El martillo de las brujas, la hemos comentado alguna vez por aquí.
Este es uno de esos raros casos en que se conjugan los nombres adecuados en el momento y lugar adecuados, dando lugar a uno de los ciclos de terror cinematográfico más logrados y atmosféricos. Y todo con cuatro chavos. Buenos eran Corman y los de la AIP para soltar el bolsillo.
De Poe poco podemos hablar. Un genio de su época. Curiosamente, lo primero que leí de él no fue ninguna obra relacionada con el ciclo de terror macabro, sino una lectura “recomendada” en el colegio, que saqué de la biblioteca escolar: era un libro que tenía dos obras suyas, El escarabajo de oro y Doble asesinato en la calle Morgue. También incluía una biografía suya que devoré, descubriendo las extrañas circunstancias en que murió, o la escandalosa (al menos, a mi edad)noticia de que… ¡se casó con su prima! ¡Degenerao, que es tu prima!
He de decir que Poe no es mi autor de terror favorito (ese puesto le corresponde a Lovecraft en mi corazoncito) pero queda en mi top 5 y consigue que el tiempo no corra para mí cuando leo algunos de sus relatos. Aunque los que escribió en plan cómicos o sátira no me gustaron demasiado, probablemente he de darles otra oportunidad.
El segundo nombre que echar a la olla es Roger Corman. Su figura debería ser de obligado estudio en escuelas de cine: el cine es un arte, y él consiguió hacer un arte del negocio de hacer cine. Además fue padrino de múltiples directores, actrices y actores famosos, un productor que nunca dejó de darle una oportunidad a nadie, y tiene títulos muy interesantes más allá del ciclo que nos ocupa, aunque lo más afortunado de su filmografía para mí, está aquí.
Para aquellos que se vean interesados en su figura, desde cualquier ámbito, personal o cinéfilo, yo recomiendo su autobiografía, que es de cabecera para cualquiera interesado no ya en su obra o su persona sino en cine a secas: Como hice cien films en Hollywood y no perdí ni un céntimo. He leído el libro de pe a pa varias veces, y lo he consultado sobre X o Y películas infinidad de veces. Y volveré a hacerlo con las películas del ciclo.
Richard Matheson es mi primer autor favorito de terror contemporáneo. Lo mejor que ha hecho Stephen King en su obra ha sido, ejem “inspirarse” en Matheson muy a menudo. Es el autor de novelas seminales del género como “Soy leyenda”, “La casa infernal” o “El increíble hombre menguante” pero en mi opinión cuando más luce es en los relatos. Tiene un don para presentar situaciones cotidianas, nada anormales o fantásticas, y meter el elemento sobrenatural o extraño poco a poco… de forma realmente conseguida.
Matheson fue, junto a Rod Serling y Charles Beaumont (del que también me tocará hablar) guionista de la excelente serie “The Twilight Zone”.
Por último, está el señor Vincent Price. Mi actor fantástico favorito, junto con Peter Cushing, y seguido de cerca por Karloff y Lee. De pequeño le vi en “El abominable doctor Phibes” (para mí es casi-casi su mejor película, increíble).
Por la época de Usher… todavía no había sido descubierto como actor con perfil ”creepy” para pelis de terror, aunque había participado en “La torre de Londres” y, sobre todo, en “El castillo de Dragonwyck” donde ya adelanta algo de lo que serán sus futuras actuaciones “terroríficas”. Posteriormente quedaría bastante encasillado en el terror (una auténtica pena). Porque podía inspirar tanto lástima como miedo y, lo que es más meritorio todavía, podía inspirar ambos sentimientos en el mismo papel, cosa que haría en el ciclo bastantes veces.
La caída de la casa Usher es extremadamente breve en su metraje (menos de 80 minutos de duración). Fue rodada en 1960, época en la que Corman, bajo el paraguas de la AIP (American International Pictures) rodaba películas baratas, a veces por menos de 100.000 dólares, en blanco y negro, con menos de una semana como tiempo de rodaje, y a veces, rodando varias películas a la vez para aprovechar decorados, actores, situaciones…
Cansado, quizás, de esa actividad, propuso a los capitostes de la AIP un “experimento” diferente: rodar una película en color, por 200.000 dólares de presupuesto, con tres semanas para efectuar el rodaje, contando con mejor guión y mejores actores de lo habitual, y con un precedente literario muy concreto: El hundimiento de la casa Usher, de Edgar Allan Poe.
Uno de los socios de AIP, James Nicholson, aún puso algunas pegas, principalmente “que no había monstruo”. La AIP se especializaba en pelis cutres de monstruos cutres, y una película sin monstruo les era ajeno. A lo que Corman, en un alarde de genialidad, exclamó: ¡La casa! ¡La casa es el monstruo! Probablemente por eso, Price declamará algunas líneas de diálogo en ese sentido “¡Esta casa está viva! ¡Respira!”. Así lo confirma Corman en su libro, donde comenta que Price le preguntó que significaba esa frase, y que su respuesta fue “Es la frase que nos ha permitido hacer esta película, Vincent”.
Con un presupuesto final de 270.000 dólares y el gran Vincent Price en el papel, Richard Matheson adaptó el relato de Poe a un guión, y tenemos a Daniel Heller, quizá menos mencionado cuando se habla del ciclo que Corman, Price o Matheson, pero igualmente crucial: el diseñador de producción del ciclo, que sería capaz de sacar oro de debajo de las piedras.
