Esencialmente, en concepto de desmontaje del edificio e instalaciones del reactor, y eliminación de los residuos que contiene. Nada en este desmontaje se parece a una obra de derribos normal, por lo que requiere maquinaria y personal altamente especializado, y en todo momento te debes asegurar de que ningún objeto procedente de la "zona caliente" entra en contacto con el medio abierto.
Si lo quieres hacer bien, para empezar, tienes que construir una fábrica de procesamiento (dilución) de residuos nucleares de alta y media intensidad aneja al edificio del reactor, que sólo servirá para esa ocasión, no podrás rentabilizar y tendrás que desmontar también al terminar, con calidades de edificio de contención. Acto seguido, tienes que instalar un sistema de sellado y presurización negativa en ambas instalaciones para evitar que polvos y humos pasen al medio ambiente, que ecualizarás antes de empezar.
Entonces, practicas un "butrón" en el edificio de contención (la cúpula) y comienzas a desmontar, con personas y/o con robots (ni creados ni desarrollados aún). Totalmente prohibidas cosas como las sierras eléctricas, las cizalladoras pirotécnicas (levantan demasiado polvo y humo) o, naturalmente, las herramientas de demolición convencionales. Tienes que desmontar tuerca por tuerca y tornillo por tornillo. Conforme te acercas al núcleo del reactor, los tiempos de exposición (y por tanto turnos) del personal van cayendo: treinta minutos, veinte minutos, diez minutos, tres minutos... Hay un punto a partir del cual ningún traje de protección radiológica es capaz de proteger a un ser humano. Ha llegado la hora de los robots. Pero, ¡qué robots! No estamos hablando de montar coches. Estamos hablando de desmontar y fraccionar piezas de centenares e incluso miles de toneladas, muchas de las cuales no fueron concebidas para un desmontaje fácil. Sencillamente, no puedes volver a cargar el reactor en un camión y llevártelo, como se hizo a la llegada. Tiene que salir de allí en forma de discos vitrificados hacia un cementerio nuclear, o en el peor de los casos como fragmentos individuales (cada uno de los cuales constituye un transporte nuclear) hacia... algún sitio donde lo admitan. Servicios por los cuales, naturalmente, hasta el más tonto cobra un pastón.
La mayoría de centrales se construyeron sin pensar en el desmantelamiento (todas las españolas, sin ir más lejos). Por tanto, cada desmantelamiento constituye un proyecto científico y de ingeniería completo en si mismo, cuyo único subproducto de interés es una montaña de tesis doctorales para las universidades próximas. En cada una de ellas, surgirán sus propias dificultades imprevistas. El riesgo de graves incidentes de contaminación nuclear es elevadísimo en cada paso. Si tenemos en cuenta que el "estado actual del asunto" es que no sabemos dónde meter el combustible gastado que hay en las piscinas... puedes imaginar el resto con bastante facilidad.
Una cifra de mil millones de euros por cada desmantelamiento, como se ha sugerido, es ridículamente baja. Es "la opción a pelo de la subcontrata más barata". Cifras de entre dos mil y cinco mil millones de euros por cada desmantelamiento entrarían dentro de lo razonable, si la I+D (sin i chorra) precisa para algunas fases no resulta más cara de lo previsto. El desmantelamiento de la vieja central Yankee de Maine, usando la opción de "la contrata más barata, a pelo" cuesta US$541 millones (incluyendo US$134 millones de mantener el combustible gastado y numerosos ensamblajes en el sitio hasta 2023... después, ya se verá; se preveía llevarlo a Yucca Mountain, pero Yucca Mountain no será). La Yankee era una central pequeña, aproximadamente la tercera parte de un Almaraz, y este desensamblaje de "la contrata más barata" ha dejado numerosas dudas sobre el proceso, porque la mayor parte de los residuos de alta permanecen en el lugar; en realidad, lo que se ha hecho ha sido "cambiarlos de sitio". Se ha denunciado la presencia de altas tasas de radiactividad en los acuíferos locales y graves déficits de seguridad radiológica en los trabajadores que han intervenido, cuyas consecuencias aún están por ver. Naturalmente, el coste de todo esto no lo asumen sus propietarios, sino el contribuyente de Maine (a través de su factura de la luz) y el contribuyente norteamericano (a través del Departamento de Energía, responsable del almacenamiento del combustible usado gracias a una ley aprobada por los lobbies energéticos, digo, por el Congreso en 1992).
El proceso de desensamblaje de la Yankee es inasumible según los estándares europeos de seguridad radiológica, y deja sin resolver qué se hace con los residuos de alta, el problema verdaderamente serio. Por tanto, este coste de US$541 millones es el coste de desmontar el edificio siguiendo estándares mediocres y peligrosos (ni instalación de procesamiento de residuos adyacente, ni sellado presurizado, ni nada), y desplazar los residuos y componentes de alta a unos metros de distancia. La Comisión Gestora se llena la boca diciendo que a fin de cuentas ha salido rentable, porque la Yankee "ahorró US$1.400 millones a los consumidores" (según sus cálculos). En tal contabilidad, obviamente, ignoran la parte más peligrosa y cara, que aún está por realizar. Se han limitado a desmontar (mal) un edificio que contenía componentes nucleares de alta actividad para desplazar sus contenidos a otro edificio anejo lleno de basura nuclear de alta actividad y transportar 65.000 toneladas de residuos de media y baja a cementerios próximos. Eso es todo.
Por tanto, y como decía antes, el coste real de un desensamblaje completo siguiendo estándares europeos ascenderá a cifras superiores a los 2.000 millones de euros, mucho más si las cosas se hacen bien. Esta estimación no incluye un posible sobrecoste del metro cúbico de almacenamiento de residuos debido a la alta demanda previsible en el momento en que empiecen a desmontar.