado en dos de sus mejores consejerías a profesionales independientes del sector correspondiente. Es un primer paso, un primer experimento. No dudo que sea efectivo, pero tampoco dudo que sea la panacea. En el sino del PP han habido movimientos rarísimos, como el de Rodrigo Rato (¿qué carajos hace ÉL -y no otro- en Caja Madrid?). En el PSOE lo mismo. Fue Txiki Benegas (¿se escribe así?) que ya a mediados de los 90, con esa crisis encima y a punto de desaparecer del mapa político, afirmaba que él era político y, fuera de ella, no sabía hacer nada más. Ése es el error... pero no de Txiki, sino nuestro.
Ale, más dinamita para desarrollarnos.
Un saludo
R. Sendra