Respuesta: iPhone 5 aka iPhone 4S
Nadie se hace fan de Panasonic, Sony, Fontvella o Seat. Ahí radica la diferencia con Apple, Coca-Cola o Ferrari
Copio/Pego entrevista a mi gran amigo Salva López, que recientemente ha escrito el libro "ROCKvolución Empresarial" En el que trata, precisamente este tema. Cómo algunas empresas fidelizan a sus clientes al más puro estilo de un grupo de rock y sus fans.
vende necesidades (que no lo son) creando dependencia entre sus cliente
¿Y qué empresa de consumo no hace eso?
Nadie se hace fan de Panasonic, Sony, Fontvella o Seat. Ahí radica la diferencia con Apple, Coca-Cola o Ferrari
Copio/Pego entrevista a mi gran amigo Salva López, que recientemente ha escrito el libro "ROCKvolución Empresarial" En el que trata, precisamente este tema. Cómo algunas empresas fidelizan a sus clientes al más puro estilo de un grupo de rock y sus fans.
Mientras que el mundo de la música es "creatividad pura" -explica el líder de la banda de rockIgnitiumTelémaco Dormía, Salva López- las empresas "están metidas en su burbuja y no salen de ahí".
Con la música pueden aprender "a ser creativos e innovar sobre su producto", cuenta López. Como ya hicieron Peter Gabriel, mezclando teatro y rock en los 70, o Queen, poniendo ópera en sus canciones.
Esas y otras ideas puramente empresariales, como liderazgo resonante, innovación o reposicionamento, se manejan en las conferencias de "Innovación y Rock & Roll", organizadas por Esadecreapolis, que imparte Salvador López al ritmo de canciones de U2, Sting o Colplay que interpreta con batería, piano, bajo y voz.
La idea es clara: convertir todo producto en una "loved brand", en una marca tan deseada como en su día lo fueron, y lo son, los Beatles o Elvis Presley.
¿Pero puede un bote de pasta dentífrica o un seguro de vida enloquecer a niñas como lo hacían las caderas del Rey del Rock?
"Nada es imposible; productos como Apple o Harley Davidson ya tienen fans", explica Salva López. "Yo tengo un Mac y soy fan de él", recalca el músico y economista.
Y en productos más pequeños o menos 'fanatizables', como un seguro de vida, algo que "nunca quieres utilizar", se puede enganchar al cliente con la mercadotecnia emocional. "Se trata de pensar en la experiencia del usuario, enriquecerla y vincularla a otras cosas", cuenta López.
"El error reside en que las empresas se empeñan en captar clientes potenciales y no miman a sus fans o apóstoles - explica López - los músicos, en cambio, potencian los fans, que crean otros fans y son clientes eternos".
La muerte de Michael Jackson da fe de ello. El último adiós del padre de "Billie Jean", a pesar de años de reiteradas polémicas, movilizó a cientos de miles de personas en todo el mundo.
De la música también se aprende lo de renovarse o morir. Se sabe que grandes marcas las están pasando canutas, sin embargo ¿por qué no hacen como Bob Dylan o Madonna?
"Bob Dylan pasó de ser el cantante del pueblo, con armónica y en acústico, a coger una guitarra eléctrica para dar un giro en su carrera que lo entronizó aún más", relata López.
De Madonna no hacen falta explicaciones: de ambición rubia en "Vogue" a cabalista en "Frozen" y cuarentona eléctrica en "Hung Up"... un montón de madonnas para que el público nunca se canse.
Salvador López es un auténtico hombre orquesta pero se define también como "un hombre de empresa". Una dualidad que al principio no le fue fácil aceptar. "Me daba miedo contarlo en la empresa por si me tildaban de inmaduro o Peter Pan".
Su vertiente empresarial le lleva a defender productos como Miley Cyrus o Hillary Duff, esas niñas de usar y tirar que Disney encumbra hasta que cumplen los 18. Algo que otros músicos consideran una enfermedad para el mercado musical.
"Son un producto, ocupan un nicho y son perfectamente respetables", dice el líder deIgnitiumTelémaco Dormía. "Del "Mickey Mouse Club" salió Christina Aguilera, una de las mejores voces del otro lado del charco", justifica López.
Y puntualiza, ya más musicalmente: "Sin talento no se puede sobrevivir en la música y algunos nunca tienen una oportunidad".
La filosofía de Salva López es evidente, aunque parece más difícil enamorarse de una tabla de planchar que de Beyoncé o Shakira. Las razones hablan por sí solas.
¿Pero si Andy Warhol convirtió en icono una lata de sopa de tomate, hasta dónde podrán llegar empresas con hordas de publicitarios y millones de presupuesto?
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