Hace unos años, en el centro de Sant Cugat, fui a cruzar una calle de un solo carril y sentido. Miré que no viniera nadie en el sentido de la circulación y, justo antes de poner un pie en la calzada, pasó un Mini contra dirección, con el motor apagado y sin nadie al volante. Me hubiera sentido ridículo y humillado si me atropella.
Otra cosa es la pasta que pudiera haber sacado...
Y no no era eléctrico