Entrevista a Albert Soler: “Durruti pondría a los de la CUP contra la tapia del cementerio”
Entrevista a Albert Soler: "Durruti pondría a los de la CUP contra la tapia del cementerio" | El Catalán
Albert Soler es uno de los grandes cronistas del proceso secesionista. Este periodista del Diari de Girona narra su particular visión del teatrillo político catalán desde la capital de provincia más independentista. Con una buena dosis de sarcasmo y lucidez, sus crónicas son leídas en toda Cataluña.
¿Cómo se lleva ser un periodista crítico con Carles Puigdemont en su feudo, en Gerona?
Es que Gerona no es feudo de Puigdemont, sino mío. Yo nací aquí hace más de 55 años, él llegó del pueblo mucho más tarde, no compare. Por lo tanto, no tengo ningún problema, aquí mando yo. Si el tipo hace gansadas, y ya las hacía cuando era alcalde, pues se le critica. De eso va el periodismo. O iba antes, puesto que visto lo visto, parece que ahora va de lamerle las pelotas al poder. Será que yo soy un antiguo.
Reconozco que el único periodista de su ciudad con el que hablé sobre usted le criticó con dureza. Eso sí, no le faltaba el lazo amarillo en la solapa.
Bueno, es que quien no sea de esta ciudad no puede imaginar lo que es: un jodido parque temático para que los turistas puedan hacerse fotos en él, como si estuvieran en Disneyworld. Eso es mérito sobre todo de Puigdemont. No del todo, puesto que todos los alcaldes de Gerona han remado en la misma dirección, pero por lo menos los anteriores tenían una cierta idea de ciudad.
Desde Puigdemont eso acabó, ahora en el barrio antiguo ya no vive nadie, es pasto de turistas, tiendas de diseño y despachos profesionales. Los gerundenses con posibles viven en barrios como el Eixample, Palau, etc. Y el resto, o sea la mayoría, yo mismo entre ellos, en los barrios del extrarradio, donde no molestamos. Por eso cuando enchufaron a Puigdemont de presidente, primero me alegré, ya que se largaba de Gerona. Pero después me dio pena por los catalanes, no sabían lo que se les venía encima, los pobres. Aprovecho para pedirles disculpas en nombre de todos mis paisanos.
¿Por qué no lleva usted lazo amarillo?
Por joder. Y porque ni en un solo momento de mi vida mi pensamiento ha ido hacia los presos. Estoy harto de que esa gente me pida apoyo sin razonar: primero pretendían que apoyara una independencia de la que no habían explicado absolutamente nada. ¿Y ahora quieren que alce la voz por la inocencia de unos acusados cuando ni siquiera se ha celebrado el juicio? Conmigo que no cuenten. Además, como he dicho en alguna otra ocasión: les acusan de sedición porque no existe el delito de gilipollas.
Su definición de Puigdemont como “el Vivales” se ha hecho muy popular. ¿Por qué le llama así?
Debo confesar que el copyright es de mi padre, que a sus 85 años no se le escapa una. Un dia estaba en su casa viendo el Telenotícies [de TV3] y salía Puigdemont, con su chalecito, su buena vida, su sonrisita, pidiendo a los catalanes no sé qué contribución a la causa, a la suya se entiende. Y mi padre soltó «aquest tio està fet un vivales». Me gustó la palabra, porque además de recuperar para la lengua un adjetivo que estaba en desuso, define perfectamente al personaje, que se pega la gran vida después de huir engañando a todo su gobierno. Para los libros de historia, al lado de frases como «alea jacta est», «mi reino por un caballo» o «París bien vale una misa», quedará la que pronunció el Vivales cuando montó en el coche dejando atrás a sus consellers: «tonto el último».
¿En qué se diferencia el Puigdemont alcalde de Girona del Puigdemont prófugo de la Justicia?
En que ahora tiene más dinero y encima no da un palo al agua. Todo, gracias a los catalanes de buena voluntad, que contribuyen generosamente a su manutención. Añadiría que quizás ahora esté más loco que antes o eso intuyo de sus apariciones públicas. Vamos, yo lo veo por televisión y no me hace falta el diploma en Psiquiatría para asegurar que el tío está como una regadera. Pero no creo que eso se deba a su forma de vida, sino a cosas de la edad, que no a todos trata con la misma indulgencia que a usted y a mi.
