Santiago Niño Becerra dijo...
El sistema actual se está muriendo porque ya no es sostenible en su forma actual; la salida a esta situación es pensar en términos colectivos el problema radica en que el final de la estructura actual se producirá sin que una nueva estructura haya sido diseñada.
La crisis será de características muy parecidas a la de 1929: fin de un modo de hacer las cosas, aunque, a diferencia de lo sucedido con esta, cuya llegada fue por sorpresa debido a que la sociedad de los años 20 vivía totalmente centrada en el presente, la del 2010 se está viendo venir desde hace tiempo (otra cosa es que se diga), por lo que su impacto no será tan violento como la del 29.
La economía mundial lleva años funcionando por inercia, con el piloto automático, en gran medida, programado con la filosofía de ¿el mundo va bien¿. Esto, lo que en el fondo significa, es que el sistema no está preparado para actuar en situaciones de riesgo, por ello, las medidas que se irán adoptando será un ¿ir a salto de mata¿, sin un plan determinado, intentando salir del problema y creyendo, en un principio, que se trata de un mero revés coyuntural.
Todo lo que hasta ahora se ha ido viendo que en el Sistema no funcionaba pero que ha quedado enmascarado por ¿el mundo va bien¿, se manifestará: los problemas en el comercio internacional, la dependencia financiera de USA, las tensiones que un cada vez más devaluado dólar USA provoca, los crujidos de una Europa que no acaba de encajar, los insuficientes pero crecientes gastos sociales, el agotamiento de la capacidad de endeudamiento de las familias, las diferentes burbujas inmobiliarias.
Actualmente, se producirá la fase previa a los años más duros de la crisis: 2010, 2011 y 2012. Se irán implementando medidas enfocadas a evitar ¿ir a peor¿. En este decorado se producirá el choque entre todo aquello que brinda seguridad y la pura supervivencia debido a que al ser ésta lo fundamental, el mantenimiento de la protección social entorpece las actuaciones necesarias para lograrlo.
Se acentuará el sentimiento de que lo único importante es la supervivencia, por ello, la confianza decaerá y las creencias, todas las creencias y las ilusiones, se tambalean.
Los puntos de vista, las percepciones, se tornarán mucho más utilitaristas, por lo que el mensaje de los políticos variará, pasándose a un entorno de ¿menos hablar y más hacer¿.
Uno de los aspectos que con más fuerza se pondrán de manifiesto será la eclosión del concepto de ¿Responsabilidad¿ que pasará a ser considerado el valor fundamental de esta fase, de tal modo que el ¿ser responsable¿, el ¿sentirse responsable¿, el ¿poder ser responsable¿, el ¿hacerse responsable¿, se convertirán en elementos centrales de cualquier actuación. Por ello, y en esta búsqueda de la utilidad, serán pedidas responsabilidades a quienes fallen en el ejercicio de su responsabilidad.
Las circunstancias y la evolución de los acontecimientos llevarán, rápidamente, a la conclusión de que gran parte de la solución se halla en la delimitación de los diferentes aspectos de las realidades económica, social y científica, lo que pondrá en marcha un proceso semejante, en sus principios, a las Enclosures iniciadas en Inglaterra en el tercer cuarto del siglo XVIII, por ello serán promulgadas un gran número de normativas regulatorias.
Hacia finales de Octubre del 2009, la sensación generalizada será la de que se está en el buen camino para solucionar los problemas, de que las medidas que se han están adoptando están dando sus frutos, aunque en un entorno de escasez y totalmente alejado de la percepción actual que se tiene de las cosas; esta sensación vendrá dada por el hecho de que aunque los recursos serán escasos, a base de regulaciones y sacrificios, puede disponerse de aquello que sea imprescindible.
A partir de Mayo del año 2010 se producirá una degradación acelerada de la situación. Se vive al día y no existe ningún tipo de apoyos externos, por lo que el ¿que cada palo aguante su vela¿ se hará ley.
Debido a la entrada en crisis de los elementos fundamentales de nuestro sistema, se llega al agotamiento de la capacidad de competición, el espíritu que, desde su nacimiento a principios del siglo XIX, ha guiado el Capitalismo. La razón será obvia: si el objetivo último es la supervivencia, ¿contra quien competir?, ello tendrá un efecto demoledor sobre los principios que daban sentido al concepto de ¿emprendedor¿.
