Man on the moon
Con este biopic del cómico y artista por lo general inclasificable Andy Kaufman, papel estelar para un Jim Carrey en su época de gloria y prestigio crítico a finales de los noventa, el checo ofrece otra de sus semblanzas sobre locos geniales, personalidades histriónicas y contrarias a los usos y costumbres establecidas o a las reglas del establishment en que se mueven, donde el actor se funde con el personaje en una interpretación tan extrema como solían serlo las actuaciones de Kaufman, dándolo todo y suponiendo un vehículo de lucimiento para Carrey donde el resto del reparto pasa un poco más desapercibido o simplemente cumple.
El protagonista puede considerarse un artista total o performer adelantado a su tiempo con sus ocurrencias delirantes, montajes y peculiar sentido del humor muchas veces incomprensible, absurdo y violento que, ante todo, plantea un desafío a la audiencia, quien muchas veces no sabe muy bien cómo reaccionar, qué se va a encontrar, o bien se siente agredida… los espectáculos de este hombre ante todo eran, por lo que se ve, experiencias que no dejaban a nadie indiferente y que desafiaban a un público habituado a lo fácil (Latka el taxista, o el secundario cómico fácilmente identificable), buscando estimular unas reacciones, mejores o peores, pero siempre nuevas, las propias de quienes se encuentran con lo insólito.
La película es otro retrato de un mundo del espectáculo, aquí televisivo, de un artista sometido a los designios de las audiencias y sobre todo de quienes dirigen el cotarro. Se saca de la manga identidades alternativas como la del grotesco cantante de Las Vegas Tony Clifton, imitaciones de Elvis, lecturas interminables de “El gran Gatsby”, combates de lucha libre contra mujeres… Un tipo genial, insoportable y probablemente ambas cosas a la vez, cuya huella en posteriores cómicos extremos es notoria.
Los créditos iniciales ya dan una pista del componente de manipulación, con nuestro hombre dirigiéndose a nosotros; si lo real no da para más, entonces no queda otra que lanzarse a un salto sin red para quien ya desde pequeñito apuntaba maneras. Finalmente, esta “Man on the moon” se convierte en otra película más sobre enfermedades, aunque hay que decir que al adentrarse en este terreno del melodrama sale bien parada, jugando la carta como una parte más de la farsa habitual de este señor, de pronto ante una ironía del destino (el engañador engañado). Se maneja la ambigüedad con bastante elegancia, el mito de lo que es real y de lo que no, otro fraude o una cruda verdad… cargando las tintas lo justo y quedándonos al menos con la posibilidad de la fantasía, del disparate que nos puso ante las narices este Kaufman, o al menos, de esa personalidad arrolladora que nunca se termina de desvelar o entender del todo.