Recuerdo que la CUP de Girona denunció a Puigdemont, pero luego en el Parlament los diputados de esta formación apoyaron su investidura. ¿Qué se comentó en Gerona sobre esta esquizofrenia política?
En Gerona nos conocemos todos, y sabemos que los de la CUP de aquí -y creo que los de todas partes- son unos burgueses que de vez en cuando se disfrazan de revolucionarios. En los años 60 se hubieran divertido montando guateques en casa del que tuviera el papá en la costa, ahora lo hacen montando asambleas. Allá ellos, por lo menos en los guateques mojarían.
Con ello quiero decir que a nadie pudo sorprender que unos niños bien apoyaran a los convergentes, eso se ha hecho toda la vida. Para ellos la revolución significa dejar de afeitarse durante una semana -tanto ellos como ellas-, gritar cualquier consigna vacía y vestir como les dicen que debe vestir el buen revolucionario. Si Durruti, del cual se llenan la boca a veces, levantara la cabeza, los ponía a todos contra la tapia del cementerio.
¿En qué pensó cuando Puigdemont escogió a Quim Torra como su sucesor?
Como según la ley de Murphy todo lo que puede empeorar, empeora, y así se demostró pasando de Pujol a Mas y de este a Puigdemont, yo estaba convencido que el sucesor de este sería un gorila disecado, no se me ocurría nada más que pudiera empeorarlo. Pero subestimaba la capacidad de los políticos catalanes, y se sacó a Torra de la manga. Que realmente es mucho peor que un gorila disecado, ya que el pobre simio por lo menos no dice burradas.
Usted es uno de los periodistas de un medio no barcelonés que levanta más debate en las redes sociales. Dado el amor de TV3 por las comarcas de Girona, lo que se trasluce en su parrilla, ¿han contado con usted para colaborar con algún programa? ¿Por qué?
No me ha llegado ninguna oferta, y mire que me gustaría ir allí para ser entrevistado por el director en persona, don Vicent Sanchis. No por nada, solo para comprobar si aquellas genuflexiones, aquellos lametones a los pies, aquel ánimo servil, lo tiene también conmigo o solo con quienes le garantizan un buen sueldo. ¡Oiga, que igual no lo hace como muestra de agradecimiento, que igual el tipo es así! Me gustaría comprobarlo mientras le doy palmaditas en el cogote para que mueva la cola, sí. De todas formas, soy muy coqueto y está comprobado que la televisión engorda: ¿no ha visto usted a Pilar Rahola?
¿Hay mucha gente en Gerona que vive del ‘procés’?
Empezando por la alcaldesa, que en lugar de gobernar la ciudad se dedica a realizar brindis al sol como cambiar nombres a las plazas o ir a cortar la vía de AVE cuando toca, y acabando por el último de los cargos oficiales puestos a dedo, más todos sus familiares, más los empresarios que dan dinero a la causa confiando en que retorne multiplicado, más todo aquél relacionado directa o indirectamente con los partidos lacistas, calculo que más o menos toda la ciudad excepto uno: yo.
¿Cree que es uno de los motivos por el que dicho ‘procés’ se está estirando como un chicle, la gente que vive en Cataluña de esta tensión constante?
Yo creo que se està estirando como un chicle porque no hay nada más. O sea, aparte de salir a colgar lacitos amarillos y gritar en la plaza del pueblo una vez a la semana, además de en las fechas declaradas lacistas por la autoridad competente, ¿qué es el procés? Nada absolutamente. O como mucho, un orate en Waterloo a quien nadie hace ni puñetero caso. Fíjese usted cómo los que están ahora en el gobierno desafían mucho de boquita, pero a la hora de la verdad se cuidan mucho de no saltarse ni la más pequeña ley, vamos, es que ni cruzan en rojo el semáforo de los peatones. Y es que la cárcel, aunque sea en la piel de otros, tiene un extraordinario efecto pedagógico.
¿Qué le parece cuando a Joan Manel Serrat o a Rosa Maria Sardà el independentismo más radical les llaman “fachas”?
Me provoca envidia. ¡Cuánto daría yo porque unos cobardes idiotas me llamaran facha! No concibo mayor elogio. Pero conmigo, de momento al menos, no pasan de un simple “botifler”. Se ve que todavía hay clases. ¡”Facha” en boca de esos desgraciados! Mojo los calzoncillos solo de pensar que me lo llaman a mí.