A ESPAÑA LE HA LLEGADO LA HORA DE ENCONTRARSE CON SUS FANTASMAS
Santiago Niño Becerra - Sábado, 11 de Julio
Todo acaba llegando: a España le ha llegado la hora de encontrarse con sus fantasmas, fantasmas, por otra parte, muy reales, fantasmas aparcados durante los últimos años quince años, desconocidos por los jóvenes, ocultados por los adultos, ignorados por políticos y gobernantes. Ya he utilizado esta idea, pero volvamos a ella: España ha estado de moda, pero ya ha dejado de estarlo. A España le ha cogido el toro dos veces. Le ha cogido por la crisis sistémica que se está formando y de la que es parte (poco) y juez (menos), como, en mayor o menor medida, lo son todas las economías del planeta: cosas de la globalización; y le ha cogido, también, un toro propio: una historia triste que principia en el siglo XIV, se institucionaliza en el XV, se perpetúa en el XVI, y se reafirma y se hace propia en el XIX, y en su corolario, en el Franquismo. Ahora, en España es chic hablar del modelo productivo, es fashion decir que España debe cambiar su modelo productivo. Es una cuestión de pasta, ¡claro!, pero eso es lo de menos: ¿cómo se cambia una mentalidad que se viene arrastrando desde el siglo XV y que ha producido frases como “¡Que inventen ellos!” y “¡Muera la inteligencia!”?
España se puso de moda en 1995, un año después llegó la frase “España va bien”, y esa moda propició que el modelo productivo español que hunde sus raíces en la I Guerra Civil Castellana, en la Mesta, en la Contrarreforma, en el caciquismo decimonónico, en la Guerra Civil, en la emigración de los 60, pudiera manifestarse en todo su esplendor animado por un consumo anteriormente reprimido y avivado por el crédito. Y ese modelo productivo nos han dicho que nos ha estado permitiendo ‘jugar en la Champions’; y el pueblo se lo creyó.
Ese modelo productivo estaba caracterizado, está caracterizado, por utilizar escaso capital e ingentes cantidades de factor trabajo de baja cualificación (y si la cualificación del factor trabajo aumenta, se le subemplea ya que no es necesaria ‘tanta’ cualificación). El resultado es una producción de bienes y servicios de bajo y medio valor añadido, y una baja productividad por unidad de factor utilizado, de trabajo, sí, pero también de otros factores. Todo lo que pueda decirse a continuación cuelga de aquí.
Como los ejemplos ilustran, vamos a fijarnos en uno. Entre los años 2003 y 2007 el PIB español aumentó: ahí están los números para demostrarlo, pero para que ese PIB creciese, ¡hubo que traer población del exterior! … debido al tipo de PIB que se iba a generar, y eso a pesar de que la economía española no era capaz de absorber a toda la población activa autóctona ni a la que era susceptible de ser activa, y de que subempleaba a parte de su población ocupada; ¿y le extraña a alguien que ese modelo haya saltado por los aires en un momento en que la precrisis ha hecho su aparición y ha demostrado insostenible e inapropiada esa forma de hacer?.
Se dice que España necesita invertir mucho en I+D+i+d, de hacerlo, ¿acaso va a poder el sistema productivo español absorber esa mayor inversión?. Se dice que España debe aumentar su gasto en educación y en formación, de hacerlo, ¿aprovechará el tejido productivo del reino esa mayor cualificación, o la subempleará y la subremunerará?.
‘Es que, dice el del fondo, para realizar el cambio de modelo productivo España necesita hacer todo eso’; ¡vaya!, ahora resulta que es posible hacer una ‘revolución industrial’ en cuatro meses.
Eso que España tiene que hacer tenía que haberlo hecho ya: cada cosa tiene su tiempo, y el tiempo de España ya pasó, es terrible, pero es así. El tiempo de todos-juntos-adelante ya fue, ahora es posible avanzar, pero a cachos, a trozos, en partes, en zonas, en lugares: siguiendo un esquema en geometría variable, con todo lo que ello significa, claro, por ejemplo el retroceso en convergencia con Europa.
En el momento más mejor de su historia contemporánea el PIB pc de España alcanzó, en el 2007, el 105% de la media de la UE 27 (ya, ya: metiendo en el saco a las últimas incorporaciones: esos países que ahora están cargados de problemas, pero en fin), y gracias al porrón de fondos europeos que nos han estado inyectando en vena: el 0,9% del PIB, solo por ese concepto, vamos a perder (por cierto, ¿han reparado en que ya nadie habla de eso?), a partir de ahí, a retroceder: recuerdan: España ya no está de moda. La pérdida de peso en el ranking turístico europeo es una manifestación de ello, máxime teniendo en cuenta que esta precrisis a quien más está influyendo es al tipo de turistas que al reino están viniendo.
