The
Innocents (porque el título español
Suspense es para darle un premio). Pasada en cine de verano particular, con cerca de veinte asistentes. Comentarios de los invitados:
-¡Qué lenta! ¿No?
-El argumento falla mucho, porque no se entiende bien el argumento.
-Menos mal que Amenábar mejoró la historia.
-El niño muere porque el fastasma por fin lo deja de poseer.
-Me he quedado dormida toda la película.
-Yo me he quedado dormida media película (respuesta a la anterior).
-Una foto muy bonita, pero poco más.
-No entiendo nada de eso tan rebuscado que dices de los fantasmas de la mente... (dirigido a mí).
-Mejor podrías haber puesto una película de aventuras.
-Tú la entiendes porque te has leído la novela (dirigido a mí).
-Para mañana mejor una de miedo.
............
-Ésta es la número uno de fantasmas (dirigido a mí, cuando marcharon todos los demás).
Estos comentarios demuestran que el camino del cinéfilo es un camino en soledad, de marginación aceptada, de disfrutar intentando interpretar relatos ambiguos, complejos, destinados al ejercicio mental (que no tiene por qué ser aburrido ni cansino). El último comentario demuestra que uno de cada veinte ha nacido para sentir y vivir el cine. Los demás disfrutan de las películas mientras no les hagan emplearse demasiado con la quijotera. Están en su derecho, pero... ¡viva la diferencia!