Jacques Rivette

Duelle (1976). Parece mentira que, con la afición general que hay por el fantástico, esta película no sea muchísimo más conocida. Con su habitual metamorfosis fílmica, aquí Rivette arranca la película como un neo-noir elegantísimo, al contrario que en su posterior Secret Défense, muy estilizado y autoconsciente, para poco a poco ir estableciendo las reglas que rigen una mitología fantástica y tirarse de cabeza a ella en su segunda mitad con todas sus consecuencias y sin ningún tipo de complejo, una mitología de brujería comparable a las posteriores y magníficas Excalibur de Boorman o Conan de Milius, con sus rituales, sus encantamientos, sus objetos sagrados y, por supuesto, sus brujas. Además lo hace sin demasiadas explicaciones y recreándose en el aspecto visual de la cinta, muchas escenas parecen coreografías, la fotografía es un personaje importantísimo al ser la luz y la oscuridad los motivos que definen a las dos hechiceras y no menos importante es la música que acompaña a gran parte de la película, incluso con un pianista onmisciente que vemos de escena en escena tocando en directo.

Incluso cuando está inmersa de lleno en el fantastique en su segunda mitad, la película no se aparta en ningún momento del noir, con una atmósfera fantasmagórica y oscura (en una París desconocida y sorprendente) propia de ese tipo de películas, con unas localizaciones (atención maravilloso al bar y sus coreografías de danza con espejos por todos lados y el tenebroso y fascinante aquarium) que son lugares comunes del género (casas de apuestas, bares, hoteles, recepciones, puentes...) y, sobre todo, con una narrativa inequívoca del noir, una escena lleva a la siguiente y ésta a la siguiente acumulando misterio, dudas, ambigüedad, femmes fatales, asesinatos elípticos, encuentros casuales, mcguffins ... Todo ello lo hace Rivette para llevárselo a su terreno y provocar todas las combinaciones posibles de encuentros vis a vis entre sus 5 ó 6 personajes y recrearse en el lado teatral de esos diálogos sacando siempre todo lo que pueda e incluso reservándose, dentro de todo el artificio, el papel de la recepcionista como elemento naturalista en la trama.

Por último remarcar, como decía Rimini, la asociación con David Lynch en la dualidad rubia/morena de las enemigas, todo el onirismo de la película y los ya comentados códigos noir que la rigen.

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Para poner en contexto al que le interese y maquillar un poco el hilo: Duelle es la segunda parte de su proyecto incompleto Scènes de la vie parallèle. Podemos ver también la tercera, Noroît, quizás la película donde más lejos llevó su experimentación. Aquí se retoma el concepto de Les filles du feu (Las hijas del fuego) y los músicos que entran dentro del propio escenario fílmico, así como el amuleto mágico. La primera parte, Marie et Julien, vio interrumpido su rodaje al tercer día por problemas nerviosos del propio Rivette provocados por la extrema dificultad del proyecto y lo que queda a día de hoy es una huella de lo que fue esa película, una nueva versión realizada casi treinta años después, Histoire de Marie et Julien, que no entra dentro de la serie aunque sigue siendo una absoluta obra maestra. La cuarta parte estaba previsto que fuera un musical, y es algo que pudo hacer en los noventa, con la ya mencionada anteriormente Haut bas fragile.

El propio Rivette ha intentado definir lo que se proponía con esta serie de películas:

"The ambition of these films is to invent a new approach to film acting, where speech, pared down to essential phrases, precise formulae, would play a role of 'poetic' punctuation. Neither a return to silent cinema nor pantomime nor choreography: something else, where the movement of its bodies, their counterpoint and inscription in the space of the screen, will be the basis of the mise en scène.

To create by the movements of their bodies their own space, to take possession of and traverse the spaces imposed by the decor and the camera's field, to move and act within (and in function to) the simultaneous musical space: these are the three parameters according to which our actresses and actors will attempt to work."