La película cuenta la historia de un joven de Boston llamado Philiph Wintrop, que se adentra en un tenebroso territorio alejado de la civilización en busca de su prometida, Madeline. Esta vive en un sombrío caserón junto a su hermano Roderick, que recibirá de malos modos al joven, instándole a volver a Boston y olvidarse de su compromiso. Nuestro galán, evidentemente asombrado, pedirá explicaciones, que serán vagas en todo caso: como si de una maldición se tratase, los dos supervivientes de la estirpe Usher son extremadamente delicados, pende sobre ellos la constante espada de Damocles de la muerte prematura.
Así, ambos parecen aquejados de una especie de estado depresivo extremo que huye de todo lo bueno: Roderick es ultrasensible, la más mínima luz le destroza los ojos, cualquier sonido es una tortura (“oigo a las ratas escarbar tras las paredes”, asegurará). Philiph intentará llevarse a su prometida ignorando las esquivas advertencias que recibe de su hermano… desencadenando así la tragedia.
Incido, impresionado, en el diseño de producción. Hay súper producciones que se gastan cientos de miles en recrear películas “de época” siendo el resultado mediocre o cuanto menos, discreto, a veces incluso mediocre; y aquí, con un ínfimo presupuesto (se dice que la mayor parte del mismo se fue en el sueldo de Price) no hay dudas: ESTAMOS en una “película de época” sin que nada chirrie ni desentone, nos lo creemos con naturalidad. Eso, en mi opinión, es talento, que no se puede comprar con dinero.
Corman llevaba algunos años interesado en la psicología, había estudiado a Freud y acudía a un psicoanalista, como estaba “de moda” hacer en la época, y vertió parte de sus conocimientos sobre la materia en la película. De hecho, en la película podemos “leer entre líneas”, esa extraña referencia a los antepasados Usher hiede a endogamia, a incesto, a crímenes ocultos, de forma similar puede verse la relación entre los hermanos Usher: ¿es la seguridad de Madeline lo único que motiva a Roderick a mantenerla a su lado, aún pagando un precio terrible? De hecho, desde el principio se comporta con Philiph como un rival.
Por último, el interés de Corman por Freud se vierte en la secuencia onírica (que será frecuente en todos los films del ciclo, muchas veces como “llave” a la verdad oculta, otras como advertencia de lo que está por venir). Corman usó filtros de colores y también gelatinas para obtener esos efectos; presupuesto mínimo y el resultado es historia.
Un nombre más que quiero mencionar es el de Les Baxter, compositor de las bandas sonoras de todas las películas del ciclo empezando por esta, amén de varias películas más de Corman, y de otros directores dentro de la AIP (la que más recuerdo es de Terror en Dunwich, que era soberbia, escucharla es ya un viaje de LSD, alucinen sin drogas).
Corman siempre fue hombre de aprovechar oportunidades. ¡A veces por “aprovechar una oportunidad” rodaba una película! En el caso de Usher… se produjo un incendio en las colinas de Hollywood. Él escuchó esto por la radio, y una vez apagado el fuego, al día siguiente se presentó con Mark Damon, el protagonista que interpreta a Wintrop, y un caballo, y rodaron la escena de su llegada a las tierras de Usher. Así, esas tierras áridas, de árboles muertos, no son sino el resultado de un incendio sucedido no hacía ni 48 horas. Genio y figura…
Por toda la película circula un ambiente malsano y necrófilo al que contribuye sobre todo Vincent Price, en una interpretación soberbia y torturada: en el fondo es un hombre que tiene sus razones para actuar como lo hace, aunque sus actos sean irracionales, fruto de la superstición y la ignorancia, pero tiene también una veta sádica o incluso también masoquista. Tampoco me olvido de la gran interpretación de Myrna Fahey cómo Madeline Usher, un personaje terriblemente arrastrado por un destino al que empieza a sospechar que no podrá escapar, devorada por las circunstancias y debilitada por un ambiente tóxico, aunque su interpretación cae en sobreactuación al final (sin que ello le reste un ápice de horror ante lo que estamos viendo).
Una obra maestra del terror, y soberbia adaptación de Poe, aunque la fidelidad a la trama del relato no es, en realidad, total (hecho este que se irá repitiendo a lo largo del ciclo) consigue capturar su esencia de pasiones reprimidas, de morbosa fascinación por la muerte, de espíritus torturados en vida que esperan su final sin liberación posible, de ambientes lóbregos y malsanos, de actos innombrables del pasado que afectan al presente…
La película recaudó un millón de dólares en taquilla, haciendo rentable el “experimento”. Corman quería rodar a continuación una película basada en “La máscara de la muerte roja” pero el reciente estreno de “El séptimo sello” de motivos parecidos a la historia que tenía en mente, le hicieron aplazarlo, decidiéndose por El foso y el péndulo… aunque eso es otra historia.
ALIEN CONTRA PREDATOR 2 (Alien Vs Predator 2, 2007 -Colin Strause, Greg Strause)
Secuela directa de "Alien contra Predator" (aquella dirigida por Paul vs Anderson y una película muy maltratada infravalorada por la crítica). En este caso la dirección de la película recae -es un decir- en los hermanos Strausse' que ruedan un guión absolutamente horrible, con una puesta en escena de puro sin sentido y suma de efectos más efectos. El resultado es un bodrio sin ninguna gracia, narrativamente cataleptico, que además no puede sostenerse desde ningún punto de vista ni a nivel de realización -un absoluto caos ni siquiera con algún golpe de humor que pueda hacer más soportable el visionado- para rematar, la película está adornada con una banda sonora sinfónica de Brian Tyler totalmente bombastica y plana que lo único que hace es acabar de hundir el producto
Que salidilla está la Memy...
She's one of us.
como sera la secuela pues, nunca me atrevi a verla.Para mí "Alien vs. Predator" es la mejor película de Anderson.