Respuesta: La metastasis financiera: camino a la perdicion
Alerta en los coles por el aumento de niños que llegan sin desayunar
Ampas y profesores compran comida por su cuenta para dársela a los más vulnerables. Las becas para el comedor, insuficientes
Lo puso de manifiesto recientemente el propio alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros, en la presentación de una campaña para fomentar la alimentación saludable en colegios: «Hay que poner de relieve que no sólo existen problemas de alimentación incorrecta, sino de mala nutrición por escasez de medios».
El agravamiento de la crisis y el paro está repercutiendo en la alimentación de las familias y, por extensión, de los menores, hasta el punto de que cada vez hay más niños y niñas que acuden sin desayunar a su jornada escolar. Algunos sólo comen una vez al día, otros se alimentan precariamente y no reciben unas energías vitales no sólo para el buen rendimiento académico sino para un crecimiento correcto.
Varios centros coinciden en que la situación no es alarmante. Son casos puntuales pero significativos que obligan a estar en alerta. «No notamos que vengan sin desayunar. Las dificultades económicas de las familias son muchas pero intentan que no afecte a la alimentración. Sí hemos tenido que aumentar al solicitud de becas en el comedor. En todo caso, estamos siempre encima, alerta, para detectar cualquier caso de vulnerabilidad», explica Maria Rosa Martínez, directora del colegio El Serrallo.
Mucho más contundente es la Federació d’Associacions de Mares i Pares d’Alumnes (Fapac), en Tarragona, a través de su presidenta, Esther Fernández: «Estamos muy preocupados. Llevamos casi dos años alertando al Departament d’Ensenyament, que no nos hizo mucho caso. Se han reducido las becas de comedor un 20%, cuando en principio hay más gente necesitada».
El panorama que dibuja Esther desde Fapac es más que preocupante:
«Hemos detectado niños que se marean porque no han comido. Entonces cualquier maestro lo que hace es darle algo, una galleta, por ejemplo. Habría que hacer un planteamiento, llegando a acuerdos comerciales para dar alimentos a algunas escuelas, extender el plan de consumo de fruta para todos, no sólo para los que lo solicitan».
‘No había visto nada igual’
La preocupación les ha llegado a través de las diferentes asociaciones de padres y madres de alumnos.
«Muchos niños vienen sin libros. Aquí es donde se ven las necesidades de la sociedad. El colegio es un buen reflejo de lo que está pasando», comenta Fernández. También Josep Queraltó, director de la Escola Tarragona, da la voz de alarma:
«Trabajo en este centro desde 1986 y nunca había visto una cosa igual. La desaceleración económica que sufrimos es muy importante. Nunca había visto que viniese gente a la fuente de al lado del colegio a buscar agua con garrafas porque no tiene en casa. Lo digo claramente: hay bastantes niños que pasan hambren. Se dan pocas becas de comedor, menos de las necesarias, y no se cubren las necesidades básicas. Hablo, al menos de este barrio, y todo es una cadena: los precios de los mercadillos, por ejemplo, han bajado mucho y aun así ves que no se vende todo. A veces un detalle así indica más que una cifra».
Ante este panorama y la falta de ayudas institucionales, algunos profesores optan incluso por pagar de su bolsillo algo de alimentos para los menores más necesitados:
«En el campo individual, muchos compañeros de este y de otros colegios compran algo de comida para matar el hambre. Se compran galletas, magdalenas… Es algo que hacen algunos profesores y que entra dentro de las relaciones humanas. Me consta que está pasando. No esa algo organizado, sino que se hace por iniciativa personal y, sobre todo, de forma discreta».
Ante la situación, la conexión de los centros con los servicios sociales se intensifica y la colaboración se hace más estrecha. «No hemos tenido ningún problema grave. Se nota que la situación económica es muy bestia y que afecta. Cuando hemos tenido algún problema hemos contactado con servicios sociales y se hace un seguimiento cercano.
De momento, han sido casos concretos», explica el director de un colegio de un barrio de Ponent. Desde la Escola Campclar la situación parece bastante más complicada.
«Estamos preocupados. Detectamos que hay muchos problemas, cada vez más, y el trabajo con servicios sociales se hace imprescindible. Se nota que muchos niños no comen bien y no es algo aislado. Notamos que hay niños que están más apagados, de mal humor, que no están al 100%», detecta Hermi Robles, la jefa de estudios del centro. Víctor Pomerol, el director de la Escola Els Ángels, subraya alguna problemática en la alimentación: «No notamos un aumento muy marcado de niños que vengan sin desayunar, pero sí vemos algunos detalles. Por ejemplo, cuando se hace el consumo de fruta, muchos se la comen con más ganas, con más ímpetu. También hemos notado que bajan en el comedor los comensales esporádicos, aquellos que no se quedaban regularmente. Ahora, para ahorrar, la familia se busca la vida con una alternativa. Estamos algo preocupados porque hasta ese momento al menos podíamos garantizar una buena comida al mediodía. Ahora, en algunos casos, ya no podemos controlar lo que comen».
En algunas escuelas las asociaciones de padres y madres tiran de imaginación.
«Hay ampas que destinan parte del dinero de sus cuotas para comprar alimento que dan a los niños que van sin desayunar. Son cosas básicas, no grandes inversiones. Muchos niños sólo hacen una comida al día, que es la del comedor, por eso es importante que sea equilibrada», comenta Esther Fernández.
Zonas periféricas de las ciudades y, en concreto, barrios obreros, donde más se ceba la crisis, son los más afectados. «No es algo alarmante. Estamos en un barrio con dificultades, con mucha problemática. Cuando vemos algun caso, lo comunicamos rápido a servicios sociales», cuentan desde el colegio de Sant Salvador. En Sant Pere i Sant Pau, la directora, Tània López, sostiene que de detectar algún caso, habría que actuar convenientemente: «Te puedes encontrar a alguna familia con problemas, pero no hasta el punto de que los niños vengan sin comer. Una buena alimentación es vital para mantener el nivel de atención».
Todas estas situaciones, de menor a mayor gravedad, son el reflejo cotidiano y cercano de los diversos balances estadísticos.
Uno de ellos es el informe Unicef, que explica que el 25% de los niños están ya bajo el umbral de la pobreza. El estudio Pobreza infantil en Catalunya calcula que el 4,4% de los niños catalanes están afectados por la malnutrición. Son tantos por ciento para esconder un drama latente.
Alerta en los coles por el aumento de niños que llegan sin desayunar*-*Diari de Tarragona