Respecto a la conexión con Lynch, aparte de lo que menciona Ropit, yo añadiría que, esencialmente, las obras de estos dos cineastas nos muestran una confrontación entre dos mundos y el perpetuo trasvase de elementos que se filtran del uno al otro. En Lynch los ejemplos serían claros, pero en Rivette también están ahí siempre, ya sean el campo y la ciudad (separados por los eternos viajes en trenes) de Secret défense, la realidad terrenal parisina de Duelle invadida por ese "otro lugar" del que provienen Leni y Viva, París y la casa que parece sacada de una novela de Henry James en Céline et Julie vont en bateau o, simplemente, el teatro que amenaza con vampirizar la realidad y que poco a poco transforma películas que comienzan con un claro tono documental en ficciones absolutas. En Rivette y Lynch siempre existe esa dialéctica entre dos universos, es algo básico que recorre todo su cine.

Pero aparte, y ya entrando en el terreno de la interpretación personal, a mí Duelle siempre me pareció una película que trata sobre el propio medio cinematográfico. De cómo el mito del cine se introduce en la realidad nocturna parisina y va creando sombras, luces, ilusiones, complots, tragando a Lucie hasta que, llegado el punto culminante, retorna a la realidad (ese ruido maravilloso de tráfico parisino que vuelve al final haciendo de espejo de los primeros segundos de película). Y, en última instancia, sola y pronunciando el conjuro, desea volver a convocar la ilusión de nuevo.

Luego la conexión evidente de Rivette con Mizoguchi se manifiesta aquí de manera clara, en esas largas tomas y movimientos de cámara (los planos/contraplanos se pueden contar con los dedos de una mano). También, como ya se dijo, el lazo que la une con el noir clásico y los grandes maestros de las sombras en el cine. Se puede hermanar fácilmente con la mejor serie B clásica, a la manera de un Jacques Tourneur. Es un gozo absoluto ver desarrollarse esta película, incluso desatendiendo a los diálogos, simplemente contemplando los gestos, desplazamientos, cambios de luz, miradas y juegos de espejos.

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Sí, yo cuando hablaba de coreografías me refería al continuo movimiento suntuoso de todos los personajes, que se acentúa en esa magnífica escena coral en el bar Rumba dónde están todos y además los detalles de puesta en escena se ven enriquecidos por los espejos de la sala de baile.

Lo que comentas de la irrupción del cine dentro del mundo real en esta película, se observa muy claramente por el hecho de que todos estos elementos cinematográficos clásicos, sobre todo del noir pero también del fantástico, están plasmados en escenarios naturales, no en estudios, y ese contraste es el principal elemento de deconstrucción de esos géneros.

En el plano spoiler, sobre el final
no soy muy optimista con la chica, todo humano en contacto con la joya acaba consumido y esa fanatización final con el ritual no la deja en muy buena posición ...
 
Simplemente quería decir que me alegro de que ésto haya llegado hasta la segunda página, cosa poco común cuando se abren hilos sobre directores tirando a marginales. Y más aún con unos posteos tan currados.
 
Haut, bas, fragile (1995). La primera crítica profesional que veo en Filmaffinity dice esto: "En sus casi 3 horas hay imágenes bellas, destellos de ingenio, pero no es fácil desentrañar si es comedia de enredo o profundo drama existencial, si la cosa va en broma o en serio. Regular". Y digo yo qué más dará para valorar una película si eres capaz o no de identificar el género? Si fuera así no se apreciaría casi ninguna de Rivette. Lo cierto es que aquí vuelve a jugar con los géneros y lo que arranca como una dramedia cuotidiana y urbanita a ratos nostálgica, a ratos seca y dura (el inicio criminal de Ninon), a ratos de media sonrisa, poco a poco se va metamorfoseando hacia una comedia hawksiana con situaciones de enredo amoroso y con las mujeres llevando el mando de la situación y, de manera incluso más sorprendente, hasta el musical clásico llega a tomar el control de la película, la habitual convivencia de los 2 mundos (real/ficticio) sin reglas entre ellos que ya hemos comentado en sus otras películas.

Todo ello lo articula Rivette de una forma libérrima tanto en el devenir del argumento como, sobre todo, en las formas y aquí incluso llama más la atención por lo rígidas que son las reglas en los subgéneros que trata. Rivette se muestra muy virtuoso con la cámara rodando escenas de baile tanto con la música extradiegética propia del musical como, sobre todo, en los bares con actuación en directo, hay una escena en la que el protagonista de un baile, Roland, directamente desaparece de la escena para aparecer de fondo bailando con otra protagonista para total sorpresa del espectador. Otro ejemplo de esta libertad narrativa es un personaje que lo vemos desde el principio de la película siempre de fondo y, en su segunda mitad, pasa a ser uno de los protagonistas. Las líneas argumentales son tan finas y dejan tanto a la improvisación (aquella máxima nouvellvaguiana de buscar la verdad en cada escena de manera independiente) que hablar de disgresiones narrativas sería cuestionable ya que casi todo lo podrían ser. Como siempre hay mcguffin misterioso (aquí resuelto como una gran broma) y un oscuro secreto del pasado que hace avanzar la narración. Otra gran idea desarrollada es la de la trama que va por libre vertebrada entorno al recuerdo, tarareo y descubrimiento de una canción que escuchamos en la otra trama.