El 2011 será un año especialmente duro, de hecho será el más duro de todo el período de crisis.
Entre los años 2012 y 2015 se impone, de hecho, un modelo de economía regulada en todos los países. La población asume las regulaciones debido a que éstas suponen reducir su nivel de preocupación y de incertidumbre, pero, también porque, para la población, el paso, en menos de cuatro años, de una situación en la que los responsables económicos y los líderes políticos pregonaban las bondades del momento a otro de carencias generalizadas, ha sumido a las ciudadanías un auténtico estado de shock.
Hacia el mes de Octubre del 2012 serán visibles los primeros signos de que la parte más dura de la crisis ya ha pasado. Se manifestará una mayor facilidad en el acceso a algunos bienes y servicios baratos que la población necesita y que le ayudará a sobrellevar su situación de carencia.
Entre el 2015 y el 2018, aunque aún con innumerables problemas, se irá produciendo una mejora paulatina de la situación, lo que se traducirá en la valoración de la creatividad, en la potenciación de las nuevas ideas y en la posible aparición de una nueva forma de energía. A lo largo del 2018 se irá asentando la percepción del fin de la crisis.
A finales del 2018 la crisis se dará, definitivamente, por concluida, sin embargo nada será ya igual a como era antes de su estallido.
Por pura lógica, la mayoría de actividades que hoy son generadoras de PIB, desarrolladas en un ambiente de alegría y de admitida bonanza, no pueden seguir siendo las mismas que garanticen la supervivencia en una atmósfera de carencias generalizadas.
John Kenneth Galbraith, aquel economista a quien no se le quiso conceder el Premio Nóbel, lo dijo una vez: la gente tiende a recordar a los economistas cuando fallan en sus previsiones, no cuando aciertan.
Ahora puede decirse lo que se quiera, pintarse con los colores que se quiera y ponerle un lazo rosa, pero las únicas razones de lo que ahora está empezando a suceder en la economía planetaria son dos: el crecimiento desmedido y sin base de los niveles de endeudamiento de personas físicas y jurídicas, y la presión continuada y fuera de control a la que han estado sometidas las familias a fin de que incrementasen sus estándares de vida y a la que lo han estado las compañías -financieras y no financieras- para que aumentasen de forma exponencial sus beneficios y el valor de la cotización de sus acciones (dirán que una cosa es consecuencia de la otra, y al revés, y sí). Por detrás, agazapado, otro motivo: el consumo disparado de unos recursos que son escasos.
Como, cuando las cosas vienen mal dadas siempre ha de encontrarse a un culpable, ahora quieren echarle la culpa de todo a las agencias de calificación de riesgo. Pienso que las profesionales y los profesionales que en ellas trabajan llevaban tiempo viendo lo que se avecinaba, pero, pura y simplemente, no han podido decirlo porque el sistema se lo ha impedido; y se lo continúa impidiendo.
Se lo he recomendado en varias ocasiones; vuelvo a hacerlo: lean ¿1929. El gran Crash¿, de John Kenneth Galbraith; cuenta, palabra por palabra, lo que está pasando y gran parte de lo que va a pasar. Entonces, entre 1925 y 1928, las promesas de las cotizaciones estratosféricas de unos valores que casi no valían nada, llevaron al sistema financiero a unos niveles de endeudamiento absurdos, a ello se sumó una oleada especulativa relacionada con los inmuebles. Cuando algunos empezaron a darse cuenta de que aquello había dado de si todo lo que de si podía dar, todo el tinglado se fue a la mierda.
Hoy los Bancos Centrales están inyectando liquidez y se están planteando bajar los tipos. Hagan lo que hagan -eso, o lo que sea- sólo conseguirán retardar el estallido o enlentecer el derrumbe, pero uno -y otro- van a llegar porque lo que está provocando esta situación no es una falta de liquidez o unos tipos demasiado elevados, es algo mucho más sencillo: el sistema ha llegado a su límite físico: físicamente el endeudamiento medio ya no puede crecer más, físicamente el precio de los inmuebles no puede subir más. Evidentemente, más liquidez y/o menores tipos, pueden, aún, forzar al alza los niveles de endeudamiento y los precios de los inmuebles, pero, entonces, el tortazo será mayor.
