Aflicción
Retrato de un perdedor al límite presidido por la imponente figura de Nolte, con una interpretación capaz de dotar de empatía a un despojo humano con tendencias violentas, pero también un hombre desvalido, con su propia dignidad, bastante perdido por culpa de unos conflictos internos que le amargan la existencia y una relación infernal con quien no es precisamente el mejor padre del mundo. Película angustiosa sin necesidad de chillarlo, capaz de esquivar el peligro de los temibles clichés sobre padres abusivos en entornos de la América rural. Aquí el angelito en cuestión (Coburn) no aparece hasta más de la mitad de metraje y nos lo van presentando con flashbacks; es el lado oscuro, el alter-ego del prota, dispuesto a destrozarle, aunque lleve haciéndolo ya desde la más tierna infancia. La suya es una masculinidad autoritaria y en el fondo endeble, arraigada en el machismo más cavernícola, pero lo peor es que se perpetúa con cada nueva generación, siempre está ahí el peligro de convertirte en aquello que más detestas… precisamente cuanto más intentas alejarte de ello, acercarte a los tuyos, pero no puedes conseguirlo sin hacerles daño. En este sentido, la propuesta funciona como un noir emocional en toda regla, por mucho que la trama detectivesca quede en segundo plano, con un pobre hombre metido en problemas y atrapado en la cada vez más asfixiante telaraña de la fatalidad.
Schrader nos presenta a unos seres torturados e incapaces de hallar la paz, a un individuo en todas sus facetas (como padre, hijo, amigo, en el ámbito de la pareja, del trabajo), ninguneado por todos. A unas mujeres condenadas en sufrir en silencio y a hijos que reciben la peor herencia. Lo hace sin prisas y a fuego lento, aunque la cosa estalla cuando debe, mostrando el típico cuadro costumbrista de un pueblo aislado en el que todo el mundo se conoce y del que pocos logran escapar, en el que algo está podrido, como la muela de nuestro amigo, y los caciques hacen y deshacen a su antojo. Hay algo un tanto jamesiano en el punto de vista, los fantasmas que pueden estar ahí o pueden ser fruto de ciertas neuras, de querer sentirse importante y el héroe por una vez. Aunque la voz en off del narrador (Dafoe) me parece un recurso (literal de la novela, quizá) un tanto innecesario y cuestionable (se encarga demasiado bien de dejarlo todo cerrado y explicado). El color blanco de la nieve es omnipresente y permite el contraste, destaca también una música mínima, algunos recursos llamativos como los insertos del pasado en blanco y negro o en forma de vídeo casero… el casi plano final, con la casa en llamas a través de la ventana, tiene toda la pinta de guiño a cierto ruso (conociendo a Paul...) y se inclina hacia cierto surrealismo y catarsis final (o bien metamorfosis definitiva).