Al final, volvemos a tener a París (esta vez luminoso y colorido) como un enorme escenario teatral a medida que avanza el metraje, el continente de la parte de la ficción de las 3 chicas protagonistas que representa su presente y su futuro, contrastando con el oscuro pasado de las 3 que se nos presenta en el primer tercio de película como la parte real y que, posteriormente, la ficción llevará a la luz.

Deliciosa.
 
Una de mis películas favoritas.

Planeo revisarla dentro de poco (hay que verla como mínimo una vez al año) y escribir algo medianamente articulado, pero pocas obras condensan tan bien casi todo lo que me gusta en el cine. Ya el comienzo con Ninon bailando de forma tan libérrima (es increíble cómo se mueve Nathalie Richard en esta película) después de la situación en los lavabos es toda una declaración de intenciones. Todo lo de Anna Karina es admirable por la poca nostalgia que destila y lo bien conjuntado que está con la temática y el tono de la película. En fin, que es una completa delicia de nuevo: cómo se introduce el canto y el baile de manera gradual, la construcción elaborada pero ligera y etérea de los planos, el flujo que nos lleva de género en género de una manera tan natural y nada forzada, el vestido rojo de Louise, el juego en el sótano del club (¡qué maravilla de atmósfera y sensación de peligro!), los encuentros y desencuentros entre todos los personajes....

Y, en efecto, a la larga se revela optimista y le planta cara al futuro con una viveza y un descaro dignos del más joven de los cineastas. O del que siempre mantuvo una mirada joven. Una maravilla. ¡Y con cameo incluido del maestro!

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Paris is a Soundstage
 
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Es realmente hipnótica, la que más junto a Duelle de las que he visto, supongo porque ambas indirectamente pertenencen a esa serie de 4 películas dónde se recrea en la filmación de los cuerpos y su movimiento por el encuadre. El cameo de Rivette es muy juguetón, "yo te conozco, me suena tu cara", lo interpreto, a posteriori, como un guiño meta a la posibilidad de que Ana Karina sea su madre.

He visto otra obra mayúscula, Va Savoir (2001), aunque comparte cosas con Haut, Bas, Fragile como el argumento vodevilesco heredero de esa mezcla de cine y teatro de Renoir o un arranque con un tono más dramático que el resto de la película más desenfadado, nos encontramos ante una película con una personalidad propia muy marcada, que nace dentro de la representación teatral en su primera escena con su protagonista y, partir de ahí, asistimos a una auténtica clase maestra de presentación de personajes y situaciones. Teniendo como eje a la protagonista y su ansiedad al volver a París, poco a poco, Rivette nos irá introduciendo a los demás personajes en relación a ella o a los personajes que ya ha presentado. Es una película más atada a la realidad (igual que Secret Défense), en la que el teatro, del cual no vemos los ensayos pero sí trozos de representaciones, nos sirve para saber el estado de ánimo de la protagonista. Lo curioso es que, sin tener tan marcados como habitualmente esos dos planos realidad/ficción, sí que asistimos a un final en escenario, maravilloso, con el teatro canibalizando la trama por completo.

Por su trama y su tono, puede ser su película que encaje más dentro del universo Woody Allen, tragicomedia teatral, 3 parejas, un artista, un filósofo, un truhán, aunque las diferencias son manifiestas, Allen llega allí con un proceso de escritura cerrado y Rivette lo crea prácticamente todo en el rodaje incluyendo muchísima improvisación, además, la mirada de Allen es manifiestamente masculina y la de Rivette femenina.

