Confirmado, Cruise apoderándose de la saga cual showman y de forma megalómana, diría que hasta dirige con el tal McQuarrie como prolongación suya tras la cámara. La trama no sé si es confusa o tontísima sin más, pero no me he enterado bien del rollo en torno al tal Lark y los apóstoles, que primero parecen tener motivaciones diferentes, luego son parte de lo mismo... en fin, que aquí el amigo Tom es el único y gran protagonista; en el fondo ésto va de un señor mágico y amado por todo el mundo (ese empalagoso buenismo de los finales, con todos reunidos), cuyo único defecto es que es demasiado bueno, y que además ayuda a descubrir a las mujeres tanto la importancia del equipo (la super-espía) como la vocación de servicio a los demás (la mujercita)... no cambies nunca, Tom. Por otra parte, nuestro único mesías es secundado por un Cavill que hace lo justo para darle la réplica sin hacerle sombra.
La persecución en moto por París desde luego es puro French Connection y ahí han ido a por los clásicos. Siguen explotando la continuidad, con el villano malísmo de la anterior y cerrando ya el arco de la Monaghan (al menos eso espero). Los estereotipos ya como que ni importan (el Pegg ya no tanto el gracioso como un agente más, el Rhames lo mismo da para tipo duro que para experto en tecnologías). Cambiamos la ópera de la anterior por una disco pijo-cani-francesa, pero a cambio, espectacular la pelea del lavabo. Me ha conseguido sorprender lo de las máscaras cuando parecía un recurso de lo más quemado, bravo por ello... y es que ese recurrente “ya se me ocurrirá” de Cruise habla por sí solo; tan agotador como era de esperarse, todo sea dicho, el clímax final triple con helicópteros, bombazo y la cabaña.
Con indudables méritos formales, aunque yo veo más bien grandes escenas en un todo que me importa más bien poco (no sé si a guionista y director tampoco).