Harkness_666
Son cuatro
Fort Apache
El coronel Thursday (Henry Fonda), militar degradado tras la guerra civil, es destinado a un puesto fronterizo llamado Fort Apache donde no sólo deberá enfrentarse a los indios, sino a las tensiones surgidas entre él y sus semejantes.
Épica cinematográfica en estado puro, pero no una épica grandilocuente y exagerada, sino más bien lo contrario; la épica de lo humano, de unos personajes que se yerguen como protagonistas absolutos incluso por encima de la acción. Dos puntos de vista se contraponen, la postura intransigente y ególatra del protagonista (fruto de su resentimiento por haber sido rebajado, buscando la gloria personal), frente a la más humanitaria y sobre todo realista del personaje de John Wayne, tan inteligente como capaz de adaptarse a las circunstancias. El final parece representar el mito que permanece en la memoria, que con sus luces y sus sombras, no siempre es como nos contaron ¿elegimos la incómoda verdad, o los cuentos de hadas? El reconocimiento hacia Thursday parece una inclinación a lo segundo.
Milimétrica, por cierto, la puesta en escena de Ford, con todos los elementos de cada plano cuidadosamente planeados (de los paisajes ni hablamos) y con su cámara moviéndose por gestos y expresiones. La segunda parte resulta espectacular con toda su acción, enfrentamientos, etc. mientras que la primera es sobre todo costumbrista, mostrando códigos y rituales (como por ejemplo esos bailes y escenas castrenses), así como la convivencia en un espacio reducido, los hombres y las mujeres cada uno en su esfera, el amor, las relaciones humanas… Ford idealiza a la caballería, pero también critica el excesivo autoritarismo y la corrupción, sin dejar de mostrar una imagen idolatrada del estamento militar y de sus valores.
Muy buen título.
La legión invencible
Poco antes de su jubilación, el capitán Brittles (John Wayne) se enfrenta a su última misión, por un lado evitar la unión de varias tribus indias contra los blancos, y por otro escoltar a la esposa y a la sobrina de su comandante a través del territorio.
Ford en estado puro en este nuevo western sobre la caballería, rodado en glorioso tecnicolor. Las relaciones entre los personajes, con su camaradería, rivalidades, convivencia, etc. vuelven a ser el asunto central, siendo el argumento algo más circunstancial y telón de fondo, diría yo. Lo demás no deja de ser la típica historia sobre el último día (o días) antes de la jubilación, de un protagonista muy noblote y buena gente al que no le queda nada fuera del mundo que conoce, es decir, esa sociedad aparte que es el ejército con sus propias leyes y tradiciones. Pese a la apariencia alegre y festiva, así pues, el trasfondo parece cargado de la amargura y de la nostalgia de una despedida. La artificiosa fotografía, con esos amaneceres encendidos como leitmotiv, parece poner de relieve esa idea de crepúsculo y de final de una forma de vida.
Como película, se mueve dentro de un contexto de grandes gestas, de una mitología característica y típicamente americana. La derrota del general Custer, el tráfico de armas… no son casuales como apuntes negativos. Como contrapunto al drama está la comedia, el humor un poco tontorrón de taberna y borrachera, o esas mujeres de armas tomar, ya se sabe. Ford rinde tributo a la caballería, a sus ideales y a su legado, pero ni mucho menos de manera militarista. De hecho la idea es el pacifismo, normal por otra parte con una guerra a cuestas.
Comparable a "Fort Apache" como clásico. Y la canción mola mucho.
Río Grande
Mientras los indios amenazan la frontera con México, el coronel York (John Wayne) se reencuentra después de muchos años con su esposa (Maureen O’Hara) a causa de su hijo, que ha ingresado en la caballería tras fracasar en West Point.
Se la suele colocar un peldaño por debajo del resto de la “trilogía de la caballería”, siendo más desconocida e incluso polémica, por ser en la que más evidente resulta la simpatía hacia lo militar y en la que peor parados salen los indios (malos malísimos), considerándose incluso un film propagandístico de la guerra de Corea. Lo cierto es que en este drama familiar se confrontan esas dos instituciones, ejes del universo fordiano, como son la familia y el ejército (que a su manera es algo parecido) y que lejos de ser incompatibles entre sí, terminan por reconciliarse. El acento recae en esas relaciones personales durante toda la primera parte, casi un drama romántico con el preciso ojo de Ford para la sutileza y el gesto. A partir de la mitad, la película vuelve al espectáculo épico, más convencional pero igualmente apabullante.
Como película parece que recicla de las anteriores respecto al argumento, luego están los lugares comunes como el sentido del humor (a veces demasiado sin venir a cuento), puñetazos por aquí, canciones por allá… por su parte, el blanco y negro proporciona un aire expresionista a las imágenes, sobre todo en los ambientes más cerrados del principio.
Independientemente de lo conservador o no, o de si es mejor o peor, solo por Maureen O’Hara (eso es una madre) lavando la ropa en el campamento, yo digo que sí.