Y claro, cuando llegan momentos como el presente todo sale (cuando las cosas van más o menos bien, todo son sonrisas): en Vigo se han producido, se están produciendo, tensiones, protestas, por la contratación de ‘extranjeros’: es la avanzadilla, y frases como ‘aquí sobra gente a la que contratar’ están empezando a ser utilizadas en las asambleas de trabajadores (El País 26.06.2009, Pág. 26), y se dice que es la sombra del racismo, ¿seguro?, ¿no será algo mucho más simple?, que la demanda de trabajo es mucho menor que la oferta de ese factor productivo.
¡Y aún no ha sucedido nada!, pero las plumas están empezando a ser afiladas para registrar lo que viene, como la de la Asociación Española de la Banca que escribe párrafos verdaderamente destacables en su reciente Informe Económico y Financiero de Junio (
http://www.aebanca.es/admin/ftpinformes/IEF0609.pdf). Entre otras cosas dice que algunas entidades pueden tener problemas: serios (¿no se decía que las entidades financieras españolas iban bien?) y que hay un exceso de capacidad (productiva) que hay que eliminar.
No comparto la diferencia que establece entre primera fase y segunda fase de lo-que-está-pasando: todo es parte de una evolución, y esto es consecuencia de aquello; en el reino no había subprimes, pero había una multitud de impagadores en potencia; en España la deuda pública no era monstruosa, pero lo era la privada, sobre todo en relación a lo que España es. Y en sus sugerencia / recomendaciones, no llego a ver la relación que pude existir entre tipo de contrato de trabajo y demanda de trabajo, sobre todo en un entorno de necesidad decreciente de … trabajo.
No salimos de aquí. Sorprendente lo que el pasado Miércoles dijo la Ministra de Economía en el IX Encuentro Financiero: que la reorganización del sector financiero es ‘inevitable’ (El País 09.07.2009, Pág. 22): hoy es inevitable, pero hace dos años ni el Tato hablaba de este tema; ¿de qué forma algo innecesario se convierte en inevitable?. Más. La Señora Elena Salgado advirtió a las entidades financieras del peligro de que cometan un ‘exceso de prudencia’ (misma fuente). Yo no estaba, lanzo la pregunta por si pueden responderme: ¿alguien preguntó a la Señora Ministra qué es, en los momentos actuales, un ‘exceso de prudencia’ referido al sistema financiero?. (Desde luego, y que yo sepa, el principal partido de la oposición no lo hizo.).
Y los ayuntamientos pidiendo más pasta y permiso para endeudarse más. Pienso que no han entendido que está sucediendo: VAMOS A MENOS. Ellos y todos van a tener que optimizar: hacer lo máximo posible en cada momento con los recursos de que dispongan en cada momento. Les han bajado sus ingresos porque estamos decreciendo, les van a bajar más porque vamos a peor, no les van a dar más pasta porque no la hay, y no les van a comprar la deuda que emitan porque sobra -y más va a sobrar- deuda a mansalva. Pienso que debería explicárseles, más que nada para que no vayan prometiendo cosas que no van a poder cumplir.
Y, estoy de acuerdo con el Señor Martín: ni el BBVA ni el Santander son megabancos; un megabanco, de existir, sería otra cosa (de existir: no existe). Un megabanco sería un ente con pluriconexiones financieras, monetarias, sectoriales, plurigeográficas. No lo es, pero si alguna compañía hoy se parece a un megabanco, esa sería General Electric. ¿Ven por dónde voy?.
(Como Uds. ya sabrán los días 9 y 10 de los corrientes hemos tenido el Tour de France en Cataluña, y en Barcelona. Se dice que los cotes de prepararlo todo han ascendido a un millón de euros y el producto que su paso ha dejado llegará a los treinta. Bien, de entrada no me creo las cifras, ninguna de las dos, pero sobre todo la de los gastos, porque, además, ¿cómo se puede estimar el coste de modificar dos agendas?, ¿cómo el de haber visto disminuidos servicios por haberse concentrado efectivos técnicos y humanos en el paso de la comitiva ciclista?, ¿cómo el de las molestias a terceros?. Al margen de esto, pienso que no es lógico, hoy, aislar dos partes de una ciudad durante tres horas un día y otras tres otro; menos aún si esos dos días son laborables. ¿Cuándo empezarán a ser verdaderamente estimados los costes no directamente cuantitativos?; en el deporte, sí, en el turismo, también, pero no sólo).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.