Nuestro sistema se ha basado en un constante ir a más, pero para ir siempre a más de forma sólida (suponiendo que ello sea posible), han de modificarse las bases sobre el que el sistema se sustenta -el modo de producción-; y como esas bases no han sido modificadas, en nuestro sistema es imposible ir siempre a más, sin embargo, nos han hecho creer que si; y las rentas, los beneficios y las cotizaciones han ido creciendo ¿ artificialmente y de forma virtual. Y todo ello, forzando la máquina del consumo de unos recursos escasos. En otras palabras: se ha creado un fuego con una leña inventada pero que ha ardido, y se ha alimentado con una gasolina ficticia pero que ha acelerado la combustión; como en 1929.
El problema es que, al igual que entonces, no existe un modelo de actuación: esto que está sucediendo no es igual a la burbuja punto com, pero no por lo que se está diciendo, sino por algo mucho peor. La burbuja punto com estuvo basada en unos papeles que la gente compraba esperando que mañana valiesen más, lo que sucede hoy está relacionado con la economía real: con unos inmuebles, con un PIB, con un empleo, con un consumo realizado rehipotecando cosas reales. Es decir, lo de ahora tiene una vertiente financiera, claro, pero, además, una vertiente real. ¡Como en 1929!.
Y, como entonces, no existe un manual de actuación: vamos a tener que ir improvisando; pero, a diferencia de entonces, hoy el consumo de commodities ha adquirido unas dimensiones monstruosas que ha ido elevando sus precios y, lo peor, está reduciendo las reservas de las mismas. Es decir, lo que ahora empieza tiene un triple aspecto que va realimentando el proceso porque cada vertiente de esa tripleta se interpenetra con las demás: los componentes financieros, los elementos reales, y la oferta global de commodities.
¡Ah!, y no se crean eso de que ¿las bases de la economía están bien¿; es absolutamente falso: ¿cómo van a estarlo si esas bases han sido, precisamente, las que nos han llevado a esta situación?.
El problema es mucho más simple de explicar. Al final de toda la requeteingeniería financiera que se ha creado alrededor de las hipotecas basura (y de todas las operaciones de crédito del mundo mundial), al final, tan sólo queda una cosa: una persona, una familia o una compañía que ha de pagar su cuota mensual, trimestral o semestral del crédito. Si la persona, la familia o la compañía no pagan, todo el tinglado se viene abajo; y eso es lo que está empezando a suceder: que la persona, la familia o la compañía que tenían que pagar no están pagando porque no pueden pagar. Punto.
Podemos llamarlo como queramos y ponerle las siglas que nos de la gana, pero esa es la puta verdad: que los últimos de la cadena, por diversos motivos, no pueden pagar, no pagan, y la cadena se va a la mierda, por lo que los concededores de créditos no tienen más pasta para dar como créditos, por lo que la ristra de apalancamientos y bonos se tambalea; entonces llegan los bancos centrales y dicen: vamos a inyectar fondos: ¡pero si la cantidad de pasta que se necesitaría para que el supermotor continue funcionando como hasta ahora lo ha estado haciendo supera las posibilidades de inyección!; ¿qué pretenden?, ¿entretener al personal?.
Hemos creado un monstruo que se alimenta del endeudamiento de todo el mundo, pero ese endeudamiento ya ha alcanzado su límite físico, por lo que el efecto bajada está yendo hacia atrás. Los bancos centrales pueden retrasarlo, pero no detenerlo, ni eliminarlo, porque nadie puede ir contra las leyes físicas. Por la misma regla de tres, reducir los tipos tampoco acabará sirviendo de nada.
Claro, que con el nivel de conocimientos económicos que tiene la ciudadanía y mientras se emitan deportes por la tele, los que mandan pueden estar tranquilos, que nadie les va a marear demasiado. Un ejemplo. Ayer, a mediodía, un conocido me dijo: ¿Los bancos centrales están aumentando la liquidez para que los tipos de interés no suban, ¿verdad?¿. Sin comentarios.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.