El coronel Thursday (Henry Fonda), militar degradado tras la guerra civil, es destinado a un puesto fronterizo llamado Fort Apache donde no sólo deberá enfrentarse a los indios, sino a las tensiones surgidas entre él y sus semejantes.
Épica cinematográfica en estado puro, pero no una épica grandilocuente y exagerada, sino más bien lo contrario; la épica de lo humano, de unos personajes que se yerguen como protagonistas absolutos incluso por encima de la acción. Dos puntos de vista se contraponen, la postura intransigente y ególatra del protagonista (fruto de su resentimiento por haber sido rebajado, buscando la gloria personal), frente a la más humanitaria y sobre todo realista del personaje de John Wayne, tan inteligente como capaz de adaptarse a las circunstancias. El final parece representar el mito que permanece en la memoria, que con sus luces y sus sombras, no siempre es como nos contaron ¿elegimos la incómoda verdad, o los cuentos de hadas? El reconocimiento hacia Thursday parece una inclinación a lo segundo.
Milimétrica, por cierto, la puesta en escena de Ford, con todos los elementos de cada plano cuidadosamente planeados (de los paisajes ni hablamos) y con su cámara moviéndose por gestos y expresiones. La segunda parte resulta espectacular con toda su acción, enfrentamientos, etc. mientras que la primera es sobre todo costumbrista, mostrando códigos y rituales (como por ejemplo esos bailes y escenas castrenses), así como la convivencia en un espacio reducido, los hombres y las mujeres cada uno en su esfera, el amor, las relaciones humanas… Ford idealiza a la caballería, pero también critica el excesivo autoritarismo y la corrupción, sin dejar de mostrar una imagen idolatrada del estamento militar y de sus valores.
Muy buen título.
La legión invencible
Poco antes de su jubilación, el capitán Brittles (John Wayne) se enfrenta a su última misión, por un lado evitar la unión de varias tribus indias contra los blancos, y por otro escoltar a la esposa y a la sobrina de su comandante a través del territorio.
Ford en estado puro en este nuevo western sobre la caballería, rodado en glorioso tecnicolor. Las relaciones entre los personajes, con su camaradería, rivalidades, convivencia, etc. vuelven a ser el asunto central, siendo el argumento algo más circunstancial y telón de fondo, diría yo. Lo demás no deja de ser la típica historia sobre el último día (o días) antes de la jubilación, de un protagonista muy noblote y buena gente al que no le queda nada fuera del mundo que conoce, es decir, esa sociedad aparte que es el ejército con sus propias leyes y tradiciones. Pese a la apariencia alegre y festiva, así pues, el trasfondo parece cargado de la amargura y de la nostalgia de una despedida. La artificiosa fotografía, con esos amaneceres encendidos como leitmotiv, parece poner de relieve esa idea de crepúsculo y de final de una forma de vida.
Como película, se mueve dentro de un contexto de grandes gestas, de una mitología característica y típicamente americana. La derrota del general Custer, el tráfico de armas… no son casuales como apuntes negativos. Como contrapunto al drama está la comedia, el humor un poco tontorrón de taberna y borrachera, o esas mujeres de armas tomar, ya se sabe. Ford rinde tributo a la caballería, a sus ideales y a su legado, pero ni mucho menos de manera militarista. De hecho la idea es el pacifismo, normal por otra parte con una guerra a cuestas.
Comparable a "Fort Apache" como clásico. Y la canción mola mucho.
Río Grande
Mientras los indios amenazan la frontera con México, el coronel York (John Wayne) se reencuentra después de muchos años con su esposa (Maureen O’Hara) a causa de su hijo, que ha ingresado en la caballería tras fracasar en West Point.
Se la suele colocar un peldaño por debajo del resto de la “trilogía de la caballería”, siendo más desconocida e incluso polémica, por ser en la que más evidente resulta la simpatía hacia lo militar y en la que peor parados salen los indios (malos malísimos), considerándose incluso un film propagandístico de la guerra de Corea. Lo cierto es que en este drama familiar se confrontan esas dos instituciones, ejes del universo fordiano, como son la familia y el ejército (que a su manera es algo parecido) y que lejos de ser incompatibles entre sí, terminan por reconciliarse. El acento recae en esas relaciones personales durante toda la primera parte, casi un drama romántico con el preciso ojo de Ford para la sutileza y el gesto. A partir de la mitad, la película vuelve al espectáculo épico, más convencional pero igualmente apabullante.
Como película parece que recicla de las anteriores respecto al argumento, luego están los lugares comunes como el sentido del humor (a veces demasiado sin venir a cuento), puñetazos por aquí, canciones por allá… por su parte, el blanco y negro proporciona un aire expresionista a las imágenes, sobre todo en los ambientes más cerrados del principio.
Independientemente de lo conservador o no, o de si es mejor o peor, solo por Maureen O’Hara (eso es una madre) lavando la ropa en el campamento, yo digo que sí.