La solución al nacionalismo catalán es la desaparición de España como Estado o su reducción al ámbito castellano. Quien crea que sus reivindicaciones y objetivos políticos se limitan a controlar el territorio de la actual Cataluña es que todavía no ha entendido nada del asunto.
Y la razón es que no se plantea únicamente como un nacionalismo «de liberación», sino como un nacionalismo de confrontación y competencia contra un Estado al que no solo ve como opresor y enemigo histórico, sino como una referencia que superar en todos los ámbitos posibles.
El convencimiento de que la existencia del otro constituye una amenaza, lleva a la necesidad de expandirse a su costa o animar a otros a debilitarlo en otros frentes. Esta circunstancia acabaría dándose en ambos sentidos y nos llevaría a conflictos aún más graves que el actual.