Respuesta: Nicholas Ray
Johnny Guitar...o cómo "la gallina hace cantar al gallo"...
Hoy ha caído entera (por primera vez) Johnny Guitar; película que he eludido de manera prejuiciosa durante toda mi vida (observando sus imágenes, esporádica y desordenamente en tv, mi cerebro rechazaba esos colorines chillones o el feminismo zafio y exagerado que se intuía en la caracterización masculina de la protagonista).
Sin embargo, a lo largo de los años, empecé a escuchar (y leer) los comentarios de personas razonables y sensatas que hablaban bien sobre ella (algunos de este foro, sin ir más lejos). Así que este sábado he acabado por adquirir una copia en dvd.
La película me ha gustado mucho y sus valores cinematográficos están ahí: diálogos ingeniosos, colorines justificados finalmente por su intención expresionista, ritmo y progresión del relato estudiadísimo (con una duración ajustada) y unas buenas interpretaciones (algo histriónicas y con algún altibajo) por parte de sus (numerosos) protagonistas. Chirrían algunos detalles poco cuidados como la planificación del rescate en la escena del linchamiento (poco creíble); el uso tal vez excesivo de determinados recursos para dilatar las persecuciones o dotar de mayor dinamismo y sensación de peligro a determinadas secuencias; los (inevitables, supongo que por razones presupuestarias) "exteriores" rodados en estudio...
Pero si hay algo me ha llamado la atención (negativamente), en una cinta que destaca precisamente por la profundidad psicológica de sus personajes (aunque no dejen de ser meros arquetipos), es la caracterización grotesca, esquemática y prejuiciosa de "la loca de los gatos" y sus troupe de peleles... curiosamente los que representan a la tradición conservadora (algunos dirían que reaccionaria) del país, enfrentada a esos liberales amantes de los casinos, los bares, el ferrocarril, la industrialización y todas esas cosas tan agradables que nos ha traído el progreso. Si esa es su famosa crítica a la caza de brujas y el macartismo pues vaya cosa más insulsa, la verdad.
Obviando eso, los simbolismos constantes están muy bien llevados (cuando le conviene al autor) pero no aprecio por ninguna parte ese tan cacareado discurso feminista o esas supuestas referencias homoeróticas; más bien me parece que algunos observan (sus) fantamas vagando por ahí...Es más, yo diría que (en cuanto al feminismo) el discurso general de la película es más bien el contrario. Quitando a la lunática (que no merece mayor explicación), el personaje de Joan Crawford es el arquetipo de mujer despechada, profundamente inmadura y estúpidamente romántica, que acaba adoptando un rol masculino (de lo que ella cree que es ser masculino) ante la imposibilidad de aceptar la naturaleza misma del hombre (y de las cosas, en general)...crea un macho a su propia medida para exorcizar sus demonios pasados y afrontar la existencia (en el fondo es una infeliz)....un disfraz, una coraza que le proporciona protección y una falsa sensación de seguridad frente a una realidad que no quiere aceptar.
El desarrollo de la historia no es más (creo) que un (su) proceso de maduración personal; de aceptación del mundo que le rodea; y para ello tiene que experimentar la pérdida de esa ilusión de control y poder que cree tener (el casino), y acabar con ese resentimiento infantil que le impide aceptar la realidad de las cosas tal y como son (la loca antagonista)...Así acaba finalmente comprendiendo a Johnny....el cual le hace al fin entender que la equivocada era más bien ella (aceptando finalmente su verdadero rol) y que (entre otras muchas cosas) la violencia es, muchas veces, un mal inevitable. Ojo, porque esto no excluye tampoco una crítica obvia al infantilismo y debilidades del macho que se arrasta como un pollino...y es que, tal y como encabezaba todo esto, y citando al señor Hidetora "La gallina hace cantar al gallo" (hoy más que nunca).
En resumen: eso de que los personajes femeninos arrastren a otros, se comporten como el rey de la manada y sean el motor de la trama creo que puede llevar a errores de lectura, porque la supuesta inversión de roles tradicionales es un medio, no un fin...una crítica al simplismo reduccionista del feminismo mal entendido y a la sumisión estúpida del hombre que renuncia erróneamente a su propia identidad y esencia (algo relacionado también con esa confrontación tradicionalistas-progresistas de los dos bandos en liza pero en sentido inverso; como una advertencia de progreso sí, pero con cabeza señores, no como esa lunática y esos pusilánimes vestidos de negro a los que queremos combatir). Una exaltación del liberalismo y de la mujer pero sin caer en la estupidez.
Tal vez si Ray me leyera pensaría que soy medio gilipollas (y que no puedo estar más equivocado), pero bueno...esto es lo que (grosso modo) me ha transmitido la película.