A destacar otra vez un irresistible mcguffin, una especie de búsqueda de un Santo Grial, esta vez en forma de obra perdida o fantasma valuosísima de Carlo Goldoni, que genera unas escenas magníficas en una biblioteca particular y mueve a 2 personajes. Otra vez, también el elemento noir en forma de anillo que mueve a otros 3 personajes, generando aventuras que influirán en el estado de ánimo y en las decisiones en otros ámbitos que tengan que tomar los personajes.

Otro lujazo.

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Fantástico comentario de nuevo.

Esta película tiene dos versiones: la que hemos visto casi todos (154 minutos) y el director's cut (preferido por Rivette y de notables diferencias, al parecer, con una duración de 220 minutos) que se llegó a estrenar en Francia en su día.

Algún dia, con suerte, veremos esa versión.
 
Lo he leído después de verla, y no me ha extrañado nada porque noté que gran parte de la trama del anillo está cortada aunque no me imaginé que pudiéramos estar hablando de una hora más.

Por cierto, memorable e icónica la escena de Jeanne Balibar por los tejados.
 
Totalmente, sí.

Además, como tantos elementos en sus películas, hace de espejo de varias obras: los seriales de Feuillade (influencia directa en su cine y que retomaría Assayas en la fantástica Irma Vep), su propio debut Paris nous appartient....

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Noroît (1976). Curiosísima y fascinante película, obligatoriamente ligada a Duelle ya desde su concepción de pertenencia a un proyecto común de 4 películas (sólo realizó 2) entorno a un enfrentamiento femenino visto desde diferentes géneros.

Se trata de una apuesta loquísima y, sin duda, la más arriesgada, experimental y más difícil de seguir de lo que llevo visto, porque, aunque el argumento y el desarrollo de Duelle suene tan o más bizarro, su adscripción al noir le permitía ir a su bola de escena en escena, como pasa en películas como El Sueño Eterno, sin descolocar en demasía a un espectador acostumbrado a ese género y además la mayoría de las escenas de danza y coreografías visuales ocurrían en una discoteca. Aquí, en Noroît el género es algo así como aventura de piratas por lo que la concepción en forma de danza de las escenas, la parte onírica y, sobre todo, el giro hacia el fantastique sin red de seguridad convierten el conjunto en algo con un punto desorbitado de surrealismo.

Otra gran diferencia que hace más loca a ésta con respecto a Duelle es el punto de partida, en Duelle eran personajes en busca de pistas y una pista llevaba a la otra y la narrativa llevaba a descubrimientos en progresión hasta el giro total al fantastique que llegaba de forma escalonada, al principio se desconoce todo y la película va descubriendo el pastel (como buen noir); en cambio aquí el arranque es mucho más cristalino, una venganza pura y dura con protagonista y antagonista claras, un desarrollo de infiltrados e intrigas palaciegas, las reglas parecen estar claras (no como en Duelle, que las teníamos que descubrir) y llevarnos a una conclusión esperable.

Craso error, la segunda parte es alucinadísima con un camino lleno de conspiraciones, sí, pero por 3 ó 4 bandos diferentes, una búsqueda de un tesoro, representaciones teatrales que parecen engullir la trama, juegos de máscaras, traiciones, amores fatales, celos, guerra psicológica, mucha danza y mucho onirismo para acabar con un clímax mitológico fantastique que de lo que está más cerca es de una película de terror.

Otra vez Rivette jugando con los géneros y 2 planos a lo bestia. No creo que sea tan redonda como Duelle pero la cantidad de ideas felices que contiene y su capacidad para sorprender y fascinar la convierten en algo apasionante.

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Histoire de Marie et Julien (2003). Si bien es un proyecto heredado de aquella serie de 4 que no llegó a terminar en los 70, el estilo de esta propuesta está bien diferenciado de las otras 2 (Duelle y Noroît), no así la temática que sí está relacionada. En ésta sí parte de un naturalismo propio de muchas de sus películas, sobre todo en las interpretaciones y los diálogos, que le dan una base muy sólida de realidad. El obligatorio e irresistible elemento misterioso (aquí en forma de papeles y chantaje) con toque noir incluido y, sobre todo, el reencuentro pasional de 2 amantes, poco a poco, van dando paso a un tono onírico y progresivamente conspiranoico y fantasmal que se apodera de la segunda mitad del metraje. Otra vez 2 planos en la película y el real va perdiendo peso a medida que avanza.

