España es una película del oeste, un Españetti Western.
A un lado una banda de pistoleros entran en la ciudad pegando tiros y robando los ahorros de la gente a punta de cheque bancario. Saquean la ciudad, queman hospitales y escuelas. Toman rehenes y piden un rescate. El rescate lo tienen que pagar los propios rehenes con el dinero que depositaron en el banco de todos. Paradójicamente, en ese banco trabajan cómplices de los secuestradores. Con los forajidos, va una mujer de armas tomar llamada Ángela que no tiene nada de ángel y sí mucho de tanque alemán. Por eso, nadie la llama por su nombre. Todos la conocen como… La Merkel. Ella parece insobornable, indestructible pero la realidad es que La Merkel tenía un precio. La banca pagó ese precio y ahora trabaja para ellos.
Al otro lado, tres hombres contratados para defender al pueblo de los malhechores, les reciben sin embargo con los brazos abiertos. Son El bueno, el feo y el malo: ahora se llaman Rajoy, Montoro, De Guindos. Antes se llamaron José Luis, Solbes y Alfredo. Al primero todo le parece bueno. Le parece bueno que unos forajidos tomen el pueblo por la fuerza y apunten a la cabeza de sus gentes pidiéndoles “la bolsa y la vida”. Cuando le preguntan a él qué prefiere, “la Bolsa o la vida”, siempre responde que lo primero. Le parecen tan buenos los forasteros que asegura que fue él quien les invitó a venir, que incluso les presionó para que vinieran. A más de un pistolero le entran ganas de meterle el cañón en la boca por haber puesto al descubierto el plan que habían montado. El bueno, a veces, quiere parecer tan bueno que parece tonto. Y por eso, el feo y el malo tienen que salir al paso para cubrirle las espaldas. El feo nos dispara las cosas feas como las subidas de impuestos. Y el malo es un infiltrado de los forajidos que trabajó para ellos y ahora lo sigue haciendo desde la oficina del sheriff.
Al Bueno, le parecen tan buenos los forasteros que nos asegura que no tomarán más rehenes ni habrá más víctimas en este secuestro en cuanto les entreguemos el dinero. Pero La Merkel desenfunda tan rápido como se guarda su cartera y corrige al Bueno: “Por supuesto que habrá condiciones”, le dispara a bocajarro de agua fría y después escupe al suelo el tratado de la Unión Europea con asco. Y sacando su pistola nos muestra las balas que le quedan en el cargador y concluye: no tengo balas para matar a todos vuestros problemas. No le quedan porque las balas que le faltan las disparó contra nosotros para defender a sus bancos. Y ella y sus bancos para defender lo suyo, nos pusieron una soga al cuello como si nosotros fuéramos a robárselo. Nos han tomado por ladrones los propios ladrones. Nos han tomado por rehenes nuestros supuestos salvadores.
En mitad de ambas bandas, con una soga al cuello y montados sobre un caballo, 45 millones de personas. El caballo parece a punto de salir corriendo. Lo hará en cuanto suene un disparo, en cuanto se dispare… la prima de riesgo. A los ahorcados les ahoga un mismo pensamiento: Nos han vendido… Por un puñado de euros.