La preocupación de Israel no son los palestinos. Son tan molestos como una china en el zapato, por supuesto, pero si se pusieran en serio los judíos dejarían Gaza como el desierto del Sahara en 24 horas. El problema es Irán.
Israel es una nación de unos 9 millones de habitantes, rodeados de cientos de millones de árabes que quieren que desaparezca de la faz de la tierra. No voy a entrar en si tienen más o menos derecho a la tierra, pero lo cierto es que su única posibilidad de supervivencia es un poderío militar disuasorio, y eso es lo que tienen. No olvidemos que es el único país de Oriente Medio con capacidad nuclear.
Si Irán consiguiera tener bombas atómicas, y dado el fanatismo de sus dirigentes, no tardarían mucho en tirarlas sobre Israel. La respuesta sería contundente, por supuesto, pero sería un triste consuelo con Tel Aviv y/o Jerusalén desaparecidas. Así que su política exterior es, fundamentalmente, evitar que Irán desarrolle su programa nuclear. Y los palestinos les sirven para que los demás se tienten la ropa antes de hacer el idiota.
Cuanto tiempo podrán evitarlo está por ver, pero igual en un próximo futuro echamos de menos la situación actual.