Contrariamente a sus habituales usos de elementos hawksianos que desenfadan la narración, aquí la melancolía y una sensación de tristeza, extrañeza y fatalidad asumida se apoderan de la película (aunque no faltan toques irónicos o directamente graciosos como la última escena) en la que Radziwilowicz y Béart dan una auténtica exhibición, ella con una mezcla de misterio y sensualidad y él (extraordinario actor, ya en Secret Défense) llevando el peso de la película con una soltura reservada a los más grandes, tanto en las partes de nostálgicas, pasionales, noir o, finalmente, de thriller. A nivel de puesta en escena hay una magnífico uso del sonido, relacionado con los relojes y, a la vez, el oficio de relojero de él y sus múltiples escenas arreglando relojes sirven como sencilla y elegante metáfora de su relación con el tiempo, lo perdido, lo que quiere recuperar, ... También utiliza Rivette fenomenalmente a un gato para colaborar en la elaboración de la atmósfera de misterio.

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Sería curioso analizar las líneas temporales de Rivette y Lynch porque hay una curiosa retroalimentación, ésta vuelve a ser una película muy Lynch, quizá la que más y teniendo en cuenta que Twin Peaks: Fire Walk with Me le marcó mucho a Rivette no sería de extrañar que le tuviese en mente en esta película de 2003, como tampoco me extrañaría que Rivette fuese una influencia imprescindible en ese estilo que forjó Lynch con sus películas oníricas. Evidentemente, mucho de todo esto tiene el origen en Vertigo, que influenció a ambos y en ésta en concreto era un tema reconocido. De ahí que otra película reciente que tiene un tono similar a Histoire de Marie et Julien sea Enemy de Villeneuve.

En definitiva, otra maravilla de Rivette y van ...

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Aunque no esté respondiendo nada porque salvo la comentada no he visto ninguna (espero ponerle solución en breve) me sumo a lo de que vaya hilo se están cascando Ropit y Rimini.
 
yo también lo agradezco, he visto alguna suya pero me viene muy grande comentar su cine, por hacer un comentario idiota, una escena tejadesca que me gusta mucho, la maravillosa Gayle Hunicutt en Nuits Rouges:

 
yo también lo agradezco, he visto alguna suya pero me viene muy grande comentar su cine

Qué va! Tú ves rarezas mucho más importantes cada día y sacas reseñas enciclopédicas. En serio, sobre todo las de los últimos 20 años no son nada crípticas ni malas de seguir, Histoire de Marie et Julien es muy tuya, pero es que las 3 anteriores son fantásticas y de los 70 Celine es una delicia irrenunciable, sólo es entrar un poco en el juego, y Duelle te gana en las 2 primeras escenas. Noroit es la única que cuesta más. A ver cuando le puedo a hincar el diente a 3 ochentadas suyas que tienen una pinta fantástica.

Pero vamos, ni Rivette, ni Rohmer, ni Chabrol, ni Truffaut me parecen difíciles. Resnais y Godard mucho más, y a ti te chifla Resnais.
 
Concuerdo, el cine de Rivette no me parece para nada difícil. Más allá de Noroît, Merry-Go-Round y algunas partes de improvisación teatral de Out 1, noli me tangere, todo su cine entra como la seda. E incluso estas tres no son para nada algo demasiado hermético. Hay en ellas, como en el resto de Rivette, un enorme componente lúdico, de curiosidad y fascinación por los géneros, por el juego. Es un cineasta que invita a ser descubierto y siempre es un placer acompañarle.

Ropit, por curiosidad, ¿cuáles son esas tres películas de los ochenta? Yo te desaconsejo ver a estas alturas Merry-Go-Round y Hurlevent. Por un motivo u otro se han quedado como las películas menores de Rivette, término que desprecio. A mí me parecen obras maestras las dos (quizá la primera no en el mismo grado que el resto de Rivette). Merry-Go-Round tuvo un rodaje increíblemente complicado por infortunios con los actores y es, de largo, su película más deshilachada y caótica. Lo que queda es, como no, altamente sugestivo y fascinante, pero es una experiencia ciertamente peculiar y yo aconsejo dejarla para el final. Hurlevent es una adaptación maravillosa de Brontë y una gran película, pero quizá al desterrar parte del humor y el juego en base a un ejercicio formal más austero y rígido (aunque hirviendo de emoción por los bordes) se le hace más esquiva a algunas personas.

