Posibles SPOILERS
Tiene algo de secuela no oficial de Inside Out, con aventurilla en forma de carrera contrarreloj, la cruda realidad confrontada con los mundos fantásticos… pero si aquella iba sobre los sentimientos y la formación de la personalidad, aquí el sujeto se enfrenta al mundo y nada menos que al sentido de la vida y de lo que viene antes y después.
Otra película sobre las “pequeñas cosas”, y como tal, susceptible de caer en ese carpe diem superficial y publicitario que nos meten por los poros día sí y día también… aunque ésto tiene más de Chéjov que de Coelho y nos viene a decir lo contrario; que nadie es “especial”, que las grandes metas derivadas del afán obsesivo de autorrealización son más lo que uno quiere ver en ellas que otra cosa (siempre será más fácil poner todas nuestras esperanzas en una quimera que prestar atención a la realidad más inmediata), una válvula de escape para gente un poco muerta por dentro (así lo parece la tan admirada diva musical), que ha perdido las ganas, el entusiasmo juvenil (ahí entra lo de la crisis de la mediana edad)… más una limitación que una expansión de horizontes. El hombre no viene al mundo con “chispas” o “propósitos” sino que debe buscárselos él mismo (existencialismo), de igual modo que hace falta ese salir y vivir para superar la abulia nihilista, la rebeldía adolescente de pacotilla de quien no encuentra sentido en nada.
Tiene sentido entonces lo del jazz, cuya base es la inspiración y la improvisación al desviarse del camino aparente. A todo ésto se le añade la cuota de persecuciones y de slapstick, y vuelve a ser esa mezcla de cuestiones “adultas” con pura diversión familiar, buscando la sencillez y el humor, el intercambio y entendimiento entrañable entre los protas… el punto fuerte y lo que otorga fuerza a la propuesta. El estudio vuelve a cumplir con una obra tan técnicamente impresionante como acostumbra, con Reznor y compañía dejando su huella electrónica y raruna en ese “más atrás” con estética de higiénica ultramodernidad digitaloide que tiene mucho de sátira, de distopía, pues se cachondean un poco hasta de los “buenos” (unos hippies trasnochados) y el “malo” es un contable (todo se basa en datos, en ¿algoritmos? para encajar a cada uno en su sitio. Y aquí cabe especular sobre la sinceridad de tan bonita idea, viniendo del gran monstruo del entretenimiento masivo de nuestros días). Brilla algún detalle insinuado, como la pasada relación amorosa de nuestro profe, frente a la concesión al happy ending (aunque lo otro hubiera sido innecesariamente duro, incluso fuera de lugar) o al tópico (las figuras esas negras cual pensamientos negativos que suenan a deja vu… o esa actitud comprensiva de la madre que no me acabo de creer del todo).
P.D. Faltaría hablar del componente religioso en una película tan atea en apariencia. Si Dios no está en el origen (aunque la premisa recuerda a la teoría de la reminiscencia platónica) y si está o no al final, es algo que no lo podemos saber (tan sólo sentir miedo a la posible nada)... Dios está presente en todas las cosas,, en el mundo material, y la peli acaba cayendo, ahora sí, en una especie de panteísmo "new age".