Las otras tres que rodó en esta década son palabras mayores. Mis preferencias tiran hacia Le Pont du Nord y La Bande des quatre, dos de sus películas más juguetonas y vitales (lo cual ya es decir), pero L'amour par terre es un film descomunal también (aconsejo verse el montaje de 170 minutos, editado por Intermedio en nuestro país).
 
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Estas 3 últimas, con el montaje largo de L'Amour par Terre.

Merry-go-round también la tengo y muchas ganas de verla, pero he sido incapaz de encontrar unos subtítulos, ni siquiera en inglés, ya que los que tengo sólo subtitulan la parte en francés de la película.
 
La Bande des quatre (1989). Aquí Rivette vuelve a la frescura de Céline et Julie, una frescura que viene dada por la camaradería femenina, ese punto infantil tan alegre que define a las mujeres cuando se lo pasan bien y se cuentan su día a día entre ellas, y aquí hay 4 que viven juntas. La diferencia, eso sí, que es una película, de entrada, mucho más apegada a la realidad, comparte tono naturalista y, de hecho, diría que es su película más rohmeriana de lo que llevo visto.

Pero todo Rivette y las constantes que más le caracterizan vuelven a estar en masa dentro de la película. Por una parte, toda esa cotidianidad no sólo se ve alterada por un elemento noir perturbador sino que ese elemento, que es un hombre que entra en contacto con las 4 protagonistas a base de secretos, mentiras y máscaras, se convierte como en ninguna otra en el núcleo que vertebra toda la película y prisma por el que descubrimos la personalidad de las mujeres, e incluso llega a protagonizar el clímax de la película. Entorno a él, también, cobra importancia el habitual mcguffin rivettiano esta vez en forma de unas llaves. Por otra parte, una fascinante hermana pequeña de Maria de Medeiros encarna a un personaje enigmático que coquetea con los elementos fantasmagóricos de la trama (aunque menores, siguen existiendo) y aporta misterio a una subtrama que, ya de por sí, venía en forma de thriller o elemento noir.

Y por último y no menos importante, tenemos otra vez el teatro como coprotagonista, unas sesiones a cargo de la habitual Bulle Ogier que, curiosamente, se manifiestan en el conjunto de la película como el lado serio de trama, vemos el ánimo de los personajes en los ensayos pero todo lo que acontece en esas sesiones es muy ordenado en contraste con los elementos misteriosos, conspiranoicos y tragicómicos de fuera del escenario. Otra vez se llegan a superponer las dos realidades en escenas brillantes y muy curiosas como cuando ellas representan en su casa una versión improvisada del caso enigmático que les está pasando de verdad, o cuando los elementos policíacos entran directamente en el escenario buscando pistas o evidencias y perturban la serenidad de los ensayos.

Otro disfrute total.

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Mis preferencias tiran hacia Le Pont du Nord y La Bande des quatre, dos de sus películas más juguetonas y vitales (lo cual ya es decir)

Le Pont du Nord (1981).
Desde luego juguetona lo es mucho, tanto como Céline y Julie quizás, pero en cuanto a vitalidad sí me lo parece La Bande de quatre pero esta Le Pont du Nord me deja una sensación tristona en tanto que nostálgica, de pérdida y de no augurar nada halagüeño. La película es irresistible ya desde su loquísima premisa, una pareja casual, formada por una joven Don Quijote que desafía estatuas de leones y ve sus particulares dragones y su Sancho Panza particular consistente en una cuarentona recién salida de la cárcel y que se ve envuelta por su novio en una trama imposible de conspiraciones y complots, en su vagabundeo por un París luminoso pero mostrado decadente en busca de un objetivo guiado por un mapa de París en forma de Juego de la Oca. Así como suena.

El resultado es una poética aventura en forma de odisea con final en ninguna parte, una aventura prácticamente autoinducida que, por parte de la joven, está clarísimo que es una lucha contra un ente global todopoderoso y orwelliano (atención a como se carga los ojos de cualquier poster publicitario porque cree que la graban) y, por parte de la expresidiaria, es una trama noir de mundos oscuros que le hacen ver que sigue anclada en un pasado fracasado. La única luz de la historia es la complicidad que surge entre ellas dos y su determinación por recorrer un camino hacia no se sabe donde pero del que juntas redactan el itinerario.

Al final, como ya he comentado, el poso es tristón, poético, de asunción de fracaso, de hecho me ha recordado bastante a Inherent Vice de PTA. Eso sí, el final no puede ser más cachondo, una disgresión genial a la altura del final de Holy Grail de los Monty Python.

Película loquísima, libérrima y genial.

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Muy cierto eso que comentas del halo tristón y poético que mantiene Le Pont du Nord, pero a la larga a mí se me revela una película combativa (ese maravilloso final, que no deja de ser paradójico con lo de la cámara vigilante). Rivette y Bulle Ogier querían rodar esta película para dejar atrás de una vez por todas los oscuros años setenta (época en la que el propio cineasta se retiró de la realidad en su cine por la animadversión hacia una Francia que no paraba de decepcionarle). Entonces aquí el objetivo es enfrentarse con la realidad, por muy gris y decadente que sea (París retratada, en efecto, como ciudad luminosa y terrible al mismo tiempo; maravillosa invención la de que el personaje de Bulle Ogier no pueda pisar interiores desde que sale de la cárcel como excusa por el poco dinero que tenían para rodar en locales). Es una película que deja colarse todo lo malo que Rivette presentía de su época, esos fantasmas de los que intentó huir en los setenta salen a la luz. Sus personajes pisan la calle y nos enfrentamos a la ciudad del presente, pero aun con víctimas cobradas en la odisea, me queda una sensación de optimismo. Quizá un optimismo quijotesco y absurdo, pero optimismo al fin y al cabo, a lo que ayuda la propia concepción juguetona de la película: ese París como tablero de juego y esa permanente confrontación del personaje de Pascale Ogier (que por desgracia fallecería poco después, haciendo aun más icónica la película).

Es casi una película punk, pura rebeldía. Asume la tristeza y la pérdida, sí, pero yo no veo resignación. También Rivette es un cineasta muy abierto y entiendo que a otra persona le provoque sensaciones diferentes.
 
Muy buena explicación del contexto de la película. Me pareció muy Gilliam y el bueno de Terry no es precisamente un optimista.
 
Ne touchez pas la hache (2007). Titulada aquí "La duquesa de Langeais" como su referente literario de Balzac, Rivette cambia completamente de tercio y rueda una elegante película de época que basa su narración en la hipocresía de la época (1818-1823) y en como degenera las personalidades de sus protagonistas, convirtiéndolo a él en un auténtico acosador sexual y a ella en una calientapollas de mucho cuidado, ambos con actitudes muy infantiles propias del analfabetismo emocional que sufren y deviniendo un tour de force con ribetes shakespearianos en su romanticismo enfermizo y fatalista, de hecho el ambiente nocivo que hábilmente crea Rivette para este continuo cara a cara, posiblemente, lastre esa habitual frescura de sus películas.
 
Yo creo que es una película en la que Rivette se divierte bastante, o lo justo para no ensombrecer el magnífico drama. Hay muchos detalles juguetones en la puesta en escena (los cortes, la traslación de ciertos motivos literarios al cine), algunos personajes con instantes realmente cómicos y, en general, una sensación de que el director francés se lo está pasando muy bien con el material, insuflando una ligereza a un tono que, aunque por momentos sea grave, tiene mucho de juguetón (los intertítulos apoyan todo esto). El amor como un perpetuo juego que va adoptando diferentes disfraces. Balzac y Rivette sin duda nacieron para unirse en el camino.

Luego, como es habitual, nos encontramos con otra lección de puesta en escena, con una cámara que escruta los espacios en movimientos llenos de gracia (una herencia muy lejana que ya casi nadie continúa), filmando con una increíble belleza esos interiores y todo lo que en ellos ocurre (conspiraciones, bailes, flirteos, juegos), usando la densidad temporal para crear pequeños clímax antes de los intertítulos que, en ocasiones, provocan un gran efecto cómico (las repetidas e insistentes visitas del general). Para el recuerdo, uno de los planos finales más bellos y emotivos que recuerdo.

A mí me parece una obra maestra.
 
Es cierto que hay una mirada entre irónica y socarrona a la relación, con una cierta distancia apoyada por los intertítulos, de ahí, supongo, mis definiciones barriobajeras de los protagonistas ... Es algo que también hacen los Coen en sus películas más serias.
 
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